Defectos y virtudes de Dos caras, la novela "cubana" de la Globo

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Defectos y virtudes de Dos caras, la novela "cubana" de la Globo
Fecha de publicación: 
1 Enero 2016
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Sucedió lo esperado: tras la infortunada decisión de volver a alternar novelas, Dos caras (CV, 9 pm) se tornó insoportablemente tediosa y arrastrada. El ‘milagro’ de la novela de ‘al lado’ ayudó a santificar la idea y, en apariencia, colmó la expectativa de ver ‘cubanía’ en la pantalla. Pero de las dos, la brasileña sigue siendo la ‘más cubana’ (por paradójico que suene).

Los colegas nacionales prefirieron centrarse en las asimetrías entre temática y arte, haciendo un raro hincapié en el divorcio de su realidad – que no conocen – en vez de resaltar el matrimonio con la nuestra (que se supone que sí).
Dos caras es crítica y la crítica asusta. ¿Quién va a decir que la Portelinha se parece a Centro Habana? No habrá allá un Juvenal Antena (aunque sobren los Marcos Pérez en Buena Vista), pero hay una Gislaine (con sus trencitas y contoneos), una Amara (chusma y desbocada), un José de la Feria (siempre pasado de tragos), una condesa (como la de Pogolotti) o un Ronildo (marginal antes marginalizado).

También hay ‘luchadores’ como Carlos, vendedoras ambulantes como Lucimar que ‘luchan’, pero de otra forma (bastante más honesta, para el sustento de los suyos). Los Dorgival, los Misael y las Madres Binas…  Los manganzones como Juan Batista, incluso sus Déboras y sus Antonios (generalmente en el exterior, de donde viene la plata, mientras que el ‘amor’ lo encuentran en ‘jóvenes camas nacionales’).

Están las mil formas de amar, tradicionales o no, el racismo de ambos lados, la abuela negra (que no se sabe dónde está y pronto ha de aparecer), el dengue, los dimes y diretes, incluso la religiosidad afro (tan maltratada en los audiovisuales cubanos), en combinación con un elemento nuevo: los evangélicos, menos visibles en la isla, pero presentes (y con idénticas dosis de intolerancia).  

Gente que concilia su día a día con las carencias de la vida y las ganas de vivir, que no cejan, como reza el texto de la canción-tema: E vamos à luta!

Cierto que Dos caras no es una novela perfecta. La mayoría de las líneas mal se desarrolla, postergando el folletín a favor del panfleto. María Paula, la protagonista, apenas sale. Ferraço, el gran villano, se agotó en la primera fase y un poquito más, mientras Silvia no pasa de una histérica esnob, cuyas acciones son tan forzadas como extremas.

La trama de Evilasio y Julia casi se redujo a cero. Nació el bebé y ya nada los anima. Claudio, el candidato a galán, perdió el puesto por ‘Narciso’ (¿?), aún más gris y ajado; en tanto Alcira, la ‘bailarina exótica’, no tiene más asunto desde que se juntó a Juvenal Antena.

La venganza, de arroz con pollo, se volvió sopa. Y de la sopa sólo queda el caldo, clarito y sin sustancia, cocinado a fuego lento, pues sabemos que Ferraço y María Paula al final terminan juntos.

Bárbara Carrera, una mujer con tanta vida como arrugas, sólo circula por los pasillos sentenciando de poco cada desenlace, sin provocar un viraje interesante. María Eva, es casi figurante y el núcleo de Passaredo sencillamente desapareció (según dicen por el embarazo de Vanessa Giacommo – Luciana).

Y es que volvemos a lo mismo: el lado denuncia se traga el culebrón, que cuando da la cara, a veces es descolorido y otras chillón y delirante. Sólo hay que ver el dilatadísimo episodio de Silvia, Renato y el lago o la caída de Silvia por la escalera, tras semanas y más semanas en los preparativos del cumpleaños.  

Así pues, la novela se vuelve aburrida para el espectador promedio, que por más que se lo pongan delante, no se reconoce en una historia ‘de afuera’, para colmo opaca y sin los encantos que éste espera de una producción rubricada por la Globo (eso incluye banda sonora, escenografía y otros valores formales).

Del dicho al hecho…

Aunque no parezca, Aguinaldo Silva, escribió lo mismo de siempre. Un pueblo, un mandamás, un burdel, beatas, chismes, política y politiqueros, y claro, la dosis de actividad paranormal de sus novelas de realismo mágico (que en el caso de Ezequiel se atribuye a un desorden psicológico, más que a una acción mística, según afirma el argumento).

Para sazonar los bajos ratings Silva injertó al ‘Caderudo’ de La indomable (1998), copiado a su vez de otra historia suya: Tieta (1989) con su ‘Mujer de blanco’. Como entonces ‘El Exterminador’ de damas desvalidas resultará una ‘gran sorpresa’.  

