Fresa y Chocolate, el canto de Cuba contra la intolerancia, cumple 20 años
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Fresa y Chocolate, la película cubana que conquistó al mundo con su canto contra la intolerancia, cumple este año dos décadas de éxito convertida en clásico, con homenajes en varios festivales y hasta una versión musical en teatro.
La historia de la compleja e improbable amistad entre David, un estudiante provinciano, comunista y heterosexual, y Diego, un homosexual culto y escéptico en una Cuba homofóbica, conmovió a los espectadores y llenó al filme de reconocimientos.
Entre otros premios, la cinta obtuvo el Oso de Plata en el festival de Berlín, el Goya en España y la primera y hasta ahora única candidatura al Oscar de Cuba, donde su exhibición atizó el debate contra la intolerancia social, política y cultural en momentos en que el país enfrentaba una grave crisis tras la caída del bloque socialista.
Estrenada en 1993, Fresa y Chocolate lanzó la carrera cinematográfica de los actores Jorge Perugorría y Vladimir Cruz, y fue el penúltimo largometraje del destacado realizador cubano Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996), que contó con su compatriota Juan Carlos Tabío en la codirección.
El guión del escritor cubano Senel Paz tomó como base su cuento «El lobo, el bosque y el hombre nuevo», ganador del premio Juan Rulfo 1990 de Radio Francia Internacional.
Perugorría, que después de interpretar a Diego se convirtió en el actor cubano más internacional, dijo a Efe que este año los homenajes comenzaron por Estados Unidos, donde ya se recordó la película en el Festival de Cine Latino de San Diego y se organizarán honores en eventos en Nueva York y Chicago.
«Fresa y Chocolate tiene lo que se llama la magia del cine», aseveró el intérprete, y recordó que «continúa viva» porque trató el asunto del respeto a «todas las diferencias» y «no hay ningún país que haya podido superar ese tema».
Según comentó, «siempre se ha hablado de hacer una segunda parte» en la que los protagonistas se reencuentren, aunque lo ve como algo «remoto».
«Lo que sí ha sucedido es que el propio texto de Senel se ha ido convirtiendo en un clásico y se han hecho versiones libres, monólogos, obras de teatro, ahora mismo un musical», explicó Perugorría.
La versión musical homónima será estrenada en abril por el grupo cubano Mefisto Teatro bajo la dirección de Tony Díaz, quien ha dicho a medios locales que su pieza será capaz de sostener «un diálogo intenso» con los públicos actuales.
La actriz Mirtha Ibarra, protagonista femenina del filme con el personaje de Nancy, no duda en afirmar que «el origen de todos los cambios que se han efectuado en la sociedad cubana y que tienen que ver con la tolerancia y el respeto a la libertad del individuo a su elección sexual o religiosa, parten del estreno de la película».
Ibarra subrayó a Efe que Fresa y Chocolate también fue «un canto a la amistad y a cómo esta puede hacer crecer espiritual y culturalmente a una persona llena de dogmas y prejuicios y hacerle ver el mundo de una forma más plena».
Sobre ese legado, el realizador Juan Carlos Tabío observó por su parte que «aunque en los sesenta y setenta se desataran, desde posiciones oficiales, campañas represivas contra los homosexuales (...) la sociedad cubana ha avanzado muchísimo en ese aspecto».
«Ahora, Diego se va de Cuba no porque su condición de homosexual le haga la vida imposible -manifestó a Efe Tabío- sino porque su actitud contestataria lo coloca en una situación "política" insostenible».
«No es lo mismo aceptar la diversidad en las preferencias sexuales que en otras zonas de la vida», opinó.
Fuera del debate social, Fresa y Chocolate dejó asimismo varias huellas en el paisaje de La Habana. con su nombre se inauguró en 2002 una cafetería estatal de ambiente bohemio, justo frente a la sede del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos en el céntrico barrio de El Vedado.
Los sitios que le sirvieron de localización se mantienen intactos: Coppelia, la heladería donde se conocieron los protagonistas; el mirador de El Cristo en la bahía, desde el que Diego se despidió de la ciudad; La Guarida, la casa de Diego en el ruinoso edificio en el que también vivía Nancy.
El piso de La Guarida, plató principal en la filmación, se convirtió con la apertura económica de los años noventa en un restaurante privado que es actualmente uno de los establecimientos más famosos del país y donde aún se pueden ver elementos del decorado original de la película.
Según Perugorría, los dueños del restaurante «están empeñados» en organizar algunas actividades en el local para recordar el rodaje de Fresa y Chocolate en diciembre próximo, coincidiendo con la 35 edición del Festival de Cine de La Habana.
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