Centrobásket (f): ¿Decimosexto pastel significa óptimo estado mundialista?
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A veces la vida te coloca en una encrucijada. Les confieso a todos que luego de concluir el Centrobásket femenino en Monterrey, México, del cuál las cubanas emergieron con su decimasexta guinda, digo trofeo, con éxito de 58-47 sobre Puerto Rico, su rendimiento me forzó a colocarme en una con análisis vs. efectividad a ambos lados.
Lo digo con la luz larga puesta y la alerta en función de un indicador de juego que desde hace algún tiempo viene golpeando a las nuestras: su contundencia encestadora. Esa misma que las dejó fuera del Mundial de la República Checa en el 2010, que les pasó factura cuando gozaban de ventaja sobre Argentina en el preolímpico rumbo a Londres 2012.
A propósito de preolímpico, el título en suelo azteca nos proporcionó el visado para esa justa del 2015, además de los Juegos Panamericanos de Toronto.
Volviendo a mi desmontaje del certamen y siguiendo los hilos del performance antillano, aún no me atrevería a afirmar que las nuestras están en condiciones de imponerse en Estambul, Turquía, sede del Mundial de la disciplina entre el 27 de septiembre y el 5 de octubre a Sudcorea o Bielorrusia, dos de nuestras rivales en el grupo C, pues Australia, todos conocen que está a otro nivel. Vayamos por pasos, el primero de ellos el referido partido final ante las chicas de la Isla del Encanto, prácticamente amparadas en la ventaja del primer cuarto (15-6). Luego la paridad fue la tónica del desafío (14-14, 16-14,13-13), pese a la superioridad en materia de calidad y experiencia competitiva que poseen las discípulas de Alberto Zabala sobre sus homólogas.
Siendo realistas y objetivos las estadísticas dejaron mucho que desear, con la inefectividad en rol protagónico, desde las pérdidas de balón, 22 por 17 las boricuas, hasta sus porcentajes de tiro: de 57-20 para un pobre 35% de campo; de 13-1 más allá del perímetro y fatal 8%; y de 24-17 en las tiradas libres para un discreto 71%. De ahí su famélica puntuación inferior a las 60 unidades, cuestión a la que debemos sumarle escasas 12 asistencias y 18 faltas personales. Su salvación la hallaron bajo los tableros, con un dominio evidente y 49 rebotes ante 29 de sus oponentes.
Indicadores colectivos que ante contrarios de mayor rango, talla y kilometraje que las baloncestistas enfrentadas en suelo azteca, como las sudcoreanas y las bielorrusas, no podrán darse el lujo de exhibir.
Y no se trata de trillar el senderon con la misma afirmación, una que me atrevería a decir, perturba el sueño de Zabala. Para ellas esos mejores criterios de selección de tiro, esa descompresión, ese destierro de los miedos a la hora de definir, devendrá crucial en sus aspiraciones de rebasar la fase de grupos en Estambul. Partirán con cierta desventaja en materia de talla, estarán urgidas de aprovechar al máximo su velocidad y mayor movilidad para encarar ataques al canasto y todo eso sin descuidar un ápices las acciones de contrataque, la férrea defensa y el hecho de acusar excesivo desgaste físico en algún desafío.
De vuelta a Monterrey, en el plano individual nuevamente la escolta Yamara Amargo fue la bujía del quinteto. Segundo certamen en el que la espirituana de 1.78 metros de estatura y 29 años se regresa a casa con el trofeo de MVP (jugadora más valiosa por sus siglas en inglés), luego de merecer la distinción en el Premundial de las Américas el pasado año.
Amargo materializó más minutos sobre la cancha (154). Líder encestadora con 70 cartones en cinco desafíos y un promedio de 14 por choque, además capturó 27 tablas, asistió a una decena de coequiperas y materializó 7 cortes de balón.
Su escudera en ese sentido resultó ser la centro Marlene Cepeda (1.89 y 28 abriles). Cepeda fue baluarte bajo el aro con 49 rebotes, además de anotar 53 cartones, con seis entregas positivas y otros tantos robos.
Del quinteto regular completaron actuaciones medianamente ponderables, partiendo de la superioridad evidente en su juego, la organizadora Oyanaisys Gelis (33 tantos, 19 rebotes, 21 asistencias, 7 robos, dos bloqueos y … ¡13 pérdidas!). Inconcebible este último rubro tratándose de una defensa con 30 abriles, más de una 13 años en el elenco élite de Cuba y curtida en todo tipo de instancias, como la mismísima liga rusa en las temporadas 2006-2007.
El cuarto eslabón fue la pívot Clenia Noblet. La guantanamera de 1.88 y 27 primaveras encestó 36 rayas, con 47 tableros, siete asistencias y ocho robos. Eso sí, al igual que Gelis, estuvo muy imprecisa con 14 regalías para sus contrarias.
Las palmas desde el banco para Francis Ochoa, Isneidys Casanova y Suchítel Ávila, variantes que oxigenaron el accionar de las huestes cubanas, a base de velocidad, triples y vertiginosos contragolpes.
Más allá de los rubros estadísticos individuales los números generales del certamen refuerzan el criterio de que Zabala y su colectivo técnico deben continuar profundizando sobre la necesidad de elevar la efectividad de sus pupilas, para acompañar coherentemente a sus sistemas defensivos y preparación física. En definitiva su andadura culminó de la siguiente manera: de 254 intentos 112 aciertos de dos puntos para el 44.1%, de 69-17 triples (24.6%), de 107-68 desde la línea de los suspiros (63.6%), 222 capturas bajo el aro, y una relación asistencias-pérdidas de 81-79, sencillamente demasiado ajustada.
Seguiré parado en mi encrucijada, ojalá estático no signifique varado, y que a la vuelta de finales de septiembre, una docena de mujeres sobre un tabloncillo a fuerza de encestes, me muestren el camino a seguir.
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