La premisa de Dos caras cambió varias veces. La penúltima intención era contrastar por completo Señora del destino (2004), su gran éxito previo, mucho más amena y convencional.

Nazaré sería Maria do Carmo y Maria do Carmo Nazaré. El ‘felomenal’, pero inculto Giovanni Improta se volvería Macieira, un intelectual de izquierda, que hoy reajusta sus valores.

El tema de la educación siempre estuvo en la mira, incluso iba a entrar en el título.   

En octubre de 2006, la historia iba a girar en torno de Leonor Villela, interpretada por Suzana Vieira (Blanca). Marília Gabriela (Guiguí a posteriori), sería la malvada.  

Meses más tarde, la cosa cambia: Eduardo Moscovis (Reginaldo en Señora…) sería el antihéroe y Carolina Dieckmann (la angelical Lindalva) su presa.

El prototipo: Romero Lago, jefe de la Censura Federal en los 70, que amén de una falsa identidad, tenía un pasado oscuro. El cambio de cara lo inspiró un caso real de un militante exiliado en Cuba que para volver a Brasil tuvo que operarse el rostro.

En febrero de 2007 se presenta el argumento*, pero incluso éste sufre cambios:

La favela se llamaría Mangueirinha (por la Mangueira, famosa escuela de samba).

Barreto tendría el secreto vicio del juego y los muchachones. Gioconda sería inicialmente Guinivère y tan dada a los prejuicios como la Gioconda # 1 de Silva (Te odio, mi amor, 1992). Maravillosa en la piel de Eloísa Mafalda.

Andrea Bisú sería mulata. Ezequiel textualmente execrado por la madre Bina. En vez ‘de la feria’ José sería ‘de la coles’, triunfaría y tendría una disquera. Su mujer, no podría concebir y adoptaría dos en Paraíba.

Heraldo, el hijo vago de Bárbara estudiaría derecho. Fernanda, la hermana, tendría un romance con Duda, el cineasta, originalmente un malandrín descarriado. Zenilda, la ex matrona de la madre, aparecía para chantajearla.

Antonio Fagundes y Suzana Vieira, volverían a ser pareja (de Por amor también es el nombre Blanca, usado, quizás por venganza, más que por falta de originalidad). Cosas de Aguinaldo Silva.

Juvenal, no sólo amaría a Blanca, sino habría incursionado ya en la política (que en la novela inicialmente desprecia).

Su empresa como concejal no había dado resultados, por sólo contar con el apoyo de sus ‘súbditos’ de la favela.
Gerardo Pescadero se llamaría Gumersindo. Dorginho tendría 16 años y Barretinho viviría loco por las top models. Cero menciones a si eran negras o eran blancas. Pero el ajuste es evidente.  

La casa del padre de Celia, sería objeto de disputa, por encontrarse entre el condominio y la favela. Al final, acabaría destruida y ahí encontrarían lingotes de oro y otros objetos de valor. Celia Mara, sería despreciada por el marido y acogida por Bárbara, la cual se interesaría por Macieira, formando así un triángulo amoroso entre la ex de Juan Pedro, el rector y la gobernanta de Ferraço.  

En vez de Francia, Silvia estudiaría en Suiza, tendría mejores niveles de salud mental y descubriría un esquema sucio en la construcción de la Avenida Rio Branco (en Río), tras encontrar antiguas fotos de su padre.

Dalia estaría a pan y agua en manos de un peligroso traficante. Amara sería la madre de Bernardinho y lo echaría de la casa. Ma. Eva (originalmente Evita, por la Perón), pasaría por las manos de Antena. Su marido Gabriel sería fan de Fórmula 1.

En la línea central hubo pocos cambios: Ma. Paula sólo frustra el compromiso (no la boda de Ferraço), y tampoco termina secuestrada, pues el villano logra convencerla para mantener silencio. Una solución bien pobre, que hace a Silva hundir más el bisturí.

La joven no descubría al estafador en la revuelta televisada, sino hojeando una revista con fotos de la apertura de la nueva sede universitaria, originalmente situada en el Centro.  

No constan ni la Condesa, ni muchos otros personajes como las mujeres del club (explotado por las presiones judiciales), Jojó, Edivania y un largo etc.

Pocos perciben que Dos caras nació para contrarrestar a Vidas opuestas (2006-2007), un éxito de la competencia, gracias a su trama fuerte sobre las favelas y los contrastes sociales. Pero como todo prefabricado sufrió por la falta de frescura y el deseo desmedido de choquear.

Ni siquiera los temas en los que más se luce le garantizarán un lugar en la historia (contrario a lo que afirmó su autor). Aún así, la TVC necesitaba saldar una deuda con esos sectores  que largo tiempo estuvieron reclamándola por el enfoque que hacía de la temática ‘raza’.

Si las cartas no se pusieron sobre la mesa y el debate no cuajó ahora, no cuajará más, porque elementos para ello le sobran…

*El periodista contrastó la telenovela con el argumento original publicado por el mismo autor

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