La pasarela cubana

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La pasarela cubana
Fecha de publicación: 
16 Julio 2015
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El más reciente ha sido el cineasta norteamericano Francis Ford Coppola, de visita por estos días en La Habana, donde aseguró que se siente "feliz" por la nueva etapa en las relaciones entre la isla y su país.

Pocos días antes, llegó la cantante boricua Olga Tañón, quien aunque ya había estado años antes en el recordado Concierto por la paz que organizó el colombiano Juanes, no quiso dejar pasar esta nueva oportunidad a las puertas del deshielo.

A pesar de que las restricciones de viajes de norteamericanos a Cuba no han desaparecido, sino que apenas se han flexibilizado, son muchos los estadounidenses que ya se han tomado el mojito de bienvenida en la isla prohibida.

Hace unos meses, el conocido comediante estadounidense Conan O’Brien emitió el primer late night estadounidense grabado en la isla en más de medio siglo. Otros, como Naomi Campbell y Paris Hilton, asistieron al último festival del Habano y hasta se fotografiaron con el hijo de Fidel Castro.

Desde mucho antes del 17 diciembre pasado, cuando los gobiernos de Cuba y Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de relaciones, otras estrellas norteamericanas se las habían arreglado para visitar La Habana. El propio Coppola, Beyoncé y Jay-Z, Jack Nicholson o Steven Spielberg, pisaron antes estas calles. Pero no hay dudas de que los últimos meses han sido moviditos en este sentido.

También desde otras latitudes aumentan ahora los visitantes célebres, aunque de momento se trata más de viajes privados.

En cuanto a conciertos y actuaciones los cubanos seguimos a la zaga. Las grandes giras no tienen a Cuba dentro de sus paradas, a veces por el bloqueo estadounidense aún vigente o porque es imposible recaudar a la par de otros países con los ingresos medios cubanos, así que son pocos los artistas conocidos que se animan a actuar de gratis.

En lo que sí coinciden casi todos, famosos y simples mortales, es que quieren visitarnos “antes de que cambie”, temiendo que la isla esté pronto inundada de McDonald's y Starbucks.

Es que muchos, norteamericanos y europeos, nos ven desde la ventanilla de un Cadillac de los años cincuenta, como un inmenso parque temático donde parece haberse detenido el mundo. Mientras, para los rusos del siglo XXI, llegar a Cuba es como viajar en la máquina del tiempo a la época soviética, y no sólo por los Ladas que inundan La Habana.

No se puede negar que, para bien en unas cosas y para mal en muchas otras, somos diferentes al resto del mundo.

Independientemente de nuestro atraso tecnológico casi cavernícola en muchos sentidos, en ninguna parte ocurren los disparates cubanos, que para nosotros son cotidianos y que dejan boquiabiertos a más de uno.

Pero a su vez, pocos países de este globalizado planeta pueden presumir de calles sin violencia o de no tener niños sin escolarizar. En cosas como esas también somos diferentes.

De cualquier manera, ojalá los que nos visitan lo hagan cada vez más por esos motivos, y por lo que hemos sido tradicionalmente, gente abierta, hospitalaria y honesta. Y no que lleguen con mentalidad de parque zoológico, donde se ven los animales desde fuera, pero a nadie se le ocurre meterse en las jaulas.

Somos en primer lugar los cubanos, responsables de la imagen que se lleven de nosotros y de ser los protagonistas de nuestra propia pasarela.

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