Crónicas desde Astaná: Japón, el judo y los intrusos
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No solo son las medallas. Es la disciplina, la elegancia y la espectacularidad juntas en un ippón, así como la sonrisa feliz por dominar lo que ellos crearon, tal y como van haciendo en este XXXI campeonato mundial.
Este miércoles, durante la tercera jornada de la competencia llegaron, como siempre, bien temprano al tatami de entrenamiento, se robaron un cuadrante bastante grande de la parte izquierda y todos, entrenadores y judocas, sacaron sus judoguis para esos primeros ejercicios, los imprescindibles si se quiere ser campeones.
Ellos traen a estas citas más deportistas que los inscritos, solo para ayudar en los randoris y en el trabajo previo al combate. Los ojos de no menos de tres preparadores observan y aconsejan. Con voz baja, casi imperceptible para el resto que no sean ellos, le van indicando a sus alumnos qué técnica repasar, qué tiempo resta para salir al combate oficial, cuántas debilidades tiene el contrario a enfrentar.
A ese judo casi perfecto, que tiene 279 preseas mundiales, de ellas 118 oros, no solo se le admira, sino que se respeta con una apropiación sana, hecha por cada nación de América, Europa, África y Asia, cuales intrusos que llegan a este deporte para demostrar que nada es imposible, pues los ippones van y vienen de un lado a otro, aunque siempre un poco más para el lado japonés.
Y Cuba es de esos “intrusos”, que desde las décadas del 70 y 80 del siglo pasado comenzó a poner también su ritmo en el judo, con hombres y mujeres que fueron campeones olímpicos (el primero, Héctor Rodríguez en 1976) y mundiales (Estela Rodriguez inauguró la senda del orbe en 1989).
Desde entonces, Japón miró a Cuba de Isla a Isla, pero con el celo de que uno de sus talismanes culturales y deportivos más sagrados pudiera peligrar un día. Y pasó en 1995, cuando la selección femenina en la localidad de Shiba, en casa del trompo, ganó como equipo el primer campeonato universal. Luego lo hicieron en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y la edición del orbe celebrada en El Cairo 2005.
En todos estos años, Cuba suma 73 preseas con 18 coronas incluidas (16 de las mujeres) en certámenes del orbe. Y es quizás de las más “intrusas”, porque delante en el medallero histórico solo la aventajan, además de Japón, Francia, Corea del Sur y Rusia.
Tras la tercera jornada del mundial en Astaná, no pocos volvimos a la historia de este centenario deporte. Los japoneses ya manda con tres coronas en seis divisiones disputadas. El resto ha quedado en los pechos de Argentina, Kazajistán y Sudcorea. Cuba espera y confía en que lo mejor está por venir, tras las derrotas de sus primeros seis representantes, quienes no han avanzado de la segunda ronda.
Pero queda tiempo. Y si Japón es el padre del judo, nosotros somos unos “intrusos” que jamás perdemos las esperanzas, aunque nos falte esa magia para marcar yuko, wazari e ippones que ellos regalan por doquier.
Resultados de la tercera jornada
57 kilogramos
1 Kaori Matsumoto JPN
2 Corina Caprioriu ROU
3 Automne Pavia FRA
3 Sumiya Dorjsuren MGL
73 kilogramos
1 Shohei Ono JPN
2 Riki Nakaya JPN
3 Chang-Rim An KOR
3 Nyam-Ochir Sainjargal MGL
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