Metrobús capitalino: Control y confianza

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Metrobús capitalino: Control y confianza
Fecha de publicación: 
16 Diciembre 2013
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Sin dudas, la transportación por el Metrobús de la capital es el punto neurálgico y de más difícil solución en lo que al sector se refiere, independientemente de la llegada de piezas de repuesto y nuevos ómnibus, porque esto tampoco es lo mejor, si se carece de una verdadera organización del trabajo.

Cierto que muchos compañeros con experiencia pudieran ayudar, pero en los últimos años llueve sobre lo mojado la falta de puntería al respecto, con el inevitable final, más bien continuación, de la remoción del personal dirigente, tanto en la cúspide a nivel de ministro y viceministros, como en la parte inferior, en la cual el administrador es la cabeza más visible.

Pienso que no vivir día a día con los problemas del pueblo, no sentir en carne propia la angustia sobre el particular, impide a quienes deben tomar decisiones hacer lo correcto, mientras dan la impresión de que tratan de ganar tiempo, pero, ¿para qué? Es como una noria que da vueltas y vueltas, en tanto se debilita una cuestión que, subrayo, no depende solo de piezas de repuesto y ómnibus.

Paradero San Agustín, La Habana


Botar el sofá

Con la llegada de los primeros articulados se tomó la decisión de eliminar al conductor, porque constituía una fuente de corrupción. Era cierto, porque, a manera de ejemplo, muchos hemos vivido en carne propia cómo delincuentes comunes sustraían carteras, se las pasaban al conductor, quien los hacía bajar, facilitándoles la fuga, para que luego los objetos de robo fueran a terminar debajo de los asientos de los choferes. Esto es un ejemplo y, lamentablemente, no es un hecho aislado.

Ello denotó una falta de control sistemático, sin inspección adecuada o, simplemente, sin ella, que facilitó que los antiguos «camellos» se convirtieran en tierra de nadie.
                                       
Pero en vez de buscarse un personal adecuado y con un mínimo de honestidad, se hizo desaparecer al conductor, se dejó ese largo vehículo al cuidado de un chofer que no lo podía hacer, quien caía en ocasiones en estrés y era hasta víctima de agresiones, cuando intentaba establecer un cierto orden.
                                                                   
Entretanto, algunos de nuestros colegas solo hablaban de jóvenes que pintaban algunos de los vehículos y otras acciones similares fáciles de controlar, si se hubiera coordinado el trabajo de una dotación regular, más la inspección y la participación de las fuerzas del orden público cuando fuera necesario.

A ello se sumaron la desconfianza en el conteo de la recaudación y males acerca de la atención al hombre, tanto al que manejaba como al que arreglaba y limpiaba.

Durante mucho tiempo se pensó y todavía se hace en copiar métodos de otros sistemas de recaudación, como el de la venta de tickets, que eliminaría el cobro dentro del ómnibus, pero eso es imposible en estos momentos en Cuba, por el costo del papel, la infinidad de puntos de venta que se deben habilitar y el control monetario sobre estos.

Decir que los usuarios no se sintieron abandonados sería una hipocresía, por lo que algunos de ellos escogieron incorrectamente ser cómplices con el pago directo al chofer. Ejemplos sobran y sería interminable relatarlos.
                                                                                     

Tomar al toro por los cuernos

Lo expuesto anteriormente hace insoslayable una solución que ayude a disminuir paulatinamente hasta su desaparición el desorden social que representa el no pagar la transportación; enfrentar la corrupción entronizada por la indebida apropiación por el trabajador del pago del pasaje, mediante subrayo la complicidad del usuario y por decisión propia; aumentar la recaudación, lo cual haría disminuir la subvención al transporte; y el mejor mantenimiento del vehículo, que disminuiría costos e incrementaría la prestación social de servicios.

Metrobús ruta P-2

Aunque algunos administradores, esperando la orientación «de arriba», alegan que no se puede inflar plantillas cuando lo real es que se desinfló incorrectamente, lo cierto es que la posible solución pasa por la restitución del puesto de conductor en el servicio de Metrobús, para recalco combatir la indisciplina social, aumentar la recaudación y, lo principal, el cuidado y alargamiento de la vida de la técnica o vehículo acoplado.

Recomendación:

Se puede hacer un plan piloto por ejemplo, escoger dos choferes y dos conductores por cada vehículo (en uno o dos autobuses) para comprobar el aumento de la recaudación y el mejor mantenimiento de la unidad. La presencia de un conductor mejora las condiciones de trabajo del chofer, quien solo tiene que atender el timón, ocuparse de manejar.

Se puede dejar la alcancía para que el dinero no pase por las manos del conductor o permanezca lo menos posible con él, para su chequeo. Para eliminar la desconfianza de la tripulación en relación con el conteo de lo recaudado, este se debe hacer en la misma terminal, delante de ellos.

Se ha hablado acerca de arrendamientos, medida ya aplicada a vehículos más pequeños, pero ello, a mi entender, no sería lo más conveniente para el Metrobús, un vehículo de amplia transportación pública, al que hay que cuidar esmeradamente, con el fin de que, cuando llegue alguna remesa nueva, sume y no sustituya.

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