Vargas al desnudo

Vargas al desnudo
Fecha de publicación: 
8 Noviembre 2013
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Si Lázaro Vargas no tuviera la familia que tiene, no hubiera podido aguantar toda su vida la exigencia de los aficionados de Industriales. No hubiera podido ser el mítico antesalista de la capital ni hubiera ocupado la codiciada plaza de manager azul. Pero el que no haya estado un rato en casa de Vargas no me podrá entender, pensará que hablo sandeces y seguramente le vendrá a la mente la imagen rocosa del número 20, que en su etapa de jugador irritó a muchos con su trayecto eterno del círculo de espera al home plate acompasado por sus cortas zancadas y su bate que se dejaba arrastrar por la grama del Latinoamericano. O tal vez, ese hombre que hoy se sienta solo en el banquillo de dirección, en su pequeña silla, como capitán de barco, siempre con el rostro sobrio y la seriedad clavada en sus ojos.

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Pero definitivamente, la gente no sabe que hay detrás de toda esa imagen, tras su armazón, en el refugio de su mirada fustigante. Cuando uno corre ese telón, lo que encuentra es el sostén de esa sobriedad, una familia (sin caer en grandilocuencias) que lo soporta todo.

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Ayuntamiento 145

Cuando Ivonne Echarri, esposa de Vargas, me dio por teléfono la dirección de la casa pensé que me perdería, que me costaría un tremendísimo trabajo encontrarla, porque una calle que lleva por nombre Ayuntamiento no podrá ser encontrada si antes uno no pierde el rumbo. Por suerte, la avenida Tulipán queda paralela a ella, y cuando uno se encuentra perdido en la ciudad, la mejor opción es llegarse a una avenida céntrica.

Después hay que subir tres pisos de un edificio enano, a través de una escalera oscura que te lleva hasta una puerta de hierro que te impide acceder. Entonces debes colar la mano entre las vestiduras de la reja para tocar a la puerta de Lázaro Vargas.

Ya dentro, lo que más impresiona es el color gris. Las columnas son grises y combinan con los muebles negros de cojines grises también. La casa está inmaculada, decorada casi a la perfección, sin dudas, el lugar idóneo para que la familia encuentre algo de tranquilidad al final de la semana.

“Lidiar a diario con una familia beisbolera es bastante terrible, no hay sábados ni domingos, es pelota por todas partes, tensión por todas partes. Aquí no se habla más nada que no sea béisbol”, comenta Ivonne que acaba de terminar de lavar los uniformes de los Vargas.

Sí, en plural, porque en el hogar no solo Vargas vive apegado a la pelota, además de él, hay otros dos inquilinos que le siguen los pasos. “La vida de los tres es este deporte”, agrega Ivonne.

Los Vargas

Uno de los motivos por los que decidí ir a casa de Vargas fue por el tema familiar, pero no por la cuestión meramente afectiva y de convivencia, sino generacional. Tengo referencias de que el hijo menor despunta como uno de los mayores prospectos del béisbol infantil en Cuba y su hermano, Alejandro Pérez, ya es uno de los inicialistas de Industriales.

Miguel Antonio tiene 13 años y es de mi tamaño (yo debo medir unos 1.80 cm), se desenvuelve en tercera, segunda y en primera base, también lo puede hacer en el jardín derecho. Somatotipo no le falta, es sin dudas un portento, a su edad el físico es primordial para imponerse. Cuando conversé con él ya era de noche y todavía calzaba un pantalón blanco de béisbol y caminaba por el pasillo de la casa ensuciando unas medias azules.

El menor de los Vargas estudia en una EIDE (escuela de deportes) y solamente está en casa los fines de semana. Desde los 8 años participa en los torneos nacionales de su categoría (9-10 años, 11-12 años), sus números son de espanto, ha descosido literalmente la bola, y ese rendimiento lo ha catapultado a las selecciones nacionales infantiles. A su corta edad ya ha participado en campeonatos internacionales en Venezuela y Taipei de China, y en este último fue seleccionado el camarero del all star.

