Mijaín e Idalys: Íconos de ébano del deporte cubano

Nuevamente, fieles a otros tantos guiones de cierre de año, Mijaín e Idalys se erigieron como los mejores exponentes del músculo en el 2014, selección que estuvo amparada en esta oportunidad por 105 votos a razón de 66 a la cuenta de instancias del Inder, y 39 por parte del Círculo de Cronistas Deportivos de la Unión de Periodistas de Cuba.

Pero no son los 85 votos del gigante de ébano de Herradura, as universal por quinta ocasión, esta vez en Tashkent, Uzbekistán; ni los 55 —en dura porfía con la pertiguista Yarisley Silva— de la mejor judoca de la cita del orbe en Cheliabinsk, Rusia, la esencia de estas líneas.

Pasa por los deportes de combate (boxeo, judo, lucha, taekwondo y esgrima), su proyección de cara a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, cabe recordar que en Londres 2012 cuatro de los cinco cetros correspondieron a dichas disciplinas. Por un primer avance en el contexto centrocaribeño de Veracruz (se combinaron de conjunto para agenciarse 37 vellocinos), las posibilidades reales en los Panamericanos de Toronto, y las clasificaciones olímpicas en los mundiales del 2015 o cualquier otro escenario.

De Mijaín poco queda por decir, si bien Teófilo Stevenson desde mi óptica constituye el deportista más emblemático del pasado siglo, el vueltabajero de 32 años de edad dará mucho de qué hablar en este siglo 21, especialmente si logra ceñirse su tercera corona en línea bajo los cinco aros en suelo carioca.

Imaginen que la Unión Mundial de Luchas (UWW por sus siglas en inglés) decidió extender la categoría más pesada del estilo grecorromano de 120 a 130 kilogramos, prácticamente para prolongarle su ciclo como gladiador activo. Verdadero maestro en el arte del desbalance, Mijaín es un deportista de pueblo, de esos que baila a pierna suelta con los Van Van —esto último nadie me lo contó, lo presencié en el concierto del tren musical de Cuba en la escalinata de la Universidad de La Habana—, y si de trenes se trata… Impecable en tierra jarocha, en el internacional Granma donde comenzó a carburar en serio; en Tashkent recetó 27 puntos a sus adversarios, y solo permitió dos en su pleito inicial frente al anfitrión Murodjon Tuychiev.

La artemiseña Ortiz continúa patentando que la división súper completa del judo es la que históricamente se sustenta en sólido pedigrí. Estela Rodríguez y Daima Beltrán se encargaron de precederla con honores. Puntera del ranking del orbe en + 78 kilogramos, Ortiz es en extremo técnica y fiel al planteamiento táctico. De lo contrario, cómo explicarse que con 95 kilogramos les propine ippones a homólogas que la superan en talla y peso corporal.

Dos reinados del orbe en línea, sumados al título en la ciudad del Big Ben en el 2012, y par de coronas (individual y por equipo) en la justa veracruzana, la convierten en la deportista más dominante en el mundo de los tatamis actualmente; de ahí que su tercera distinción en línea se considere más que merecida.

Lo cierto es que tanto Mijaín como Idalys se perfilan como las bujías indiscutibles del movimiento deportivo cubano de cara a futuros compromisos de envergadura notoria. Sin pecar de Nostradamus y a excepción de la esgrima (dista mucho en la actualidad del nivel que exhibían en su época dorada de los 90 de la centuria precedente), nuevamente en las disciplinas de combate a las cuales se sumará el campo y pista y alguna grata sorpresa como la del pistolero rápido Leuris Pupo en dominios británicos, descansarán las posibles claves en Río de Janeiro.

Una confrontación sin precedentes, pues los anfitriones, con el total apoyo del gobierno de Dilma Rousseff, e incluso desde la presidencia anterior de Luiz Inacio Lula Da Silva, han potenciado de manera insospechada el desarrollo del deporte: recursos, organización de certámenes, construcción de instalaciones de primer nivel, la ciencia aplicada al deporte… en fin. Pero créanme, pocos de sus exponentes poseen esa estirpe de los atletas cubanos, que se ajusta a la medida de Mijaín e Idalys.