JOVEN Y ARTISTA: «El rostro es solo un cascarón; hay que buscar más adentro»

JOVEN Y ARTISTA: «El rostro es solo un cascarón; hay que buscar más adentro»
Fecha de publicación: 
16 Mayo 2017
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No es que sea extraordinario, ingenieros que devienen artistas hay muchos, pero no todos insisten en encontrar vasos comunicantes entre los dos ámbitos: la tecnología y el arte.

Lo más probable es que Javier Castillo se gradúe pronto de informático; ahora mismo es estudiante de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Pero él lo tiene claro: su camino tiene que ser el arte.

—Supongo que estés pintando desde que eras niño. ¿Cuándo tuviste certeza de que ese podía ser más que un simple pasatiempo?

—Tendría más o menos 10 años. Y no era yo solo. Recuerdo que en muchas conversaciones de amigos hablábamos de nuestros sueños, de lo que queríamos ser. Éramos tres o cuatro, estábamos en la casa de cultura y queríamos ser como los grandes pintores.

«La vida da vueltas. Ahora uno de ellos estudia conmigo en la UCI, otro es barbero, otro más se dedica a la herrería, hay uno que pinta para la feria... Y todos teníamos los mismos sueños.

«Algunos de ellos pudieron entrar en escuelas, a la de Instructores de Arte, por ejemplo. Yo no, para que veas. No pude entrar ni en la Escuela de Instructores, ni en la de San Alejandro, ni en el Instituto Superior de Diseño...

«Al final entré en la universidad y ha sido más o menos como una protección, pues me ha alejado de algunas preocupaciones y cuestionamientos que quizás a mis amigos les afectaron; no tuve necesidades que quizás ellos tuvieron que atender».

—A la hora de hacer arte, ¿qué importancia le das al oficio?

—Es lo más importante, es la garantía de la expresión. No se puede subestimar. De la misma manera en que no subestimamos el poder de una obra de arte.

«Yo me atrevería a decir que el arte es la forma superior de la tecnología. Al menos desde el punto de vista de la comunicación. “Lo último” en la comunicación en la comunidad primitiva era pintar en las paredes. Cuando esas sociedades dominaron bien la manera de pintar, se convirtió en arte.
 
«El cine fue primero tecnología; cuando hubo dominio pleno se convirtió también en arte. Y así fue con la fotografía, con la arquitectura... Y todas las artes surgieron como respuesta a una necesidad, de la misma manera en que surgieron las tecnologías...

«El arte se ha sustentado siempre en su forma de expresión. Y sin arte no hay manera de recrear la historia».

—Ya veo que tú dedicas tiempo a pensar el arte, más allá de hacerlo.

—A mí me falta mucho. Yo a veces pienso que mi pensamiento va mucho más delante de su concreción. Yo pinto cuando tengo tiempo, la escuela me ocupa mucho. Pero espero que pueda llegar el día en que tenga todo el tiempo para el arte.

«Quiero tener una obra ante la que la gente no tenga que saber mi nombre ni mi historia para comprender que se debe a una época determinada».

—¿Cómo crees tú que se posiciona el arte ante eso que llamamos “la realidad”?

—No hay formas, no hay maneras de definir exactamente qué es arte, cómo se hace arte. Ni siquiera lo logran las escuelas. Las escuelas solo dan herramientas, desarrollan lo que tú tienes adentro. Pero no pueden decirle al artista qué es lo que tiene que hacer.

«Vivimos en el mismo lugar, en la misma realidad, pero todos la vemos diferente. El arte es la esencia de lo que cada uno de nosotros tenemos dentro. Es lo que nos define como seres humanos».

—¿Y por qué todo el mundo no es artista?

—Yo diría que todos somos artistas, en potencia. Pero concebir una obra de arte implica más. Al menos dos momentos importantes: ser receptor de esa realidad, mirarla desde un punto analítico... y segundo: dominar herramientas para expresar eso. Ahí entran otras cosas en juego que distinguen a los que llamamos artistas. El conocimiento, las habilidades, una noción de la política, la economía (de hecho, el mercado ha penetrado, marcado, infestado al arte)...

«Tú eres un ciudadano activo, de la misma manera en que lo fue Leonardo da Vinci o Picasso. Pero ellos tenían una capacidad singular y supieron encaminarla. Todos podemos ser testigos de una realidad, analizarla, criticarla... no todos tenemos la posibilidad de poderlo expresar contundentemente».

—Bajemos a la tierra, hablemos de ti. ¿A qué hora tú pintas?

—Casi siempre por la noche.

—¿Mística o simple cuestión de horarios?

—La noche es un espacio de tranquilidad, pero también es la alternativa de mis horas de estudio. A veces pinto hasta bien entrada la madrugada.

—¿Tú crees en la inspiración?

—Sí. A veces tengo tanta convicción en lo que debe ser un cuadro, que sencillamente me dejo llevar.

«El cerebro solo asimila las cosas que entiende. Hay cosas que existen pero no tenemos noción de ellas porque no las comprendemos. ¿Qué sé yo? A lo mejor existe “algo” que influye a la hora de hacer arte, alguna energía...

«A mí suceden cosas. A veces me dejo llevar y podría decirse que la obra sola coge su rumbo».

—¿Qué te inspira a ti?

—Yo siento una gran influencia por la academia rusa. Yo estudié por libros. Me regalaron un libro de Repin, y de Repin me hice hijo. Me fascinó el retrato. Pero ya no me era suficiente la expresión de un rostro para decir lo que quería... y llegué a lo que hecho recientemente, el retrato psicológico de una persona...

«Creo que las personas tienen más que decir con su historia, con sus vidas, con sus acontecimientos, que con su rostro.

«Me interesa más hablar con la subjetividad del personaje que con su apariencia. El rostro puede ser un elemento, pero es sencillamente un cascarón.

«Estoy trabajando ahora con obras literarias, con citas, con fragmentos. Ahora leo El principito, por ejemplo, y lo estoy “aterrizando” en la sociedad contemporánea.

«Tengo una serie de seres alados. No sigo esas exhortaciones a que creamos en seres ideales, nada que ver con el hombre. Yo “bajo” esos seres a la tierra, esos son mis ángeles. Tan implicados en las problemáticas de la sociedad contemporánea que por fuerza ya no son tan blancos, que ya no son tan puros.

«Yo me intereso mucho en la manera en que la sociedad influye en los personajes. Cómo ese personaje se hace parte de esa sociedad».

—¿Hasta qué punto asumes el arte como testimonio?

—El arte tiene que ser testimonio de una época. Yo no te voy a decir que lo he logrado en mis obras, pero tengo que llegar a lograrlo.

—¿Tú pintas lo que sueñas?

—He soñado con algunos cuadros, pero no los he pintado todavía.

—¿Hasta qué punto tú pintas para gustar?

—Lo que más me conforta es que siempre pinto lo que quiero. Guste o no guste. Claro, siempre hay que respetar al público.

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