¿Cómo se asume ser el hijo de Lázaro Vargas?

“Es complicado, algunas veces es bueno y otras veces es malo. En ocasiones cuando en los juegos las cosas no me salen bien, la gente dice que estoy ahí porque soy hijo de mi papá. En la casa él me da muchos consejos, saber que Vargas es mi padre me da mucha satisfacción. Al final, que la gente diga que estoy donde estoy por mi papá, me da más ganas de jugar pelota, me da ansias de seguir para adelante, para demostrar que yo estoy ahí porque yo me lo he ganado y por mis propios resultados.”

¿Qué consejos te da?

“Siempre me corrige lo mal hecho en los partidos, no para de decirme que me tengo que esforzar un poco más en los entrenamientos y que hay que entregarse al cien por ciento y sacrificarse para poder triunfar en la vida”.

Miguel Antonio solo ha podido observar a su padre en video, en su PC guarda celosamente una extensa recopilación de gigas en jugadas, agrupados en carpetas. Así es como ha presenciado los oportunos turnos al bate, los mejores engarces en la antesala azul, las actuaciones olímpicas en Barcelona y Atlanta. Su sueño como todo joven es “terminar toda mi carrera juvenil y llegar a Industriales para después integrar el equipo Cuba”.

Cuando conversaba con Miguel, Vargas me miraba de costado, con la difidencia de quien interroga a su hijo, verdaderamente impresiona cuando lo tienes de cerca, su rostro es igual de circunspecto cuando está en el dugout de Industriales que cuando está en Ayuntamiento 145. Aunque en el domicilio se ve más natural, menos inmutable e impávido. Anda en short y chancleta, por momentos sin camisa, con una cadena de un oro bien amarillo y brillante que le cuelga de la nuca hasta el cuello con un dije con su número 20.

Para Lázaro Vargas: “el niño como atleta tiene condiciones, es alto, tiene destreza, y sobretodo posee las habilidades particulares que hacen falta para jugar a la pelota. Tiene tacto, tiene fuerza, es bastante rápido, pero son solo habilidades, es una edad muy temprana, todavía le queda un largo camino por recorrer. Como único lograría llegar a donde él quiere llegar es esforzándose todos los días, sacrificándose, para poder desarrollar esas habilidades y poder lograr sus sueños”.

¿Le temes al fracaso del muchacho?

“No, ese es mi hijo como sea, y si no juega pelota va a ser mi hijo igual, para nada le temo al fracaso, por supuesto que yo quisiera que el lograra su sueño, pero si no lo alcanza voy a ser feliz igual”.

¿Después de ser protagonista por años debe ser extremadamente difícil aceptar el rol de espectador?

“Sufre uno más cuando está viendo a su hijo jugar que cuando uno era pelotero activo. Te pones nervioso, es tu hijo, es tu sangre. En ocasiones, tienes que escuchar comentarios que no son merecidos, pero hay que callar, no decir nada. Porque a pesar de que es tu hijo, no se puede reaccionar ante lo que la gente comenta sin pensar, la mayoría del público dice que Miguel Antonio está en ese puesto porque es hijo mío. Eso es muy injusto, no reconocen el esfuerzo del niño y no quieren ver lo que realmente él hace. Sería un monstruo si mi hijo se beneficiaría por mi status, él está ahí porque es bueno y si no fuera así, sería una gran frustración para él, para su futuro como hombre en la vida. Es difícil tener un hijo que juegue pelota igual que uno, al final uno siempre quedará a expensas de lo que la gente pueda comentar sin sentido”.

Sin embargo, a pesar de que en ocasiones Miguel Antonio es asediado por las críticas obtusas de un par de detractores, a su hermano, hijastro de Vargas, definitivamente lo llevan más recio. Industriales implica muchísimas cosas, pero entre ellas, una de las más importantes es el hostigamiento de unos aficionados que lo único que exigen es el éxito bajo cualquier precio. Los fans azules no perdonan. Y Alejandro Pérez está padeciendo ese hostigamiento, el fastidio y la persecución de muchos capitalinos que lo quieren fuera del plantel.

