Mundial de Atletismo: Lecciones en coreano (I)

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Mundial de Atletismo: Lecciones en coreano (I)
Fecha de publicación: 
6 Septiembre 2011
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Nada mejor que el reposo para mirar, con la distancia espacial y temporal requerida, cualquier hecho. Para la mayoría de los apasionados al deporte, de los seguidores del atletismo, lo sucedido durante los últimos días en la ciudad sudcoreana de Daegu ya es parte de una historia, de un relato que merece ser contado más allá de la perspectiva de los vencedores.

La más reciente cita universal del deporte rey fue una verdadera amalgama de emociones, que fueron desde el desconcierto hasta el delirio, pasando por el asombro y la decepción. Y en el fondo, subyace una sensación de vacío por lo que fue, lo que no fue, y lo que pudo ser.

Como en todas las batallas, quedaron vencedores y vencidos. Pero también héroes y momentos dignos de trascender, y hasta instantes para el olvido. El Mundial de Daegu fue un verdadero claroscuro.

LA CASA ¿POR LA VENTANA?

Desde el punto de vista organizativo, el certamen atlético fue una verdadera joya. Los organizadores se esmeraron en el  montaje y la puesta en escena desde un escenario impecable desde lo visual hasta lo funcional. Pero en lo deportivo, eso no es garantía de éxito.

Tanto en el campo como en la pista, al anfitrión no le fue nada bien. En los 28 de historia que tiene esta competencia, ningún país organizador había tenido peores resultados. Un sexto y séptimo lugar de los marchistas Kim Hyun y Park Chil Sung fueron las mejores posiciones obtenidas por la delegación sudcoreana. Antes Suecia (en Gotemburgo 1995) y Canadá (en Edmonton 2001) habían conseguido al menos un quinto lugar.

¿MALDICIONES O DECEPCIONES?

Durante sus cuatro primeros días de competencia el Mundial vio caer a igual número de sus estrellas. La aparición del pertiguista australiano Hooker y su par rusa Insinbayeba, del vallista cubano Dayron Robles y del superastro jamaicano de la velocidad Usain Bolt en la portada del Programa Diario de competencia editado por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), y luego la imposibilidad de consagrarse, dieron pie a la teoría del maleficio que se esfumó cuando la marchista rusa Olga Kaniskina consiguió su tercera corona en estas lides.

Lo cierto es que, maldición o no, una combinación de factores que fueron desde el declive competitivo, la falta de preparación, el nerviosismo, y la milimétrica falla, dejaron a no pocas luminarias del atletismo mundial en deuda.

Al menos Bolt aprovechó para limpiar su desliz con par de títulos y un récord mundial compartido. Pero el resto tendrá que esperar al menos un año para curar sus heridas.

EL MOMENTO JUSTO

Mucho se habló durante todo el Mundial de la lentitud de la pista de Daegu, y a eso se le achacó la falta de récords y marcas relevantes. Al final, apenas se vio un registro universal y tres nuevas cotas para la competencia, por demás todas con nombre de mujer.

Pero si la pista no fuera "rápida" Usain Bolt, ¿hubiera marcado su 19.40 segundos en la prueba de 200 metros, reconocida como la cuarta mejor marca de toda la historia? ¿Qué hubiera pasado en el hectómetro de no haber sido descalificado por una solitaria arrancada en falso?

¿Qué mejor prueba de "rapidez" que los 100 metros con vallas corridos por la australiana Sally Pearson en 12.28 segundos, también el cuarto mejor de la historia y algo no visto durante las últimas dos décadas?

Otra cosa es el nivel de preparación con el que algunos atletas llegaron al momento en que se disputó el torneo, un año antes de la cita olímpica de Londres, de seguro la prioridad de muchos de ellos.

LA POLÉMICA

Millones en el mundo se olvidaron de sí por algunos instantes para presenciar la final de la prueba de 100 metros para hombres, e igual cifra terminó decepcionada por la descalificación por salida en falso del supersónico Usain Bolt.

Ríos de tinta han corrido sobre la polémica regla pensada y aplicada para bien del espectáculo –pretende evitar las continuas demoras por salidas nulas-, pero que terminó como un bumerán "matando" el mayor espectáculo de la competencia.

De momento, todo parece que la máxima jerarquía de la IAAF no pretende ni siquiera someter el tema a discusión. "Defiendo la idea de que hay que mantener la regla. Y debemos hacerlo no en función de la televisión, sino por nuestra credibilidad", explicó a la prensa el senegalés Lamine Diack, presidente de la IAFF, poco después del desliz del velocista jamaicano.

Nunca antes hubo un mejor momento para repensar la regla, por lo que todo apunta a que seguiremos teniendo el espectáculo de un Mundial sin espectáculo.

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