Gretel Morejón: La humildad de un cisne

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Gretel Morejón: La humildad de un cisne
Fecha de publicación: 
3 Julio 2015
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Con apenas 26 años, Gretel Morejón ha encarnado roles protagónicos en difíciles pas de deux. Don Quijote, Cascanueces, El lago de los cisnes. Aunque algunos la visualizan mejor en la Kitri de Don Quijote, la miro de cerca y en serio parece un cisne esta joven habanera que ya ha representado a la Escuela Cubana de Ballet en escenarios internacionales. A los críticos asombra su virtuosismo, la ejecución limpia de sus movimientos, y a esta periodista: la humildad en sus palabras.

 

«Comencé con nueve años de edad. Frente a mi casa vivía un maestro de ballet, antes primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba. Me vio con condiciones físicas de figura, porque yo no había puesto ni empeine. Me preguntó si quería hacer las pruebas. En menos de un mes me entrené para hacer las pruebas de L y 19. Aprobé casi por los pelos».

 

¿Hasta qué punto es importante la disciplina en la vida de una bailarina?

 

«La disciplina es la base; si no eres disciplinada, no logras nada. Uno se levanta temprano desde que es niño para recibir sus clases. El ballet es como un sacerdocio; el bailarín no es una persona, es un bailarín».

 

¿Qué importancia le atribuyes a tener un buen partner?

 

«Es muy importante que exista confianza entre los dos, es como si fueran una pareja normal de la vida diaria, necesitas tener química con esa persona sobre el escenario. Yo necesito que algo en esa persona me encante, que le mire a los ojos y encuentre algo que me pueda emocionar».

 

¿En qué momento descansas?

 

«Todo el tiempo me siento cansada. Estar al lado de la barra me hace sentir que mi cuerpo está realmente preparado, pero el momento que más odio del día es cuando hay que abrir los ojos y caminar».

 

Has tenido la oportunidad de representar a la escuela cubana…

 

«Así es, hace poco estuve en Bulgaria. Conocí a bailarines estupendos. Ahí fue que supe que nos falta por aprender; tenemos una gran escuela, pero sin perder nuestras raíces, nosotros debemos absorber lo mejor de otros lugares y en definitiva, conocer otros estilos, otras maneras de bailar».

 

¿Qué opinión te merece la danza clásica en nuestro país?

 

«La compañía es muy joven, el promedio de edad es de 25 años, por lo que hemos ido perdiendo la costumbre de mirar a alguien con experiencia. Todos somos muy jóvenes y el cambio es casi constante».

 

¿Cuál es el mayor premio?

 

«Es pararse en un escenario y sentirse, no solamente aplaudida, sino que el trabajo diario ha rendido fruto. El escenario siempre es más complicado que el salón. Lo sientes desde muy adentro».

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