La Patrona de Cuba: una leyenda de más de 400 años
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Cuentan que Juan Pablo II, durante su visita en el año 1998, la llamó “La Reina de los Cubanos”, que se encomendaban a ella los mambises de la guerra de 1868, y que el intelectual Jorge Mañach afirmó que “No hay patria sin la Virgen de la Caridad”.
Lo cierto es que la relación de complicidad entre cubanos y advocación cubana de la virgen María, madre de Jesús, comenzó entre los años 1612 y 1613, cuando dos hermanos indios y un negrito fueron a buscar sal a la bahía de Nipe –ubicada en la costa norte del oriente de Cuba- y divisaron su imagen sobre el mar.
Se dice también que fue llevada hasta el poblado Real de Minas, muy cerca de la antigua villa de Santiago de Cuba, donde se abría una las mayores vetas de cobre a cielo abierto de América.
Los vecinos recibieron el hallazgo como una buena señal y construyeron una ermita para que sirviera de templo.
El hecho singular motivó que emergiera un pedazo importante de la cultura, nacionalidad e identidad del país, se imbricó con el imaginario popular desde sus orígenes, hasta recibir la bendiciones de los últimos dos papas de la Iglesia Católica.
Con la misma devoción, la Virgen Mambisa, como también se le conoce, recibió como ofrendas los grados e insignias militares de las tropas españolas e insurrectos mambises, soldados de la dictadura de Batista y del Ejército Rebelde, comandado por Fidel Castro.
Nicolás Guillén, el poeta nacional, sucumbió a su misticismo y con esa picaresca prosa que lo caracterizó, dedicó algunas de sus letras: “Virgen de la Caridad, que desde un peñón del cobre esperanzas das al pobre y al rico seguridad. En tu criolla bondad ¡Oh madre! Siempre creí, por eso pido de ti que si esa bondad me alcanza, des al rico la esperanza, la seguridad a mí”.
Cuentan que el Premio Nobel de Literatura, Ernest Hemingway, entregó la medalla que le otorgaba esa distinción a la venerada Patrona de Cuba, como reconocimiento al pueblo cubano, inspirador de su obra El viejo y el mar.
Fueron los veteranos de la gesta independentista quienes durante la República solicitaron y consiguieron, en 1916, que fuera proclamada Patrona de Cuba por Su Santidad Benedicto XV.
Recibió las bendiciones de dos sumos pontífices; primero en 1998 el Papa Juan Pablo II bendijo y coronó la imagen, y este año, Benedicto XVI le ofrendó La Rosa de Oro, condecoración otorgada a personalidades católicas y recibida por algunas advocaciones de la Virgen María.Cada ocho de septiembre, cuando feligreses y no creyentes acuden hasta la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, recibe las muestras de respeto del pueblo cubano.
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