Venezuela al borde de una agresión militar

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Venezuela al borde de una agresión militar
Fecha de publicación: 
10 Octubre 2025
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La administración Trump ya recorrió la ruta crítica, incluidas las de naturaleza “legal”, para iniciar la agresión al pueblo venezolano. Lo único que falta por definir es el cuándo.

En la tarde noche del 8 de octubre, en sesión del Senado estadounidense se aprobó con escaso margen, 51 a 48, el permiso solicitado por el gobierno federal para poder implementar esta agresión, rechazándose el proyecto de resolución 83, presentada por un grupo de senadores opositores que pedían desmantelar el dispositivo bélico desplegado en el Caribe.

Horas antes de esta votación, en apurado trasiego conspirativo, el secretario de estado Mr. Rubio se reunió con senadores republicanos involucrados, para vociferarles en bajo tono, que la orden de guerrear contra “narcos” en tierra estaba dada por el Jefe Trump. Y no cualquier tierra, sino allí donde habita el inexistente cartel de los soles.

Previamente a este trámite en la Cámara Alta, ya se venían alineando “los astros” de la guerra en el gobierno de Washington.

En una misma semana se hace público la supuesta decisión de Trump de interrumpir cualquier contacto diplomático con Venezuela, que incluye el rechazo a una eventual mediación de Qatar, se conocen las declaraciones de Hegseth, titular   del Departamento de Guerra, sobre el paso a una segunda fase “terrestre”, algo confirmado con su autoridad añadida, por el propio Trump, en el acto por el 250 aniversario de la Armada, en la Estación Naval de Norfolk.

También queda involucrado el Departamento de Justicia, que como suele ocurrir, confunde su jurisdicción limitada a territorio estadounidense, con todo el territorio americano. Emitieron lo que denominan una “opinión legal clasificada” mediante la cual “autorizan ataques a una lista secreta de cárteles”, no nos importa dónde están, se escucha fuera de micrófono.

Coincidiendo con lo anterior, se conoce algo que sobra explicar, referido a que “Trump ha ampliado las facultades de la CIA, para realizar ataques letales y operaciones encubiertas” en la región. Es decir, involucrado todo el mundo, ¡dejen de hacer lo que hacían hasta ahora¡ dice el presidente desde el despacho oval, el ejército, la marina, la aviación, los espías y saboteadores también. Todo el paquete listo contra Venezuela.

A qué viene este inusitado corre corre? Ciertamente la variable tiempo avanza con creciente presión en contra de los que han estado impulsando el zarpazo contra una nación soberana de Nuestra América. Vamos por parte.

En primer lugar a estas alturas, Trump no puede seguir eludiendo el mencionado permiso parlamentario, de lo contrario quedaría sujeto a demandas y cuestionamientos graves por violación de la Constitución.

Además, recuérdese que el 13 de octubre se cumplen los 60 días establecidos por la Ley de Poderes de Guerra de 1973, que le obliga a comenzar el repliegue de sus tropas invasoras. Con la luz verde emitida por el Senado, obtiene cierto aunque debatible respaldo legal doméstico, para acometer cualquier acción intervencionista, preferiblemente antes de ese lunes 13.

Concurre adicionalmente otras circunstancias de orden más socio político. 

Por ejemplo, a principios de septiembre, se conoció una encuesta de la empresa internacional de datos y opinión pública YouGov, de amplio reconocimiento global, (ver: today.yougov.com) donde se muestra que el rechazo en el seno de la sociedad estadounidense a una invasión a Venezuela es del 53 % y solo el 18% lo apoya, sentimiento mayoritario incluso entre los que admiten su filiación al oficialismo republicano.

Por su parte, otra encuestadora, la Bendix/Amandi, vista como una de las más serias en todo el país, señalaba para sorpresa de algunos, que el rechazo a agredir a Venezuela es del 42% en el Condado de Miami Dade, justo donde se concentra una parte de la diáspora venezolana, un 35% la apoya y el 23% no opinó; lógicamente más allá de los tambores de la guerra que blande la ultra derecha venezolana, con particular ruido en el sur de la Florida, acompañados por la mafia cubanoamericana local, el ciudadano promedio no quiere que conviertan a Caracas en una Gaza.

Una aclaración oportuna, tanto You  Gov, como de Bendix/Amandi, tienen cero vínculo o relación de dependencia con el gobierno bolivariano o algo que se parezca al progresismo internacional, lo que es una obviedad porque en caso contrario no tuvieran el mencionado “reconocimiento”.

Sumado a lo anterior, está el enorme gasto que implica el despliegue militar, calculo que ya se ha publicado y que supone unos 1 500 millones de usd en tres meses y ya van para dos, en un contexto de cierre del gobierno federal, en que el Pentágono tiene que ver de dónde saca el salario de los expedicionarios invasores desplegados, la logística comprometida, e incluso conque comprar los ataúdes de las muy posibles bajas de los marines, aniquilados por la resistencia bolivariana.

Si estos elementos no fueran suficiente, emergió con inusitada cobertura mediática las trabas “burocráticas” impuestas desde el Congreso, promovidas por algunos legisladores demócratas, contra el involucramiento de unidades militares en una aventura bélica.

Se habla de trabas “burocráticas” porque el argumento fundamental esgrimido por los congresistas inconformes, no era por caso el respeto a la soberanía de un país de la Región, o que una incursión militar contra Venezuela viola flagrantemente el derecho internacional, no solo el estadounidense, que
desde luego no es el único ni el más importante para el resto del mundo.

