ESTRENOS DE CINE: Eternamente comprometidos
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Bastante de esta fórmula tiene Eternamente comprometidos, -Five year engagement su título en inglés- del guionista y director Nicholas Stoller, un filme cuyos saltos temporales funcionan como propulsores de la risa.
Estamos en presencia de una comedia romántica que, utilizando las reglas y cánones del género, esgrime un guión audaz y unos intérpretes portentosos (Jason Segel y Emily Blunt) para ofrecer un discurso, -frívolo solo en apariencias-, sobre la callada evolución que ocurre dentro de las relaciones de pareja, esa que incluye el tránsito de la pasión la madurez.
Stoller vuelve a colaborar en el guión de esta cinta con el actor Jason Segel (principalmente conocido por la estimable serie Cómo conocí a tu madre) y por la estupenda Forgetting Sarah Marsall, conocida en el mundo hispano como Paso de ti. Si en esta cinta Segel y Stoller diseccionaban -con acierto- el trauma de una ruptura desde el punto de vista masculino, en Eternamente comprometidos retratan los altibajos inherentes a la relación de pareja, así como lo difícil de la conciliación de los intereses profesionales y los personales y -eterno tópico- el miedo al compromiso.
Eternamente comprometidos apresura hábilmente ese primera etapa de enamoramiento (reducido a un flashback recurrente que funciona como divertido gadget en una fiesta de disfraces), para profundizar en los vaivenes y dificultades que entraña, inevitablemente, toda relación emocional entre dos personas… Y lo hace a través de la historia de Tom y Violet, unos jóvenes que, después que se comprometen, vivirán una serie de catastróficas desdichas que los llevarán a retrasar repetidas veces su casamiento. Los desencantos cotidianos, los dilemas profesionales (él renuncia a su trabajo de chef y su vida en la gran ciudad para que ella pueda progresar en su doctorado) van generando una latente frustración en la pareja. La erosión de los pilares que la sostienen se evidencia en los crecientes reproches y el silencioso resentimiento entre ellos.
Eternamente comprometidos (2012) -tercera película de Nicholas Stoller como director, tras Forgetting Sarah Marsall (2008) y Get Him to the Geek (2010) deja la sensación -por su reflexión sobre la naturaleza humana y la radiografía de las relaciones de pareja- de ansiar trascendencia:
La película trata sobre el miedo al compromiso que implica un matrimonio. Lo identifica como la pérdida de la propia identidad. Y solo después de los muchos vaivenes emocionales de los protagonistas, acaba reduciéndolo a una decisión impulsiva y apasionada, que nada tiene que ver con la compenetración de la pareja. (Quizás Stoller se afane en decir que el matrimonio es algo irracional, que es algo que se debe hacer sin pensar demasiado. Al menos, en esta cinta, mientras más los protagonistas lo piensan, menos cerca están del altar).
También, resulta interesante cómo el filme refleja sin tapujos ciertos miedos de la sociedad norteamericana actual, y varias veces apunta su comicidad hacia alusiones -hasta cierto punto- políticamente incorrectas, como aquellas que hacen mención a los sucesos del once de septiembre en Estados Unidos, o a la religión judía.
Además de gozar de un sentido del humor tan original como inspirador (la discusión entre hermanas con las voces de los muñes Muppets o el jocoso uso del famoso tema Cucurrucucu Paloma, de Caetano Veloso, Eternamente comprometidos consigue identificar al espectador con sus protagonistas y logra hacer entender sus posturas emocionales, a la vez que provoca la más robusta de las risas.
Stoller muestra una estructura narrativa sagaz, que maneja con soltura la elipsis y el flashback, cuyo más notable quebranto es su innecesaria extensión. Unos minutos menos podrían habernos ofrecido una comedia romántica de referencia.
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