Lizt Alfonso, 25 años en escena: Bodas de plata

Lizt Alfonso, 25 años en escena: Bodas de plata
Fecha de publicación: 
25 Octubre 2016
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Entonces se descorrieron los telones y comenzó la danza. Y con acierto Alas sirvió de punto de partida para un compendio minuciosamente montado de varios espectáculos de la agrupación, del proyecto me gustaría decir, porque la compañía que dirige la destacada bailarina y coreógrafa es una familia. Ha irradiado ese espíritu hacia el corazón de La Habana Vieja, y lo impregna a todos sus miembros, desde aquellos que se inician en los talleres infantiles, hasta las consagradas primeras figuras.

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Familia, un vocablo con peso enorme presente en cada una de las líneas dibujadas sobre el tablado. En esa ambición de Lizt y sus escuderos por irradiar cultura, llenar de color las fibras más sensibles del alma y no detenerse hasta impregnarlo todo de creación y esperanza.

Primer acto

Ese aletear multicolor de formas, colores, espirales de gestos y sonrisas, de uniformidad y diversidad estrictamente conjugadas, de espiritualidad tatuada con energía en ese repiquetear de tacones sobre el tablado, de alma flamenca liberada, nos inoculó y nos llenó de gratos recuerdos de ese espectáculo que en 2006 cautivó a muchos.

Digamos que en lo adelante el genio y prestigio de la agrupación dio un vuelco, fue el alba de una nueva era, luego de ser fundada en 1991. Alas, de hecho, llegó en instantes en los que la compañía atravesaba por momentos difíciles… pero indiscutiblemente ser, perpetuar, existir y volar, bajo ese aletear intenso de filigranas descritas por las sayas de las bailarinas; ese empaste cuasi perfecto con los acordes de la banda sonora y la música de Denis Peralta y Yuniel Rascón, se antojaron contagio ineludible.

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De las alas continuamos desempolvando pasajes memorables a través del Fuego de Elementos. Fuego descubierto por el hombre, con una presencia sutil en medio de una marejada femenina de glamour, de técnica depurada, de ganas.

Sería sacrílego pensar que una narración de 25 años de trabajo, de éxitos y de ambiciones futuras dibujadas no establecería un puente con los clásicos, y que no haría un poderoso alto en Fuerza y Compás, el espectáculo más difundido de la agrupación. Esa precisamente fue la imagen que marcó el fin de la primera parte del show: poder expresado en tacones, en blanco y negro, en elegancia y virtuosismo, como si del yin y el yang estuviésemos hablando…

Segundo acto y hasta pronto

Danza y música continuaron de la mano sin asomo alguno de discrepancia. El talento y ejecución cristalina de la banda y la certera conducción tras bambalinas de Andy García tuvieron mucho que ver, y así nos sorprendió el segundo acto. A ritmo de Amigas, degustando un té bailable, y borrando todo atisbo de «Quizás, quizás…» con el salitre de El Mar; haciendo valer ese romance En la intimidad (voces invitadas de Rachel Pastor, Mariela González y Yaíma Sáez), y sufriendo un Blackout de complacencia. Todos pasajes de Amigas ejecutados con finura, poniendo la naturalidad en las transiciones y el gusto por desbordar el escenario y cautivar al público como divisas.

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Y Amigas es eso: alegría, amalgama de tradiciones y acercamiento a nuestros bailes populares. Más de una hora y media de función presagiaba la proximidad del hasta pronto, porque adiós, tratándose de Lizt Alfonso, es un vocablo desterrado.

Quedaron emociones reservadas para el epílogo. Telmary contagió con su voz y cadencia de raper interpretando un fragmento de Salsa & Choke, flashazo trascendental, pues revivió la presencia del grupo en la ceremonia de los Latin Grammy Awards.

No, ¿cómo es posible?, ¿ya llegamos al final? Quizás eso sea lo único ligeramente reprochable: la despedida fugaz. Ni siquiera de despedida se trata. No, tema compuesto por la propia Lizt Alfonso y que contó con la colaboración de David Blanco, es exactamente eso: un llamado para abrir nuestros corazones, dejarnos a latido limpio marchar, pararnos de nuestras butacas, emprender el viaje de regreso y reconectarnos con nuestras realidades. Eso sí, cargados de esperanza, pensando perennemente en tocar y abrir puertas, en derribar molinos adarga al ristre, en dejar una huella y poder más.

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