Premier 12: Sube el telón, baja el telón… mismas falencias y pie izquierdo (+ INFOGRAFÍA)

Premier 12: Sube el telón, baja el telón… mismas falencias y pie izquierdo (+ INFOGRAFÍA)
Fecha de publicación: 
10 Noviembre 2015
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Levantarse temprano, más de lo habitual en busca de un inicio victorioso, pero eso ya es agua pasada, pues inminente resulta la presencia del segundo acto de la novena cubana de béisbol en el Premier 12 ante Holanda, una de nuestras bestias negras en los últimos certámenes internacionales.

Digo una porque pudiera citar novenas de Estados Unidos, Japón, Sudcorea, Canadá, y hasta República Dominicana, todas de una manera u otra capaces de asestarnos estocadas al orgullo nacional.

En el caso de los canadienses, el primer desliz de Víctor Mesa y el alto mando fue enviar en rol de abridor al derecho pinareño Yosvani Torres. No se trata de poner en duda su calidad, pero los dirigidos por Ernie Whitt contaron con una alineación de siete zurdos, y no era secreto, ni siquiera para Víctor Mesa, la debilidad de sus contrarios ante serpentineros de la llamada mano equivocada.

Claro, Víctor es Víctor, y esta vez no quiso correr el riesgo de enviar al matancero Yoanni Yera a la colina de los martirios, especialmente luego de un performance endeble en los duelos amistosos disputados en Sudcorea.

Lo cierto es que los comandos de Torres (se caracteriza por su control) carecieron de la precisión de otras veces, y la presión inicial hizo mella en el guante de Rudy Reyes. Ese error, combinado con un envío a la altura de las letras que el experimentado Peter Orr, curtido al calor de más de 400 partidos jugados en las Grandes Ligas y 1 320 en las Menores, desapareció de las bardas. Hubiesen bastado esas dos anotaciones para sellar el veredicto, pero el castigo a Torres se redondeó con par de sencillos y otra anotación.

Llegaría un titán de 20 años, cuyo uniforme a simple vista parece quedarle inmenso, pero lo llena de coraje y pitcheos certeros. Se trata del zurdo Liván Moinelo, capaz de transitar impecable durante cinco episodios. Claro, en su sexta aparición afloraría el cansancio: más de 100 envíos, exactamente 120 —no suele superar como media los 70-80—, síntomas de merma en el sexto, cuando fue conectado con solidez y la defensa lo respaldó, especialmente el guantanamero Julio Pablo Martínez. Segundo error a la hora de mover las piezas. Cómo explicarse que en un bullpen fresco nadie pudo asumir el rol de mantener el marcador, señal de que ni Víctor, ni el resto de su plana mayor, tenían confianza suficiente en los restantes serpentineros. La vida y la falta de tino nos castigaron, dos anotaciones que se antojaron un balde de agua fría, aderezadas con un wild pitch inoportuno del siniestro cienfueguero Norberto González.

Ya el destino en el bien llamado inning de la suerte, el séptimo, estaba echado.

Eso, sin contar que del lado opuesto el diestro Chris Leroux emergió airoso de sus esporádicos aprietos ante nuestra tanda, y con la split fingers (recta de dos dedos) y el cambio orquestó seis ceros a ritmo de ocho ponches, tres inatrapables y una limpia.

Cabría preguntarse: ¿Qué función cumplían Yosvany Alarcón, Yurisbel Gracial y compañía? Si bien es cierto que Víctor echó mano de ellos, también lo es el hecho de que lo hizo en las postrimerías, un tanto tarde desde mi perspectiva.

Nuevamente afloró el fantasma de nuestras armadas en los últimos eventos internacionales: la endeble ofensiva. No solo no descifraron los envíos de Leroux, sino que además, zozobraron antes. 

Los veloces disparos del zurdo Andrew Albers, un relevista situacional de flema ante oponentes de su mano. Dominó a Malleta en manso roletazo. Instante que pudo prestarse para un bateador emergente derecho. También cuestionable la salida al robo de tercera base de Lourdes Yunierki, amén de llegar safe, pero con cuatro carreras debajo…

De cerrar la ruta se encargó el también diestro Scott Ricmond, de cutter endiablada y curva eficaz. El trío se encargó de desnudar por enésima ocasión la batería de la Mayor de las Antillas: otra vez el pobre balance, de nuevo la discriminación, lejos de aceptable siquiera.

En pocas horas, los nuestros irán de nuevo al ruedo ante Holanda, plantel al cual no le hemos arañado la carrocería en el último lustro en lides de mayor nivel y que también pugna por uno de los puestos de vanguardia en la llave B, lo cual les evitaría un cruce tentativo con Japón o Sudcorea, quienes a juzgar por su roster, deben comandar las acciones en la A.

De ahí la urgencia de la tropa de Víctor por imponerse, con las lecciones de otro desliz ante los canadienses frescas. Por cierto, los norteños enviaron a la grama a siete de los nueve hombres que colocó Whitt aquí el 14 de julio pasado, cuando nos derrotaron 3-1 en los Juegos Panamericanos de Toronto, aunque en distintos turnos al bate. A los que sí mantuvo en el mismo orden fue a tercero, cuarto y quinto (Tyler O' Neill, Jordan Lennerton, René Tosoni), y el trío se fue de 14-5.

El diestro capitalino Frank Montieh abrirá el crucial desafío; en lo adelante, todos lo son, mientras no quisieran los nuestros ver subirse al espigado y veterano mañoso Rob Cordemans. Ojalá Montieh camine y no haya que echar mano del bullpen antes de tiempo, pues al menos hasta dentro de otras dos batallas no se podrá contar nuevamente con el corajudo Moinelo.

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