Dolor y memoria por los desaparecidos de la dictadura en Uruguay
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El dolor por las heridas no cerradas del pasado y la memoria por los desaparecidos de la dictadura (1973-1985) copó otra vez Uruguay como cada 20 de mayo desde 1996 con la 19 Marcha del Silencio, que recorrió Montevideo para reclamar verdad, justicia y el esclarecimiento de esos crímenes.
Miles de ciudadanos caminaron por la céntrica avenida 18 de julio de Montevideo en medio de un sepulcral silencio solo roto por la lectura de los nombres de las víctimas de aquella época y el grito de "presente" de los manifestantes, entre los que se encontraban el presidente José Mujica, su mujer, la senadora Lucía Topolansky, y varios miembros de su Ejecutivo.
Según explicó a Efe Óscar Urtasun, de la entidad Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos de Uruguay, que organiza la marcha, el éxito de la convocatoria fue "una satisfacción", ya que evidencia que el reclamo por los desaparecidos "se pudo mantener como si hubiera sucedido ayer".
"Nuestra gran preocupación es que no quede en el olvido, y llenar todo ese espacio vacío de memoria. Y sigue pasando. La gente se conmueve y participa", añadió Urtasun.
Por su parte, el ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Ricardo Ehrlich, definió la movilización como "una afirmación categórica de una sociedad vigilante de los derechos humanos" que recuerda que "hay heridas del pasado abiertas que aún no han cerrado, y que esos son temas a resolver".
Ehrlich explicó a Efe que en Uruguay hay dos "expresiones ciudadanas muy fuertes", la Marcha del Silencio, que exhibe el "dolor, las ausencias y las heridas sin cerrar" y la Marcha por la Diversidad, que es una expresión de "que pone de relieve lo importante de considerar al diferente como una alegría para todos nosotros".
Pese a la presencia de importantes figuras del Gobierno en la movilización, no faltaron tampoco las críticas a su labor para esclarecer los crímenes de la dictadura.
Así, el lema de la marcha fue "¿Dónde están? ¿Por qué el silencio?", una consigna diseñada "para hacer pensar y que la gente se interrogue por el porqué de los silencios", dijo Urtasun.
"Para nosotros importan los silencios del Estado, que no da respuestas y no consigue la verdad", indicó.
El activista reconoció que bajo la administración del bloque izquierdista Frente Amplio, en el poder en Uruguay desde 2005, se avanzó algo en este tema, pero no tanto como podían haberlo hecho.
"Da vergüenza a veces verlo, pero en la política se calcula cuánto va a costar en votos tomar ciertas decisiones. Y tanto se calcula que la ética y la moral quedan por debajo de la política", añadió Urtasun, antes de señalar que a su juicio la izquierda que llegó al poder dejó de lado a los desaparecidos.
Ehrlich se defendió de esas críticas y apuntó que desde el Gobierno se ha "avanzado en muchas direcciones" y que en este tema sin duda se puede "llegar más lejos" pero que es un asunto "que a la sociedad uruguaya le cuesta resolver".
En cualquier caso, el ministro apuntó que se termine conociendo o no la verdad sobre los desaparecidos, nunca dejará de ser un "tema que requiere ser recordado constantemente, como la humanidad rememora hechos dolorosos como el holocausto judío o el genocidio armenio".
La Marcha del Silencio se celebra en Montevideo desde 1996, conmemorando la fecha del 20 de mayo de 1976, día en que fueron asesinados en Buenos Aires los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, junto a los militantes tupamaros Rosario Barredo y William Whitelaw.
Aquellos casos nunca fueron aclarados y se vinculan con la Operación Cóndor, dirigida y organizada desde Estados Unidos y ejecutada por los órganos represores de las dictaduras que gobernaban entonces en el Cono Sur americano.
Cifras oficiales sitúan en 37 las personas detenidas que desaparecieron durante la dictadura en Uruguay, mientras que organizaciones de defensa de los derechos humanos afirman que son más de 200.
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