India: Para que la verdad triunfe
especiales
“Solo la verdad triunfa”, así reza el lema del León de Sarnath, emblema nacional de la India, objeto de conspiraciones del Imperio para traerla a su lado, que incluyen la continuación de la penetración de las agencias de inteligencia en sus aparatos militar y económico, el entrenamiento de grupos fundamentalistas en acciones terroristas y la exacerbación de las desigualdades en general.
Precisamente, uno de los puntos cruciales en la zona es el establecimiento de una paz duradera entre la India y Paquistán, este último en una situación expectante, tras el triunfo de la oposición en recientes comicios generales, considerado un voto de castigo por las deficiencias del anterior gobierno.
Estados Unidos maniobra entre ambos, conociendo la enorme dimensión de los arsenales nucleares que acumulan. Ensaya un juego a dos puntas para actuar como árbitro, recurriendo a la misma duplicidad que utiliza frente a Israel y Turquía (en el caso de Palestina) o ante Grecia y Turquía.
El gobierno de la India considera que su rival apaña a grupos comprometidos en atentados de gran porte, acciones que en los últimos tiempos se han incrementado en territorio paquistaní, aunque al mismo tiempo Nueva Delhi trata de contener a sectores que propugnan abiertamente la guerra para asegurar la ocupación de Cachemira y retomar el conflicto limítrofe.
Asimismo, Washington ha maniobrado para colocar a la India en la primera fila contra China, pero ha encontrado un obstáculo en la participación de ambas naciones en el grupo de naciones emergentes BRICS, junto a Brasil, Rusia y Sudáfrica.
Además, la propia política guerrerista del Pentágono erosiona la estabilidad, por lo que Nueva Delhi ha trazado un rumbo diferente, acorde con su pasado de lucha.
RESULTADOS EVIDENTES
Poco después de la independencia, la India comenzó un proceso de planificación cuyos objetivos fueron de dos tipos: económico, destinado a aumentar el ingreso nacional y el nivel de vida a través de la rápida industrialización y el incremento de la producción agrícola; y el social, para proveer a la población de comodidades básicas.
Los resultados son evidentes: la India se encuentra entre los países con más grandes potencialidades económicas y produce artículos más pequeños que el alfiler, tan sofisticados como las supercomputadoras y tan complejos como los satélites. Y, después de Estados Unidos, posee la fuerza de trabajo científico mayor en el mundo. En el área de la agricultura, no solo se autoabastece, sino que es también exportador neto. Los servicios de salud se han expandido inmensamente, lo cual ha traído como resultado el aumento de la esperanza de vida de 34 años en 1947 a más de 65 en el presente.
Aunque los resultados son loables, la pobreza, el exceso de población, el desempleo y la falta de infraestructura son algunos de los problemas macroeconómicos que sufre, agravados por cierta política neoliberal que ayuda momentáneamente en el crecimiento, pero que ahonda las desigualdades.
DOS CARAS
Podemos decir, entonces, que la India tiene dos caras: una milenaria rica en tradiciones socioculturales y una moderna de cara a los retos que enfrenta en este milenio. Son dos aspectos importantes aparentemente divergentes, pero que a la larga se complementan.
Y aunque hay fuerzas reaccionarias como indicamos al principio que realizan acciones para romper la coexistencia, prima en grado sumo la unidad en la diversidad y el mantenimiento de la continuidad en el cambio, característica fundamental a través de su historia.
Algo que se conoce mundialmente y que le es distintivo como peculiaridad histórica es su sistema de castas, que ha existido desde hace más de 3 000 años, que algunos lo ven como rasgos distintivos de una sociedad inamovible, y no ha sido abolido por la Constitución, que sí eliminó la práctica de la intocabilidad y la discriminación basada en la casta y la religión. Mientras que la modernidad y la información han diluido gradualmente su influencia en las ciudades, es aún muy fuerte en la India rural.
Nuestros amigos indios consideran que el sistema de castas de por sí no es retrógrado y que solo la mentalidad estrecha y fragmentada que la sociedad atribuye a cada casta, es lo que obstruye al progreso y el desarrollo del país.
Tan es así que, cuando asistí a un homenaje a Mahatma Gandhi en un nuevo aniversario de su asesinato por un extremista religioso, pensé nuevamente en que es incalculable su lucha por la libertad de la India, y recordé como en dos visitas a la hermana nación comprobé que sus ideas siguen vivas, al ver confraternizar a hindúes, musulmanes y sikhs en Delhi, Bangalore, Mumbai, Agra y Pune, en el Taj Mahal.
Por eso confío en la sagacidad e inteligencia de los hermanos indios para que este fundador del Movimiento de los Países Alineados, amigo de Cuba, derrote todos los planes imperialistas para desunirlo y haga que siga vigente la frase inscrita en el León de Sarnath: “Solo la verdad triunfa”.
Añadir nuevo comentario