Sao Paulo y Río suspenden el aumento en la tarifa del transporte tras las protestas

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Sao Paulo y Río suspenden el aumento en la tarifa del transporte tras las protestas
Fecha de publicación: 
19 Junio 2013
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Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, han anunciado una reducción de los pasajes de autobús tras las protestas que han invadido los últimos días el país por la subida de las tarifas de transporte público.

 

El alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, decidió revocar el aumento que había entrado en vigor este mes y que elevó el valor del pasaje desde 3,00 reales (unos 1,36 dólares) hasta 3,20 reales (unos 1,45 dólares). Por su parte, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, anunció una reducción de 20 centavos de real.

 

La subida en 10 centavos de dólar de los billetes de transporte público encendió la ira de los brasileños, que salieron a la calle en Brasilia el pasado 16 de junio, día de la inauguración de la Copa Confederaciones, para criticar al gobierno por el elevado desembolso en la organización de eventos deportivos como la Copa del Mundial de fútbol de 2014.

 

“Expectativas frustradas”

 

Javier Amadeo, doctor en Ciencias Políticas, considera que existe “una cierta frustración por las expectativas” de la población. Según él, aunque Brasil “se tornó en una referencia mundial desde el punto de vista crecimiento”, las expectativas —sostiene— no se corresponden con “la pésima calidad” de los servicios públicos, lo que afecta la vida diaria de millones de personas.

 

Asimismo, el experto recuerda que las protestas se derivaron por un alza en la tarifa del transporte público que —afirma— “es de pésima calidad y uno de los más caros del mundo”.

 

Por otro lado, Amadeo cree que el discurso del gobierno es bastante contradictorio, puesto que —sostiene— por una parte “entienden la legitimidad de esas manifestaciones” pero al mismo tiempo “intentan preservar una cara determinada de Brasil frente al mundo donde cualquier tipo de manifestación política de insatisfacción es duramente reprimida”.

 

Un día más tarde 250.000 personas invadieron las calles de una veintena de ciudades y reclamaron una mejor educación, mejores hospitales, transporte público de calidad y un alto a la corrupción. La presidenta Dilma Rousseff les tendió la mano y dijo estar dispuesta a escuchar el clamor de los manifestantes.

 

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