Tatuajes, ¿solo dibujitos?

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Tatuajes, ¿solo dibujitos?
Fecha de publicación: 
10 Mayo 2013
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Foto: Thays Roque Arce

 

Pareciera que en la actualidad todos tienen un tatuaje. Pues sí, te guste o no, los tatuajes ya se han hecho habituales en nuestra realidad. A muchas personas les encantan. Otros, los aprueban mientras que estos no descansen sobre su piel, pero, ¿qué hacer con el resto de los individuos?, con esos que califican a quienes se tatúan como seres desagradables y de muy mal gusto que no tienen otra cosa que hacer, con esos que aseguran que los tatuajes no son una manifestación artística ni ocho cuartos, y con esos que no pierden oportunidad de buscar lo negativo en ellos.

 

¿Acaso debemos aniquilarlos?, ¿ignorarlos? Ni una ni la otra, más bien se trata de llegar a un consenso entre todos, de construir un criterio universal en el que pese más lo positivo de estos símbolos y no su parte negativa.

 

Si le dijese que en septiembre de 1991 en los Alpes se descubrió el cuerpo momificado del mismísimo “Hombre de las nieves”, cuya existencia se remonta hasta el año 3300 antes de Cristo, y que en su cuerpecito se hallaban pequeños símbolos muy estilizados a manera de tatuajes ¿qué pensaría? ¿Acaso creería que los tatuajes son algo negativo? Al tratarse de un personaje tan popular y que vivió hace tantos años, el asociar esta práctica social con lo perjudicial no sería lo más conveniente.

 

No, no lo sería porque aunque muchos no sepan observar más allá de trazos colocados en la epidermis, otros les otorgan a esas representaciones significados que marcan la vida de personas y que nos cuentan, muy por encima, sus vivencias.

 

No podemos irnos con la de trapo, hay que atender siempre a las circunstancias. Por ejemplo, en la prisión, el cuerpo no es la cárcel del alma y por ello un tatuaje en el cuerpo de un preso es un territorio de resistencia donde el amor, la muerte y la fe, conviven junto a estas cicatrices como libros que cuentan historias.

 

Lo cierto es que a esta altura del partido ya nadie puede mostrarse indiferente ante esos dibujos que pequeños a veces, inmensos otras, alegres y coloridos en ocasiones, tenebrosos y sombríos también, siempre van a hallar su espacio en algún paraje del cuerpo humano haciendo de este una verdadera obra de arte, o en el peor de los casos, un espejo de vulgaridad.

 

Permítame aconsejarle, no como experto (porque no lo soy y estoy muy lejos de serlo) sino como un amigo más. Le invito a reflexionar y comenzar a asumir los tatuajes como lo que son, sentimientos representados en la piel de una persona. El no aferrarse al criterio de lo perpetuo de una decisión como esta, es la clave. Muchas veces en la vida tomamos decisiones que también son eternas y de las que también podemos arrepentirnos y sin embargo esto no nos impide tomarlas.

 

Si eres de los que no se van por el camino más fácil, el de la incomprensión, y prefieres buscar, todo el tiempo, tu reafirmación como ser humano y la armonía para y con tus semejantes, entonces este comentario es para ti.

 

 

 

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