Cuba-Rio 2016: El buque tocó puerto seguro a puño limpio
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Los responsables de colmar el sábado de orgullo y enrumbar el llamado buque insignia a puerto seguro fueron los boxeadores Robeisy Ramírez (56 kg) y Arlen López (75).
De su confianza, jabs, opers y swines certeros, se fraguaron oros, el segundo y tercero para el pugilismo antillano, luego de que el capitán de la armada, Julio César La Cruz, rompiera el hielo el jueves.
El primero en defender la casta de nuestra escuela fue el cienfueguero Ramírez, dispuesto a demostrar su condición de titular en ese excelso escenario en Londres 2012. Robeisy sacó ventaja, propiciando intercambios y apostando a su mayor dominio técnico en la media y corta distancia sobre el estadounidense Shakur Stevenson.
Con la delantera, aflojó un tanto en el segundo parcial y con el pleito igualado a 19 la escena y el suspense estaban listos para el tercer acto crucial. Entonces Robeisy sacó su versión de rey, forzó desde el campanazo, buscó más y vulneró la defensa de su contrario, que encontró en los sucesivos agarres y un sistema de pelea visiblemente desordenado sus principales e insuficientes argumentos.
El veredicto no se hizo esperar, pese a una dudosa votación dividida 29-28, 29-28, 28-29. Robeisy coronó sus puños por segunda ocasión bajo los cinco aros antes de cumplir los 23 años.
Con la varilla alta y las motivaciones al límite escaló al ring Arlen López. Su batalla se antojaba un remake de la final del Mundial de Doha, Catar, el pasado año, cuando Arlen doblegó al uzbeco Mektemir Melikunzev un contrario de 20 abriles, pero sumamente fogoso y fajador. Arlen manejó el desafío todo el tiempo boxeando a la zurda. Melikunzev se cuidó mucho de esa mano prohibida del guantanamero de 23 abriles, sin embargo Arlen logró burlar su defensa con la diestra, conectando jabs, opers y swines, esencialmente en la corta distancia.
La pelea no tuvo respiro. Ambos púgiles conscientes de que les iba la vida en el veredicto, apelaron a todo su arsenal para acariciar la gloria. Hubo instantes de espera agónica cuando el campanazo final selló el duelo. Sin embargo toda Cuba se sabía airosa, pese a que nuevamente los imparciales cerraron el marcador por 30-27, 29-28, 29-28. Arlen redimió a una categoría de peso que careció de representante en la capital británica, y colocó en ruta perfecta al trío de boxeadores cubanos que accedieron a la final.
Recordemos que ya algunos encargados de impartir justicia en la lid boxística de suelo carioca fueron expulsados por amañar veredictos. De cualquier manera la sentencia airosa era inobjetable.
La Mayor de las Antillas concluyó en la ciudad Maravillosa con balance de 22 victorias y siete derrotas, tres títulos y otros tantos bronces, para comandar de forma inobjetable el torneo de la disciplina. Rusia (1-0-1), Uzbekistán (1-0-1), Kazajstán (1-0-1) y Brasil (1-0-0) son las otras naciones que han podido aferrarse a una corona, aún cuando restan tres divisiones por encontrar ases.
No es el tiempo de Stevenson, Ángel herrera, Orlandito Martínez, Emilio Correa y compañía. Tampoco el de Savón, Balado, Maikro, Casamayor, Vinent, Ariel Hernández.
Pero de que la escuela cubana de boxeo se mantiene como un horcón inexpugnable, no cabe duda. Habrá que hacer análisis, sopesar la permanencia de primeras figuras en algunas divisiones. Ahora es tiempo de festejar los títulos y el hecho de haber igualado la cantidad de vellocinos que se obtuvieron de manera global en la ciudad del Big-Ben.
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