OPINIÓN: Saber discutir
especiales

Foto tomada de Antena3.
Es imposible estar de acuerdo con todo, la polémica no puede ser vista como un hecho errado, es normal, forma parte de nuestra existencia. No obstante, es muy usual que las personas resuelvan sus desavenencias, unos, con gritos, imposición de criterios, con rabia y violencia; otros con actitud sumisa, sin carácter, sin hacer valer su palabra por el simple hecho de no contrariar o para evitar el conflicto que adivinan.
Discutir no debería ser un ejercicio complejo de tensión. Deberíamos aceptar que existe la diferencia porque es completamente absurdo, además de aburrido, que estemos siempre conforme con lo que dicen o hacen los demás. Por tanto, estaría muy bien saber debatir, escuchar otras posturas, explicar la propia, tolerar y convivir. De eso va la vida.
Polemizar es sano y enriquecedor porque no existe la verdad absoluta y porque en discernir se puede encontrar ganancia. Las conversaciones incómodas son necesarias si queremos resolver problemas y llegar a acuerdos. ¿Tendrá que ver con el temperamento? ¿Es propio de la gente impulsiva alterarse para validar su posición? Y por el contrario, ¿los flemáticos son aguantones? ¿Es falta de cultura, de ética? ¿A qué responde?
No creo que tenga que ver con alguno de esos parámetros, no es una ciencia, porque he visto a tantas personas instruidas en ambos lados del ring, y otras del supuesto “bajo mundo” que no repiten comportamiento y se sientan para intentar arreglarse con su par. Hay de todo, como de igual manera hay a quien le gusta el drama y a quien le gusta quedarse tanto al margen que es casi invisible.
Nacemos sin esas herramientas psicológicas, debemos aprenderlas si queremos armonía alrededor y un ambiente con la menor carga de frustración posible para todos porque discutir no está mal, los métodos son los que pueden estar equivocados y generar más estrés sobre el aprieto.
Por otro lado, no existe una escuela para enseñar este tema. Basta con la voluntad, con el deseo de no solo resolver sino de hacerlo con paz porque es muy fácil que en un altercado acalorado se salga de control lo que decimos, y que su resultado sea huellas imborrables, heridas para siempre. También es muy dañino huir, guardar lo que se siente por temor de no contrariar.
Por eso, si valoramos la relación que tengamos por delante, de amistad, de amor, de trabajo, deberíamos encontrar el modo de poder sostener una conversación tensa sin ofender, sin usar tonos altos e irónicos. Conversar, soltar todo, escuchar y asumir críticas como un modo de crecer, encontrar consenso y conservar nexos.
No existe problema tan grave que no pueda encontrar salida pacífica.












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