Cuba: ¿Conductas subyacentes o expresas?
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Y aunque algunos catalogan las situaciones expuestas como sórdidas, es innegable que su mensaje llama a la reflexión.
En cierta medida, nos recordó al filme Havanastation, por su retrato de realidades crudas, las cuales debían tratarse más a menudo como medio para abordar, entre otras cosas, la temática de la pérdida de valores humanos, de lo cual nuestro país no está exento.
Una lucha tenaz contra la falta de humanismo lleva a cabo Carmela, quien a muchos nos hace recordar a maestros de gran valía, interesados no solo en el aprendizaje en clases de sus alumnos, sino en su vida personal fuera del recinto escolar.
Es exponente de situaciones comunes en muchas familias disfuncionales el adolescente Chala. Tiene 12 años, pero su visión es ya la de un adulto en busca del magro sustento del hogar, donde habita una madre adicta a la cual debe proteger.
No importa de qué se vale para adquirir unos pesos. El fin en este caso justifica los medios. Aunque no haya perdido la ternura y sea capaz de tener acciones demostrativas de su candidez, no repara en cuidar perros de pelea como vía para ganar algo.
Este filme, como Havanastation, de Ian Padrón, nos muestra la coexistencia de más de una Habana: la aparentemente normal, donde conviven personas sin graves problemas a la vista, y otra, donde hay seres sumidos en una vorágine de marginalidad.
Y la alerta es que hacia esa ciudad profunda, donde se encuentran esos vericuetos ingratos, también los conciudadanos debemos volcar la mirada y el accionar y no pasar de lado indiferentes. Es uno de los retos que nos envía la sencilla maestra Carmela, desde la pantalla grande.
La Cuba de hoy, que cada día debe fomentar la formación de mejores valores para salvar su porvenir, requiere de la solidaridad, la generosidad y la entrega de muchos, además de los esfuerzos institucionales, afectados por el bloqueo económico.
Todo el mundo cuenta, a la hora del derecho a recibir y también a la hora de dar. Y ningún esfuerzo será despreciable, ya sea personal o comunitario.
Que no sean casos aislados los implicados, que haya más conciencia en todos.
La canción de Juan Formell y Los Van Van, popularizada hace años, cuyo estribillo rezaba: «Que La Habana no aguanta más», viene a la memoria cuando el filme Conducta refleja la migración interna.
Un padre y su hija (alumna de buenos resultados académicos y con sueños de incursionar en el arte) se radican en la capital.
Las condiciones de vida son malas en el apartado rincón donde sobreviven. Sin embargo, no desean volver atrás porque con la venta de vegetales y frutas el progenitor busca el sustento diario y la niña piensa llevar adelante sus aspiraciones. Todo queda trunco por disposiciones establecidas.
Entonces, al hacer un recuento del argumento de Daranas para realizar su película, nos preguntamos: ¿a cuál conducta en sí se refiere? ¿A las de las transgresiones solamente? Pienso que no.
Igual de dañinas son las conductas rígidas asumidas por algunos maestros o funcionarios, quienes todavía no reparan en particularidades y engloban la solución de los problemas en el mismo «Por cuanto, Por tanto». Acciones de ese tipo son las que perjudican a los protagonistas de la historia.
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