La Habana se mueve «diferente» con PMM

Hace unos años escuché hablar de PMM y cuando me dijeron lo que significaban las siglas, pensé que era una broma. Esa frase que la juventud progresista del mundo ha defendido «Por un Mundo Mejor», no me parecía estar relacionada con un grupo de «faranduleros que bailaban reguetón», como los conocía mucha gente en Cuba, y sobre todo en La Habana.

Una noche, durante la inauguración de una Muestra de Jóvenes Realizadores, vi un espectáculo de la PMM y tuve una visión completamente diferente de esa compañía, que ya tiene siete años de creada y que, sin parcializarse en gustos o tipos de públicos, sigue moviendo La Habana.

PMM es una compañía de variedades que reúne unos 200 artistas más personal de apoyo, dirigidos por Héctor Díaz Yáñez, más conocido como Hectico DJ.

Trabajan la moda figurante y en pasarela, el baile, el circo, artes escénicas en general… y se fusionan en determinados espectáculos con diferentes agrupaciones.

Al talento de la compañía se une el esfuerzo que han hecho para mantenerse al día en cuanto a tecnología, ya que esto es fundamental para una compañía de espectáculos. Se dice que en Cuba ellos tienen «lo último».

«No nos dedicamos a dar servicios técnicos; lo aclaro porque mucha gente habla de la tecnología de PMM y no quiero desvirtuar nuestro objetivo. Lo fundamental en nosotros es unir música y artes escénicas para lograr un buen show, algo que haga que la gente se divierta», nos comenta Hectico.

«El enriquecimiento tecnológico de PMM se debe a la necesidad de los artistas que han trabajado con nosotros. Hemos adquirido ciertos equipos en función de la demanda. Me gusta dar condiciones por encima de lo que me piden. Casi siempre esa tecnología la hemos conseguido dependiendo de favores de amigos y familia que están fuera de Cuba y tienen la posibilidad de comprarla.

«Ahora estamos intentando trabajar con escenarios mecánicos para que el entretenimiento sea mayor. Creo que nos convertiremos en una empresa de entretenimiento que aporte a la cultura del país. En eso estamos enfocados. Por supuesto, hacemos fiestas nocturnas, eso nos ayuda económicamente, pero queremos priorizar nuestro aporte a la cultura cubana», agrega el líder de PMM, con quien conversó Cubasí.

—¿Qué importancia le ves a estos valores agregados a los conciertos, qué aportan al espectáculo y cómo ha sido la respuesta del público?

—Yo empecé como Hectico DJ, yo vengo de las discotecas del Johnny, el Comodoro, El Túnel… Al vincularme al Ministerio de Cultura, se me exige trabajar con artistas, cosa que yo nunca había hecho, yo era DJ y ponía mi música con dos bailarinas a mi lado. No sé si recuerdan las fiestas en El Morro en 2004 y 2006, así empezó PMM.

Inicialmente, tuve mis reservas con lo que se me exigía en Cultura, pues no me interesaba compartir el escenario con otros, pero hoy puedo decir que eso me aportó muchísimo.

Mi público es de farándula y al principio me protestaban durante los espectáculos de artes escénicas, me preguntaban «¿cuándo se acaba esto?». Sin embargo, ahora la gente se pone ansiosa durante nuestras funciones deseando que empiece el espectáculo. Tengo que hacer un show de hora y media y hay que variar porque si no, se cansan. No es fácil cambiar siempre los shows.

Creo que gracias a ese valor agregado en los conciertos la gente ha tomado cultura de espectáculos. Antes un lugar se llenaba si tocaba la Charanga Habanera o Los Van Van y si uno anunciaba un espectáculo de artes escénicas, la gente no le veía mucho lo comercial, no era muy atractivo. En cambio, yo creo que nosotros logramos cambiar eso con PMM. Ya la gente quiere espectáculos de artes escénicas.

—Hablabas de un público farándula…

—En Cuba al principio no se veía bien estas fiestas nocturnas, pero así me inicié yo, que no fui doctor. Fui militar de los Camilitos y tocaba en la banda de la escuela, es lo que me gusta.

Gracias a Dios siempre he arrastrado mucho público, la mayoría es farándula y no lo digo de manera despectiva, a mí me gusta mi público, pero a veces puede ser complicado porque a algunas personas no les gusta mezclarse.

En cambio, en mis espectáculos en La Cecilia todos los viernes ya recibimos gente de todo tipo, farándula, universitarios… en fin. Y la PMM tiene una peña fija con la universidad. Les hacemos todas las fiestas a los estudiantes de forma gratuita. Queremos que la gente se divierta. Nunca voy a rechazar a la farándula, pero también quiero que otro tipo de gente vea nuestro trabajo.

Comprendí que uno puede darle al auditorio lo que uno quiere, si lo hacemos bien; así ellos comparten con nosotros, aceptan nuestras propuestas.

La opinión sobre nosotros ha cambiado porque navegamos en todas las aguas, y me gusta eso; si me piden trabajar en conciertos de trova, lo hacemos; de la Charanga, también; de reguetón… mezclamos todo y eso me encanta. Lo que nos interesa es la alegría de la gente, por eso defendemos esa frase ahora: «por una juventud unida».

