Desmontando mitos: ¿Es el hombre violento por naturaleza?

Desmontando mitos: ¿Es el hombre violento por naturaleza?
Fecha de publicación: 
21 Noviembre 2016
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En la tranquilidad de la noche ella escucha gritos desde un edificio cercano. El suceso le entorpece el sueño y la deja preocupada. Se levanta, mira su entorno, donde sobresalen los edificios, y por mucho que se afana, no distingue con exactitud de dónde llegan los quejidos. A pesar de ello, indaga, busca y, aun sin hallar «la pista», está consciente de que la violencia de género* es un asunto «invisible» para la mayoría de los coterráneos.

No sabe de dónde provienen la angustia y el dolor, pero al fin y al cabo, sabe que se trata de una mujer maltratada. Pasan los días y sobreviene el silencio, luego se repite la misma historia. Es como una espiral: acumulación de tensión, fase violenta, etapa de reconciliación, luna de miel o arrepentimiento.  

La violencia de género, dicho así de manera simple, es la que ejercen los hombres contra las mujeres por el solo hecho de serlo. Una definición académica plantea que es «todo acto u omisión intencional basado en desigualdades por razones de género que provoca daños físicos, psicológicos y/o patrimoniales, y causa irrespeto a los derechos individuales».

Hombres dominantes, mujeres en espacios de subordinación

Incorporada al «tejido social», la violencia contra las mujeres es un fenómeno global. Dos de cada tres mujeres en el mundo la sufren en algún momento de su vida, aunque muchas no están conscientes de ello.

Según la socióloga Clotilde Proveyer, profesora de la Universidad de La Habana, la violencia de género trasciende el espacio de las relaciones interpersonales y es un mecanismo para el ejercicio de la dominación masculina.

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La especialista ubica el origen de este mal, precisamente, en el sistema de jerarquía impuesto por la cultura patriarcal dominante, que coloca a las mujeres en funciones y espacios de subordinación e inferioridad, y aclara que es una conducta aprendida, que se adquiere en el decurso de la vida, lo cual implica que también se puede desaprender.

Historias relacionadas con el tema le dan la vuelta al mundo, y en cada país se manifiesta de una manera diferente, atendiendo a cultura, idiosincrasia, religión. Un dato sobrecogedor es que después de las guerras, este tipo de violencia causa el mayor número de muertes, por lo que estudiar el fenómeno es una necesidad y proponer alternativas de solución es una urgencia.

Asumir la realidad, combatir estereotipos y mitos

En la vida diaria abundan las manifestaciones de violencia contra las mujeres y el espectro es amplio, desde gritos, modales y frases agresivas hasta llegar al golpe. No obstante, no todas perciben dichas actitudes como violencia, en tanto otras prefieren guardar silencio por temor, dependencia económica o la necesidad de proteger a los hijos.

Esta situación desencadena angustia, baja autoestima, poca capacidad de reacción. Así aparece el llamado síndrome  de «indefensión aprendida», por lo que visibilizar el tema es un imperativo. No se lucha contra algo que no se conoce. De ahí el rol que deben desempeñar en esta batalla la escuelas, las organizaciones de masas, las instituciones comunitarias y los medios de comunicación.

Sostenidos en el imaginario popular, varios mitos contribuyen a reforzar tal comportamiento. «Sus razones debe tener», «algo hizo para merecerlo», «entre marido y mujer nadie se debe meter», «le gusta que la maltraten», «el hombre es violento por naturaleza», son algunos de ellos. Sin embargo, si justificamos al agresor, culpamos a la víctima o vemos la agresión como un asunto privado, nos convertimos en cómplices.

Según la profesora Proveyer, «acabar» con esta violencia presupone dos requisitos: tener conciencia propia y contar con una ayuda externa, ya sea a través de las llamadas redes formales (instituciones de salud, la fiscalía, la policía) o de las informales (la familia, los amigos, los vecinos), que, a su juicio, resultan más positivas por la mediación afectiva y sentimental que presuponen.  

Con el propósito de buscar información, ayuda o protección, las interesadas pueden acudir a las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, creadas por la Federación de Mujeres Cubanas en todas las provincias del país, incluido el Municipio Especial Isla de la Juventud. De igual manera, al Centro Nacional de Educación Sexual y a los de salud comunitaria más cercanos; a la Oficina de Atención a los Derechos Ciudadanos de la Fiscalía Municipal y a la Policía Nacional Revolucionaria.

Cada año, el mundo participa y se involucra en la campaña de los 16 días de activismo contra la violencia de género, que se desarrolla desde el 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer) hasta el 10 de diciembre (Día Internacional de los Derechos Humanos).

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Luchar contra estereotipos y mitos, transformar los imaginarios machistas y patriarcales, apoyar a mujeres maltratadas, y brindar mensajes esperanzadores en relación a que un mundo diferente en tal sentido puede ser posible, son algunos de los desafíos que podemos vencer en este contexto. Hagamos nuestra esta cruzada a favor de quienes constituyen la mitad de la población en el planeta.

 

*Género —del inglés gender— es un término técnico específico en ciencias sociales que alude al conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud, este se refiere a los roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres. Así, en términos generales guarda relación con las diferencias sociales. Se trata entonces de una construcción social y no de una separación de roles natural e inherente a la condición biológica de los sujetos.

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