Malawi: Otros son los problemas
especiales
Si hacemos caso a las noticias que llegan irregularmente de Malawi, la primera mujer presidenta de esa nación africana, Joyce Banda, ha convertido al país en un caso sui generis meliorativo, pienso que por no ser poseedor de importantes recursos naturales y no ser un corredor del narcotráfico, aunque sí un ejemplo de intento para acabar con la malsana dependencia externa, la corrupción interna y la propagación del SIDA.
Como unos pocos recordarán, Banda, siendo vicepresidenta de Malawi, juró su cargo hace menos de dos años como nueva jefa de Estado en sustitución del fallecido mandatario, Bingu wa Muhtarika, con lo cual pasó a ser la primera mujer al frente de ese país africano.
"Preservaré y defenderé la Constitución y (...) actuaré correctamente con todo tipo de gente, de acuerdo con la ley, sin temor ni favor", manifestó en aquel momento la hoy mandataria de 63 años y, como parece, ha respetado sus palabras.
Luego de criticar prácticas represivas que habían causado decenas de muerte, destituyó a abusivos jefes policiales y corruptos jefes administrativos.
Como apunté al principio, el no tener abundantes y envidiados recursos naturales ha evitado guerras generalmente incoadas por monopolios occidentales en continuas pugnas o en lucha contra las inversiones de China en lo que consideraban su feudo particular.
Otro de los puntos a considerar a favor de Banda es el rechazo a “expertos agrícolas” del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que devenían en economistas dispuestos a presionar para una mayor privatización y entronizar el neoliberalismo.
La malsana experiencia anterior había demostrado que las asesorías, recomendaciones e instrucciones de expertos internacionales mantuvieron a Malawi durante largos años al borde de su extinción, causando la muerte por hambre y sus secuelas médicas a cientos de miles de sus habitantes.
Vida y pasión malawi
Malawi es un país al sureste de África, ex protectorado británico, con unos 13 millones de habitantes. Vivió bajo el imperio de un Presidente Vitalicio y de una posterior y presunta democracia multipartidista desde 1994. Su economía es básicamente de subsistencia. Sus principales productos son el maíz, el azúcar, las patatas, el plátano, el tabaco y el té.
En el 2005, los “expertos” occidentales ayudaron a empeorar las consecuencias de una sequía que provocó una espantosa hambruna generalizada, debiendo subsistir la mayoría de sus habitantes de la ayuda exterior.
Hasta ese año Malawi estuvo implementando las políticas dictadas por el Banco Mundial y algunos países ricos de cuya ayuda había estado dependiendo, fundamentalmente Estados Unidos y Gran Bretaña. Sus asesores habían insistido en que el país implementara una política de libre mercado, reduciendo o eliminando los subsidios a los fertilizantes. pese a que Europa y Estados Unidos subsidian a sus propios agricultores, con el fin de que puedan permanecer siendo competitivos en el mercado internacional o para no sucumbir ante la competencia de productos extranjeros.
En cambio, los campesinos malawis no contaban con los medios para adquirir ni fertilizantes ni semillas importadas, y su gobierno no los podía asistir, porque expertos del Banco Mundial y de Estados Unidos, como principal país donante, se oponían a ello, toda una muestra de maldad y mala fe. Y, para peor, los malawis se enteraron que se habían quedado sin las reservas tradicionales de maíz, porque sus ministros y funcionarios la habían simplemente vendido para embolsarse los beneficios.
No a los «expertos»
En el 2005, su nuevo presidente Bingu wa Mutharika, decidió ignorar a los expertos y las recomendaciones del Banco Mundial y de los consultores norteamericanos. Empezó a otorgar masivamente subsidios a los campesinos para la compra de fertilizantes no orgánicos, semillas mejoradas y créditos.
Y se produjo el “milagro”: la producción de maíz, el cultivo básico del país, pasó de 1,2 millones de toneladas métricas en el 2005, a 2,7 millones en el 2006 y 3,4 millones en el 2007, lo que hizo que desde el 2009 Malawi exportara maíz, entre otros productos.
Celia W. Dugger escribió en The New York Times que Malawi tiene regularmente una producción agrícola tan abundante que está exportando alimentos a sus vecinos más pobres o en peores condiciones, debido a cataclismos naturales o de hechura humana.
Bizarramente, estos buenos resultados, el fin de la hambruna y sus enfermedades típicas, la reducción de la malnutrición y mortalidad infantil y el hecho de que esté ahora vendiendo maíz a países vecinos en problemas urgentes similares a los que vivió, no han causado la alegría de Estados Unidos, que se sigue oponiendo al subsidio de la agricultura malawi.
Para los “expertos” norteamericanos era más atractivo usar a Malawi de depósito de los granos excedentes de Estados Unidos, a fin de mantener el nivel de precios al que estaban acostumbrados y proteger a sus agricultores, mientras obligaba al gobierno a desamparar a los suyos y empujarles a morir de inanición.
Hoy, Banda se ha limitado a mantener la política alimentaria alejada de las recetas occidentales, y puesto como objetivo primordial eliminar la codicia y la corrupción política que permea la nación, su principal problema, así como mejorar las condiciones para evitar la propagación del SIDA, que afecta ya al 12% de la población.
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