El Ballet Nacional se reinventa
especiales
La principal compañía de la danza cubana presentará este fin de semana un programa concierto con las obras de nuevos coreógrafos. ¿Será el comienzo de una renovación parcial del repertorio? Algunos de los creadores quisieran que lo fuera…
El programa que este fin de semana presentará el Ballet Nacional de Cuba (BNC) en la sala Avellaneda del Teatro Nacional no tiene mucho que ver con los de las temporadas habituales de la compañía. Se podrán apreciar algunos de los pas de deux del repertorio clásico, pero el plato fuerte será el estreno de nueve creaciones concebidas en el contexto del Taller Coreográfico que este año ha convocado la agrupación que dirige Alicia Alonso.
Ya lo dice el nombre de la iniciativa: se trata de un taller. Este será un espacio para la experimentación y la novedad, para concretar sobre el tabloncillo ideas y tentativas. El público, la crítica, y sobre todo, la dirección artística del BNC, tendrán la última palabra. Pero los jóvenes coreógrafos que participan lucen encantados: no todos los días una gran compañía abre sus puertas a artistas noveles. O a otros que no lo son tanto, pero que no habían tenido antes la oportunidad de montar sus obras con principal elenco de la danza cubana.
Pero el caso es que al BNC este taller le viene muy bien. En los últimos Festivales Internacionales de Ballet había sido evidente el estancamiento del repertorio actual de la compañía. Hacía falta aire fresco, renovación discursiva, experimentación formal, espectros temáticos más amplios… La crisis de la coreografía contemporánea, se sabe, es universal; pero la manera de combatirla nunca será dándole la espalda a las nuevas tendencias.
La polémica está servida. Algunos creen que el BNC debería seguir ocupándose únicamente de los grandes clásicos decimonónicos, con puntuales acercamientos al legado coreográfico de las últimas décadas… Otros piensan que la compañía tiene la obligación de asumir lo más renovador de la danza que se hace ahora mismo. Algo sin embargo parece claro: el camino no debe ser el de los extremos.
El Ballet Nacional de Cuba puede seguir siendo un referente de la danza más académica (en sus vertientes romántica, clásica y hasta moderna) y al mismo tiempo cultivar manifestaciones más novedosas. Nos son caminos excluyentes, como han demostrado las grandes compañías europeas, como el Royal Ballet y el Ballet de la Ópera de París.
Estas dos funciones podrían demostrarlo.
RUPTURA NO, RECONFIGURACIÓN
Alejandro Sené, que hasta hace un tiempo fue bailarín de la agrupación, es uno de los coreógrafos participantes. Estrenará Claroscuro, una obra de pequeño formato y pocas demandas de producción (todas las coreografías participantes tienen esas características). “Es una idea que me rondaba hace mucho tiempo. Me interesaba abordar esa dualidad del ser humano, ese equilibrio entre las luces y las sombras, pero no sabía cómo hacerlo. Traté de escribirlo, pero no me salía. Hasta que apareció esta convocatoria de la compañía y algunos de mis amigos insistieron en que lo intentara mediante la danza”.
Para Sené la cuestión no es romper con el peso de una tradición, si no reconfigurarla. “Utilizo los pasos de la técnica académica, pero transmuto las dinámicas habituales. Por supuesto que todo esto tiene fuentes de inspiración, uno se va nutriendo constantemente. Primero fue la escuela de ballet, después el trabajo como bailarín, más tarde mi experiencia como profesor. Todo te va creando un mundo, necesidades de expresión”.
A Laura Domingo, que presentará Dulce es la sombra, le ha interesado aprovechar la base clásica de los bailarines del Ballet Nacional para a partir de ahí intentar una búsqueda, una transformación. “Intento descomponer la música, el movimiento habitual, para de esa manera hablar de la trascendencia, de lo que perdura”.
No es la primera obra que monta con el BNC, pero esta experiencia le parece muy singular. “He tratado de que los bailarines no sean entes pasivos, los he exhortado a que sean parte del proceso creativo. No es algo que hagan habitualmente. Por las características de la compañía, suelen sobre todo aprenderse roles ya establecidos. Estoy contenta por la manera en que han participado en el montaje, le han dado rienda suelta a la creatividad y eso me gusta, porque para mí un bailarín no es un simple receptor”.
Esa implicación de los bailarines en los montajes ha sorprendido a más de uno. Luvyen Mederos, por ejemplo, está satisfecho por el interés que se han tomado en su coreografía, Sistemas: “Fue un poco difícil para ellos, pues no tenía mucho que ver con lo que hacen casi siempre, pero se entusiasmaron hasta el punto de que a veces se nos iban volando los horarios de montaje”.
