Drones sobre las riquezas de África
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Tal como ente ya omnipresente militarmente en 35 países africanos, los aviones sin piloto norteamericanos sobrevuelan por estos días las islas Seychelles y Somalia, en busca de dirigentes rebeldes que detestan al imperialismo, por lo que en cualquier momento, si algo se puede “filtrar”, oiremos hablar de “misión cumplida”, acompañada de los irremediables “daños colaterales”.
Se sabe que la miseria es un caldo de cultivo para el terrorismo, pero también para el chantaje y el soborno, principalmente a esferas oficiales, por lo que Estados Unidos se hace cada vez más presente en el llamado continente negro -el más pobre y olvidado-, con el fin de arrebatarle sus riquezas naturales e impedir la presencia de China, que tiene otra forma de ayudar a los intereses de naciones que necesitan una colaboración ventajosa.
Analistas consideran que EE.UU. sigue la ruta trazada por el colonialismo británico, dejando a un lado a zonas en las que prevalecía Francia, presente con tropas en Mali y la República Centroafricana. Pero esto no es realmente así.
Y es que Estados Unidos, o como se dice en la Red Voltaire, “aquellos quienes por sus propias ventajas trabajan debajo de su bandera”, ya tiene una importante presencia militar desde el 2006, con un mando denominado AFRICOM, dependiente en su momento de un ente semejante creado en Europa (EUCOM), tres años atrás.
El entonces secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld. propuso e hizo aprobar por los aliados de EE.UU. en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) una Fuerza de Reacción Rápida, con el declarado y descarado propósito de lograr la hegemonía militar, política y económica en los hemisferios norte y sur.
Antes de la inauguración oficial del AFRICOM, especialistas ya habían alertado que debajo de las declaraciones de que solo deseaba ser un socio de seguridad de las naciones africanas, había alguna cosa más geoestratégica significante, y mucho más siniestra.
Lo cierto es que AFRICOM fue creado el primero de octubre del 2009, y con 53 naciones bajo su férula, es el mayor mando militar norteamericano en estos momentos. Al principio, la presencia militar estadounidense se limitó a ejercicios bélicos limitados en el oeste y este africano, pero ya a principios del 2010 se pudo comprobar su interés en el Golfo de Guinea con sus enormes reservas de petróleo en Nigeria, Guinea Ecuatorial, Gabón, Angola y la República de Congo.
Al mismo tiempo, se conocía que había invertido 500 millones de dólares en la creación de una red supuestamente antiterrorista, que incluía Marruecos, Túnez, Argelia, Mauritania, Níger, Mali, Chad y Senegal.
Todo el interés se cierne ahora en fortalecer sus bases en el continente, hasta ahora, repito, 35, mientras hace los preparativos necesarios con el fin de establecer una para portaaviones. En este contexto, con sus aliados de la OTAN, hacen ejercicios militares y trabajan para establecer un mando único en Cabo Verde, con el fin de tener el control de las zonas de extracción del crudo y la vigilancia de los oleoductos.
Con este fin, ya es más reciente el logro de facilidades militares en Senegal, Ghana y Mali -que tienen petróleo-, ejercitar en luchas antiterroristas al ejército ugandés y los ya informados sobrevuelos de los drones en Somalia y las Seychelles.
En un reportaje y entrevistas realizadas por la cada vez mayor presencia norteamericana, la agencia británica Reuters comentaba la declaración de un ejecutivo estadounidense:
“...Las apuestas se elevan. Tenemos empresas además de aquellas que se dedican en la exploración para oro (Mali es el tercero más grande productor de África), que desean explorar por petróleo en el norte de Mali... “.
O sea, el papel principal de AFRICOM es hacer las campañas contra las insurrecciones que sean molestas a Estados Unidos, para siempre conseguir oro, piedras preciosas, petróleo, gas natural y uranio, entre otros recursos esenciales.
Ya el propio continente africano sufrió en Libia el acoso imperial, con pretextos similares usados para justificar las invasiones de Afganistan e Iraq, los ataques de misiles realizados por los aviones sin piloto contra Paquistán, donde los civiles sufren el mayor el peso de la agresión norteamericana, precisamente de esos drones que hoy sobrevuelan África.
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