Es una lástima que hoy no esté, se encuentra en casa de la novia en Cárdenas, sinceramente quisiera saber cómo se siente, qué opina al respecto, debe ser extremadamente difícil lidiar con esta situación.

Cuando converso con Lázaro sobre el tema, aunque sus palabras no lo expresen, los gestos de su rostro me hacen saber que hay algo de molestia por el asunto.

¿Qué me puedes decir sobre la presencia de Alejandro Pérez en la nómina de Industriales?

“Nadie entra en Industriales sin estar avalado por un rendimiento y por una actuación. Alejandro se lo ha ganado como el resto de los peloteros, pero la gente sigue siendo injusta. En dos series nacionales sus estadísticas son muy elevadas, batea 350 de promedio y las veces que ha tenido que actuar, ha tenido que salir bajo una gran presión, contra lanzadores de muy alta calidad y en momentos donde la tensión del equipo ha estado por los cielos. Y Alejandro ha sabido responder, eso no ha sido a espaldas de nadie, con trasmisión televisiva incluida. Si él es mi hijastro y tiene rendimientos, tiene que estar en el equipo, eso no le da derecho a nadie para que hablen mal”.

¿En algún momento te has sentido presionado o condicionado al mover tus fichas dentro del equipo por esta razón?

“Jamás en la vida he estado presionado, mi familia sí, nunca he pensado ni pensaré en esos cuestionamientos porque Alejandro se lo ha ganado. Déjame decirte algo, si tengo que responder a alguien es a la Comisión Provincial, las decisiones no las tomó yo solamente, tengo un colectivo de dirección que también decide quienes son los que van a integrar el equipo. No tengo nada que esconder de Alejandro Pérez, por lo tanto, no me siento absolutamente presionado por esa situación”.

Béisbol a parte

Sin embargo, en casa todo es paz, quizás sea un especie de aliviadero, el espacio al que le han dedicado toda una vida para convertirlo en su protección. Según, Lázaro: “la convivencia es muy estrecha, mi esposa a veces me dice que no soy el papá de los muchachos, que soy el hermano mayor. A mí siempre me ha gustado tener esa relación con mis hijos, de sentirme papá, hermano, amigo, nosotros hablamos, hacemos cuentos, si tengo que regañarlos por supuesto que los regaños, pero convivimos como si fuéramos uno solo, eso es fundamental, somos muy felices”.

Ivonne Echarri me dice que “se pasan el día jugando entre ellos, son bastante desorganizados. De Migue el patrón es Ale, y de Ale es Vargas. Se llevan muy bien, estoy muy orgullosa de mi familia, se ayudan unos a los otros, siempre están pendiente uno del otro”.

Miguel Antonio me lleva a su cuarto para que vea algunos videos y fotos de la familia. Hoy durante todo el día estuvo en la Ciudad Deportiva en los entrenamientos de la preselección de La Habana categoría sub 15. Ivonne le dice que su hermano Alejandro está al teléfono, desde Cárdenas, escuchó que le pregunta de cuanto bateó, “de 5-3 con tubey por arriba de tercera” le responde Miguel que en ese partido jugó con la chamarreta de Industriales de su hermano.

Desde su cuarto se puede ver la cocina y el que debe ser el cuarto de sus padres. En el momento que el menor de los Vargas me mostraba algunas fotos suyas en el aeropuerto de Taipei de China, deslice la vista del monitor para observar a Lázaro en su hábitat natural, sin el asedio de cámaras ni grabadoras, sin que supiera que yo lo miraba.

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Vargas entró a la cocina y con su mano derecha atrapó un puñado de chicharritas de plátano y se las llevó a la boca. Después, caminó hasta donde estábamos y se quedó mirando a la pantalla. En ese instante, corría un video de él, no recuerdo si con Industriales o con Cuba, durante unos segundos no quitó la vista de la PC, rememorando, tal vez, aquel momento en su mente, la añoranza de una época que no volverá más.

Vargas aconseja a Frank Camilo. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

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