Mederos, a diferencia de otros coreógrafos participantes, ya tiene una obra bastante consolidada en la danza cubana. Ha ganado premios dentro y fuera del país y ha montado con varias compañías contemporáneas. Pero esta pieza, sustentada en una investigación con aires filosóficos, siempre fue pensada para bailarines clásicos.
“Me interesa reconstruir, ir a las esencias. He trabajado en bloques temporales, he recreado ahí movimientos que se comprimen o se expanden en función del espacio, y a partir de esos elementos, he tratado de crear una dramaturgia singular. No es fácil, pero hemos trabajado con muchas ganas”.
Ely Regina Hernández, que es bailarina, decidió apostar por una idea mucho más sencilla. “Lo más importante para mí es lograr la limpieza y la esencialidad de la propuesta. Es mi primera coreografía en serio —cuando era estudiante había hecho algunas cosas—, así que preferí empezar con algo corto y sencillo”.
Yo, tú, él, ella, su pieza, será interpretada por dos parejas. “Son mis amigos, así que los convencí de que participaran en esto y el proceso ha sido muy interesante y rico para mí, me he sentido muy bien”.
LA OPORTUNIDAD LA PINTAN CALVA
“El Taller Coreográfico es una de las mejores cosas que me han pasado en esta compañía —dice Ely Regina. Muchos de nosotros teníamos intereses e inquietudes, pero no contábamos con el tiempo para hacerlos realidad. Ahora hemos contado con todo el apoyo de la compañía”.
La dirección del BNC, de hecho, ha ofrecido todas las facilidades para los jóvenes creadores: tiempo y salones para los montajes y ensayos, producción y vestuario, promoción… Los coreógrafos han trabajado a veces con sus amigos, pero también han podido contar con otros integrantes del elenco.
Laura Pérez, también bailarina, está encantada: “Hacía tiempo que había tenido la idea de esta coreografía, Vibraciones. En una época escuché mucha música instrumental y la música misma me sugirió el tema. Pero tenía un obstáculo para concretar la obra: el tiempo, la falta de apoyo. La iba a hacer de todos modos, en horarios extra, con mis amigos, pero se dio esta oportunidad y la aproveché”.
Vibraciones, según Laura, se distingue por una gran vocación de fusionar: “Esa es una de las características principales de nuestra cultura y eso he tratado de hacer en mi propuesta: una fusión de estilos, de músicas diversas”. Para ella la experiencia es un crecimiento. “De hecho, es un crecimiento para todos: para los coreógrafos, para el público, para los bailarines que bailan las obras y para los que no. Lo importante es comenzar, romper la inercia. Después la vida dirá que obra trascendió y cuál no, pero es bueno que todo el mundo tenga la oportunidad de probar”.
Elys Regina piensa que el Taller es un reto también para el público: “Debería tener bien en cuenta de que se trata precisamente de eso, de un taller, es una manera de probar, de abrirse camino. Algunas cosas resultarán y otras no, pero así es como se va moviendo un repertorio”.
El jovencísimo Lyvan Verdecia, que presentará el dúo Retratos, cree que el Taller ha permitido que algunos de los bailarines expresen lo que sienten, lo que los incita y motiva. “Eso es vital. A veces uno tiene necesidades de expresión que van más allá de bailar lo que ya está montado hace años. La compañía necesita ese reflejo, ese impulso”.
Verdecia no cree que haya contradicciones entre la renovación parcial del repertorio y la conservación del acervo histórico de la compañía. “Se puede hacer todo”.
Laura Domingo va más allá. Cree que no solo es posible, sino necesario. “Es bueno que la compañía siga siendo un referente universal del ballet clásico, pero también tiene la responsabilidad de abrirle caminos a los creadores más jóvenes. Puede y debe seguir bailando los clásicos, pero también puede y debe abrirle espacio a propuestas más arriesgadas”.
Las nueve coreografías que tendrán su estreno mundial son: El samurái y la geisha (Coreografía: Ismael Pérez. Música: Instrumental japonesa), Me asfixia (Coreografía: Maysabel Pintado. Música: Denis Peralta), Dulce es la sombra (Coreografía: Laura Domingo. Música: Guido López Gavilán), Retratos (Coreografía: Lyvan Verdecia. Música: Yan Tiersen - Zoe Keanting), Exceso (Coreografía José Losada. Música: James Blake - Flutine), Sistemas (Coreografía: Luvyen Mederos. Música: Wolfgang Amadeus Mozart – Antonio Vivaldi), Vibraciones (Coreografía: Laura Pérez. Música: Johann Sebastian Bach-Apocalíptica), Claroscuro (Coreografía: Alejandro Sené. Música: Bela Bartok) y Yo, tú, él, ella (Coreografía: Regina Hernández. Música: Alexia Moore). Las funciones tendrán lugar el sábado y el domingo, en los horarios habituales.
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