Entrevista a Dayron Robles: A Londres sobre vallas… pero ¿la vida sigue igual?
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Fotos: Ricardo López Hevia
“La vida sigue igual”, no importa la diferencia generacional, muchos consideran esa canción como un éxito de la balada romántica, y no solo eso. El tema del cantautor Julio Iglesias está estrechamente vinculado a su vida y la época en que estaba metido de a lleno en el mundo del deporte, como tercer portero del “mega” club futbolístico Real Madrid.
Ciertamente decir que en el deporte la vida sigue igual, casi siempre se traduce en dificultades, por la sencilla razón que la ausencia de cambios implica carencia de desarrollo o impedimentos en la consecución del mismo.
Al decir del campeón olímpico y recordista mundial de los 110 metros con vallas, Dayron Robles (12.87) la ausencia de reconstituyentes para complementar la rehabilitación tras cada sesión de entrenamiento, y otros materiales que aseguran la recuperación de los atletas los ha afectado.
“He tenido que buscar la motivación hacia lo individual, esencialmente porque con 25 años estoy en plena madurez deportiva, y quiero mantener mi nivel como vallista. Estoy sediento de resultados y esta temporada es crucial, con el Mundial bajo techo en Estambul, Turquía (del 9 al 11 de marzo) y luego los Juegos Olímpicos de Londres. Pero realmente nos hemos sentido sin respaldo, incluso con cierta incertidumbre, pues aún no tenemos definido cuando partiremos a la gira, si el equipo médico nos acompañará, y sobre esas bases la planificación no ha tenido todo el rigor de otras veces”, sentenció el obstaculista guantanamero.
“A eso súmale que el entrenamiento se corrió por la fecha de celebración de los Panamericanos de Guadalajara, pero a pesar de eso encaro la etapa de preparación especial con mucha intensidad.
"Física y psicológicamente estoy en óptimas condiciones, en el 2010 tuve deudas de entrenamiento y me impuse en la lid del orbe en Doha con 7.34, la tercera mejor marca de todos los tiempos en los 60 metros”.
Eso no es todo, el considerado por muchos como mejor vallista del planeta en la actualidad, posee tres de los 10 mejores registros de todos los tiempos en dicha distancia y otros tantos en los 110, incluida la plusmarca absoluta, argumentos más que suficientes para buscar en el primado sobre pista cubierta y en rebajar el que ostenta al aire libre, incentivos adicionales.
EN LA BALANZA, EL CRITERIO DEL MEJOR MENTOR
Sobre sus hombros pesa la formación de vallistas de la casta de Dayron Robles, Anier García, Emilio Valle, Yoel y Yunier Hernández, Erick Batte y ahora otra estrella en formación, el joven artemiseño de 20 años Orlando Ortega.
“Tenemos la madera para contar con dos finalistas olímpicos en Londres, y bien pudieran ser medallistas ambos. Si finalmente partimos todo el equipo a principios de febrero para la gira invernal, iremos por grandes propósitos, en especial por la excelente forma en la que se encuentran los muchachos. Claro eso sí, hasta ahora, como ha sucedido en años anteriores la incertidumbre ronda sobre el equipo médico y la fecha de salida”, sentenció el avezado entrenador Santiago Antúnez.
“Estamos en plena etapa de preparación especial, trabajando intensamente los ejercicios con las vallas y tramos. Dayron tiene proyectadas tres carreras previas al mundial de Turquía, pero atendiendo a su forma pretendemos tirarle al récord de 60 metros con vallas al término de ese primer macro. Dayron Capetillo y Orlandito deben estar en el entorno de 5-6 competencias. Los tres, y el resto del grupo, está listo para hacer grandes cosas. En el caso de Ortega, sorprende por su potencia en los últimos 50 metros y lo técnico que es atacando las vallas. Si mantiene sus progresos debe estar en el entorno de los 13.20 segundos para la final olímpica, aunque con los 13.29 que ostenta hoy, es finalista”, puntualizó muy seguro de sus pupilos Antúnez.
Mucho trabajo rodea la materialización de buenos resultados a nivel universal en el deporte rey, especialmente en los 110 metros con vallas, una prueba tan técnica. Sencillamente no es cosa de coser y cantar. Nosotros, depositemos nuestra confianza en nuestros prestigiosos obstaculistas, y que sepan imponer su casta, potencia, ataque felino a las vallas para que el brillo de una o más preseas corone el trabajo de cuatro años de esfuerzo.
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