Quiero hacer un festival anual de la PMM con DJs, eso es algo que está en boga en el mundo y los DJs tienen mucho que ofrecer y la gente los sigue. También estoy tratando de traer artistas foráneos a Cuba, es un poco complicado, pero podemos lograrlo.

—¿Es cierto que vendrá David Guetta a trabajar con la PMM?

—No estamos seguros aún, pero sí me llamaron para hablarme de un posible encuentro con él.

Lo que se prevé hasta ahora, y no tengo toda la información, es que trabajaremos en un concierto con varios artistas americanos, será algo así como para romper el bloqueo, en septiembre u octubre.

Por mi parte, hace cerca de un año estoy tratando de traer a Álvaro Torres e incluirlo en algún concierto con artistas de su género en Cuba, como Waldo Mendoza, Leoni Torres, Laritza Bacallao, y también pensamos que vengan reguetoneros como Alex y Fido.

—¿El material tecnológico con que cuentas proviene solo de fuentes alternativas como los amigos y la familia o recibes algún apoyo de las instituciones oficiales?

—Los artistas tenemos la ley 72, recibimos ingresos según lo que podemos producir. Afortunadamente, nos sigue mucho público y recibimos buenas ganancias; de eso, el 30 por ciento lo dedicamos a nuestra producción: tecnología y vestuario.

Sí he tenido apoyo del Ministerio de Cultura a través de ARTEX, con la compra de un audio profesional que aún estamos pagando. Nosotros reportamos unos 300 o 400 mil dólares al año a esa empresa. Esta gestión fue casi un experimento porque no sé si se vuelva a autorizar una compra de este tipo, ya que el país tiene otras necesidades.

Pero con respecto al apoyo, lo que realmente yo pido es que me ayuden con los trámites de la importación. Yo compro la tecnología en Panamá, Estados Unidos, Europa…, donde nos convenga cuando hacemos giras, pero se dificulta mucho la entrada de los equipos a la isla, y realmente esta inversión yo no la hago para lucrar ni revender, sino para trabajar.

—¿De dónde salió la idea de «Por un Mundo Mejor»?

—Buscar nombre no es fácil. Hacíamos fiestas en la CUJAE y en la Escuela de Enfermería para los trabajadores sociales de Venezuela. Estaba de moda la frase de «por un mundo mejor».

Cuando me presento en el extranjero con este slogan, a la gente le interesa más, y realmente nuestras actividades y coreografías giran en función de mensajes educativos. Eso son nuestros espectáculos: teatros musicales con historias que tienen una lección. Es increíble cómo la gente lo asimila.

Como la frase «por un mundo mejor» no funciona comercialmente todo el tiempo, decidimos dejarla en las iniciales PMM, que es pegajoso, y le agregamos «Los que mueven La Habana».

—Cuando estrenas una coreografía, ¿tienes un público de prueba? ¿Cómo sabes cuándo gusta un espectáculo?

—Todo lo que hacemos en PMM es a riesgo, desde que surgió la compañía. Hay riesgo para comprar un equipo que puede después no funcionar y para montar una coreografía. Lo que pasa es que llevo tiempo haciendo esto y conozco al público.

Por ejemplo, ahora mandé a montar música moderna en el órgano oriental; ahí están los viejitos haciendo sus huequitos para que el órgano suene, y voy a hacer un concierto con el órgano oriental, yo sé que va a gustar. Será impresionante.

Creo que cada ritmo ha tenido su época, pero cada uno se puede rescatar. La gente sí baila cha cha chá y danzón, solo hay que saber cuándo y cómo hacerlo sonar. La fusión cultural es muy importante y creo que lo que no debe haber es celo profesional por parte de las instituciones. No diré nombres, pero hemos tenido trabas en ocasiones para trabajar con determinadas personas, como si hubiera un prejuicio.

Te puedo asegurar que cuando hemos juntado en un mismo escenario a un reguetonero con un sonero o un danzonero, ha funcionado. Estuvimos trabajando con Frank Fernández y fue buenísimo, y aún tenemos ideas de montar algún número con DJs y el piano clásico de Frank.

La cultura es muy abierta, lo que hay que hacer es trabajarla.

—Cuando haces giras en el extranjero, ¿cómo te las arreglas para insertarte en el mercado internacional cuando las compañías extranjeras dominan el mundo de los espectáculos?

—Te diré algo y no lo vas a creer, o lo vas a creer porque te lo digo yo, que no digo mentiras. En Estados Unidos, por ejemplo, no hacen el trabajo que yo hago con PMM. Ellos son los mejores en el espectáculo, pero les dan importancia a sus artistas, no así a los nuestros cuando van de gira por allá.

Eso lo pueden decir nuestros artistas, que no les dan la fuerza escenográfica que llevan, y eso es lo que yo estoy haciendo ahora. Es más, estamos creando una empresa de servicios PMM en Estados Unidos para la cultura cubana, para que los espectáculos de nuestros artistas tengan el respeto que ellos merecen. Yo sí les garantizo la producción.

En el canal 41 me entrevistaron y les dije que yo había tenido que llevar los equipos de Cuba para los conciertos que animamos allá porque ellos no los tenían a nuestra disposición, y todo el mundo se quedó sorprendido.