La otra esquina: ¿Esta sí tiene la llave?

La otra esquina: ¿Esta sí tiene la llave?
Fecha de publicación: 
24 Septiembre 2014
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Aspectos básicos como la empatía del público con los personajes a partir del planteamiento de situaciones verosímiles, además del necesario «enganche» desde los primeros diálogos, parecían relegados al lugar de hipótesis olvidadas en medio de promociones que auguraban espectacularidad y aciertos jamás alcanzados.

Con tales antecedentes, el dinamismo de La otra esquina oxigenó la pantalla. En la producción dramatizada con idea original de Yamila Suárez y dirección de Ernesto Fiallo, es notable a simple vista la elección acertada de un elenco conformado por actores de gran prestigio en la televisión, el cine y el teatro.

Sin embargo, tal y como han evidenciado telenovelas y teleseries anteriores, no es este aspecto la clave absoluta para que un audiovisual capte la atención del público, como tampoco es del todo determinante el tantas veces llevado y traído presupuesto destinado a su realización.

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Tales factores deben confluir en armonía, pero siempre respaldados por un guion coherente, historias creíbles y personajes bien diseñados. Algo que, hasta el momento, parece logrado en La otra esquina.

Desde el capítulo inicial, la telenovela apuntó a promover el debate, tanto a partir de los temas propuestos a modo de representación de la realidad cubana actual, como también en cuanto a su efectividad en la forma de plantearlos y su concepción misma como producto audiovisual.

La vivienda, el machismo, las relaciones entre los miembros de la familia y la presencia de adultos mayores, son algunos de los tópicos propuestos, concebidos además en tramas finalmente equilibradas otra ausencia bien sentida desde… ¿Santa María del Porvenir? entre el drama y los toques de humor.

Tenía el reto La otra esquina de aparecer luego de un verano cargado con la brasileña Avenida Brasil durante toda la semana. Esto más bien ya impulsaba el deseo de consumir algo hecho en casa; en cuanto a retos se planteó uno mucho más fuerte que la historia de Nina y el tiradero. Se trata de la teleserie Blanco y negro no, que suscitó los más disímiles comentarios, pero atrapó a una buena parte de un público bien diverso que en buena medida se sintió representado en muchas de las situaciones y personajes. Me atrevería a decir que Blanco y negro no movió ciertas nostalgias de cuando se hacían buenos dramatizados en Cuba, tal vez con menos presupuesto que ahora. De ahí el desafío de La otra esquina al entrar en la pequeña pantalla.

En cualquier caso, se ha ido acomodando por sí solo en los hogares cubanos, sin necesidad de propaganda estrafalaria ni entrevistas a todo el equipo de trabajo al mismo tiempo. Ya veremos qué sucede con La otra esquina, a lo mejor esta sí tiene la llave para revitalizar la producción de telenovelas en Cuba.

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