El último rinoceronte blanco del planeta vive bajo custodia armada

La conservación de su especie, conformada por este animal de 42 años y cinco hembras más, depende únicamente de su capacidad para reproducirse. Por ello, las autoridades de la reserva keniana de Ol Pejeta Conservancy, situada en Laikipia, han dispuesto tales medidas para impedir cualquier posible atentado contra su vida.

Los conflictos armados, el tráfico ilegal de animales, la caza furtiva, y la matanza de especies para comercializar sus partes han arrastrado al rinoceronte blanco al borde de la extinción. El cuerno del animal se vende por más de 55 000 euros el kilo en Asia, sobre todo en China y en Vietnam, donde se cree tiene propiedades medicinales. En realidad, sólo contiene keratina, la misma sustancia que compone las uñas de los humanos.

Solo quedan cinco rinocerontes en la Tierra, de ellos tres en Kenia. Junto a Sudán, en la reserva viven dos hembras con las que podría reproducirse pero las condiciones físicas de estas lo impiden.

En consecuencia, se buscan alternativas científicas para garantizar la conservación de la especie. Los científicos y defensores del medio ambiente esperan que un día se puedan concebir rinocerontes por fecundación in vitro, "bebés rinoceronte probeta" que se implantarán en madres portadoras de otra subespecie. Pero antes, los rinocerontes blancos del norte morirán uno por uno, sentencian expertos.

Las imágenes de Sudan acompañado de guardas fuertemente armados han sido difundidas durante las últimas semanas coincidiendo con la puesta en marcha una campaña internacional de recogida de fondos para ayudar a mantener el servició de vigilancia y protección de rinocerontes.

La campaña está siendo liderada por Robert Breare, jefe de la oficina de operaciones de la reserva de Ol Pejeta Conservancy, en Kenia, y ha recaudado el equivalente a 33 000 euros. El proyecto se mantiene abierto con el objetivo de superar el equivalente a 100 000 euros.

"Hay posibilidades de que asistamos a la desaparición de una especie.Esa es la realidad, morirán aquí", resume Richard Vigne, director general de la reserva keniana."Es un símbolo de lo que los humanos le hacen al planeta, no sólo concierne a los rinocerontes", asegura.