Más bien, tanto los representantes demócratas del Comité de Asuntos Exteriores, como los senadores opositores enfocaron su rechazo en el interés en defender las prerrogativas que tiene el Congreso, buscando ponerle límites a las libertades “irregulares” que viene tomándose Trump con frecuencia.

También, en el más profundo sustrato político, los demócratas procuran con este tema, tributar a una eventual ruptura entre la base MAGA, que como se ha explicado otras veces, entiende su nacionalismo con esteroides con el no involucramiento del país en operaciones contra otros.
 
Como se conoce, este sentimiento que tiene sus orígenes en el llamado aislacionismo existente desde los inicios del imperialismo estadounidense, fue uno de los elementos más empleados en la campaña por Trump, está en el sustrato mismo del concepto de América Primero, fundamento cuasi religioso de los magas.

La insistencia del mandatario estadounidense respecto al Premio Nobel de la Paz, que incluye presiones desplegadas por Washington contra el comité noruego que otorga este premio, muestran la preocupación por venderle a la base trumpista que su líder es un adalid de la paz mundial, acorde con aquellas promesas electoreras.

Como parte de este contradictorio proceso, observadores locales advierten que “el avispero interno estadounidense está revuelto”, asegurándose que incluso en  el sector militar crece cierta “vergüenza e indignación”, por la manera con que Trump presume de los asesinatos a extranjeros “como política de Estado”, con el empleo de naves hiper artilladas contra diminutas supuestas narco lanchas.

Adicionalmente, y aunque es evidente que al inquilino de la Casa Blanca le importa poco o nada la opinión pública internacional, lo constatable es que se respira un creciente hastío contra la prepotencia imperial, pivoteado por el genocidio descarado de Israel en Gaza.

Súmese que ya existe bastante  contrariedad por la gestualidad y permanente estado de irritación fingida contra el resto del mundo, que usa Trump. En ese clima, unas 60 ONG de prestigio internacional se suman a la denuncia contra el peligro que se cierne contra Venezuela.

En resumen, la gente, el común, no tolera más guerra, ya sea en Europa, como en Nuestra América, o hasta los confines del mundo, allá en Camberra; la crueldad sionista desató una rebeldía popular global y como se ha expresado, tanto por los participantes, por las reivindicaciones y hasta por la estética de las protestas, estas comienzan a tomar un caris clasista, anti elites gobernantes y contra los oligarcas de cañones y toletes policiacos.

Por todo lo anterior y por otras razones que ni siquiera son visibles, lo cierto es que se acorta el margen de maniobra con que cuenta la administración para que el operativo dislocado en el Caribe, ejecute las indicaciones para lo que fue movilizado: invadir territorio venezolano.

Hay todo tipo de especulaciones sobre la dimensión del ataque. Por la dudas, explícitamente el titular de defensa bolivariano denuncia oportunamente acciones que van desde asesinar a un alto dirigente chavista, o destruir infraestructura vital como  la producción de gas, el sistema eléctrico venezolano, las fuentes de abastos de agua y cualquier otra cosa que ponga en jaque la calidad de vida de la familia venezolana.

Y desde luego no se descarta la incursión de super tropas, super entrenadas, de super marines en modo anfibio, o mercenarios locales encubiertos, a cuenta de la CIA y demás servicios estadounidenses, que suelen practicar el terrorismo de estado a solicitud de Washington, en terceros países.

Para mientras el gobierno bolivariano, el chavismo y todo el pueblo venezolano también han recorrido su propia ruta crítica, para elevar la disposición combativa, para solidificar los sentimientos patrióticos.

Prueba de lo anterior son los sucesivos ejercicios militares, puesta a punto de tecnología misilística y aeronaval o lo más importante, la masiva movilización popular en otro tipo de entrenamiento, democrático y autentico: llevar a los milicianos a los cuarteles y a los militares a las comunas, en una formidable y probablemente inexpugnable simbiosis defensiva.

En este contexto y atendiendo al agravamiento del peligro, el presidente Maduro anunció la activación del “Plan Independencia 200” incrementando el despliegue de fuerzas de misiles, drones,  el cierre parcial del principal acceso a Caracas viniendo desde el Caribe, así como la inmediata movilización en pie de guerra, de unidades de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la Milicia Nacional.

En el terreno diplomático Venezuela solicita formalmente una reunión al Consejo de Seguridad de las NNUU, para establecer la oportuna denuncia a lo que a todas luces parece ser un ataque inminente a su territorio, de parte de las fuerzas estadounidenses desplegadas en el Caribe sur.

En el ínterin, el Consejo de la Federación Rusa ratifica un acuerdo sobre cooperación militar con Venezuela, como respuesta “simétrica” a la amenaza proveniente de EEUU de que entregará misiles Tomahawk a Kiev; significa que Rusia puede desplegar cualquier sistema defensivo en Venezuela, previa coordinación con sus autoridades. Como se aprecia, la situación permite evocar la histórica crisis de los misiles o crisis de octubre de 1962.

Las cartas están echadas. Cualquier desenlace, el primer venezolano asesinado o el primer marine aniquilado, es responsabilidad en primer lugar del secretario de estado Mr. Rubio. Pero el secretario debe tomar muy en serio aquella advertencia, que se le atribuye al estadista alemán Otto von Bismarck, según la cual las guerras se sabe cuándo y cómo comienzan, pero no como terminan, y esta operación de “cambio de régimen” bien podría costarle su futuro.

Dice la última declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, emitida el 9 de octubre: “Cuba hace un nuevo llamado a movilizar la comunidad internacional para detener la acción bélica contra Venezuela”, rematando que “Una vez más declaramos nuestro firme e inquebrantable apoyo al gobierno bolivariano”…. Está todo dicho, por ahora.

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