“Cocodrilas”… a mucha honra
especiales
Dice un amigo mío que el noventa por ciento de la afición del equipo de Matanzas son mujeres. No creo que tenga acceso a alguna estadística confiable para afirmarlo, pero de que somos muchas y muy fieles las “cocodrilas” no tengo dudas, por eso le dedico esta crónica “del día siguiente” a ese amplio segmento del que, orgullosamente, me siento parte.
Cuando se acabó el partido me preguntó mi esposo: ¿no te vas a deprimir porque perdió Matanzas, verdad? Respondí sin pensarlo dos veces: no. Ahora puedo confesar que no estaba tan segura de decir la verdad, pero me quedé viendo a Coco Chanel, tomé una ducha, conversamos sobre los planes y los sueños familiares… en fin… pensé en otra cosa casi hasta la hora de dormir.
Desperté y la vida no me dio chance de conectarme con el suceso del día anterior, salí a comprar aceite, culeros desechables, esas cosas de casa que te consumen el bolsillo y los sesos a veces, pero de regreso mi vecinita estaba allí, jugando en la calle con varios niños del barrio y llevaba puesto un pullover con el cocodrilo de Matanzas.
La mamá "cocodrila" con sus pequeñas apoyando a su equipo
Entrando a mi casa sonó el teléfono y era Azalia que me decía afónica desde el otro lado de la línea: ¿qué te pareció lo de anoche? Yo he perdido la voz con ese juego de pelota. Le advertí a Hildita que no comiera antes del partido, se pasó la noche con mal de estómago, imagínate, era como para infartarse, pero bueno, lucharon y estuvieron ahí en el juego hasta el final, ahora la gente los critica, pero por lo menos se mantuvieron en el segundo lugar, no se echaron para atrás…”
Yo que estaba tratando de no pensar y las mujeres de Matanzas me perseguían con el mismo tema: a gritos, como suele suceder en el pintoresco barrio donde vivo, una mulata muy bien plantada le aclaró a aquel tipo que insistía en criticar a Víctor Mesa y al equipo: “oye papi, qué más tú quieres, a Víctor le dirán Compay Segundo, pero todos los que pasaron por ahí antes que él eran Compay 14, así que no te quejes y reza pa que no se vaya del equipo a ver si el año que viene podemos ganar ”. El tipo no pudo menos que reconocer que se le había ido la mano por la emoción y darle tímidamente la razón a su nada tímida interlocutora.
Esta pequeña exhibe orgullosa su pullover de "cocodrila"
Y no es que falten hombres para aplaudir a un equipo que demostró con creces su valor durante todo el campeonato, que supo ser el mejor, que soportó ser el más criticado, que acumuló números grandes en todos los departamentos, que le regaló meses de alegría, una detrás de otra, a su afición y construyó fanáticos en una provincia donde para el béisbol quedaban muy pocas energías, pero han sido mis congéneres las que me han animado a publicar, ahora convencida, la razón que anoche le di a mi esposo para dormir tranquila.
Hay dos opciones para enfocar los sucesos de ayer en la pelota: los matanceros perdieron el campeonato o los matanceros ganaron el segundo lugar. Quienes se acordaron de que Matanzas tenía equipo hace tres años, cuando Víctor Mesa “lo metió en cintura” y lo puso a ganar, seguramente se quedarán con la primera y rumiarán de mil maneras la frustración.
Sin embargo yo, que cuando estudiaba en la Universidad de La Habana viajaba en botella al final de un día de clases y madrugaba al siguiente que también sería una jornada llena de estudios y responsabilidades en la FEU, para ver a un equipo capaz de perder 17 carreras por 0 frente la Isla de la Juventud, pero qué remedio, era mi equipo y “hombre por hombre” (me autocomplacía), tenía buenas posibilidades; yo, que vivía haciendo la historia del béisbol cubano desde Martín Dihigo hasta los Sánchez de Jovellanos, para demostrarle a mis amigos de la UH que los matanceros sí podíamos hablar de pelota; yo me quedo con la segunda opción, no porque me conforme, claro que quería el primer lugar, pero se trata de ser justa.
Este equipo, cada uno de ellos, incluidos los refuerzos como Eriel Sánchez que lo dio todo en el terreno cual si fuera cocodrilo de nacimiento, incluido, por supuesto y sobre todo, Víctor Mesa, son ganadores, para mí y para montones, miles de “cocodrilas” que me han inspirado esta crónica del día siguiente del partido en que Matanzas ganó, por segundo año consecutivo, el segundo lugar del campeonato cubano de Béisbol. De “cocodrila” a Cocodrilos lo digo: ¡Felicidades!
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