Canadá espió Cuba por órdenes de EEUU, confiesa diplomático

Canadá espió Cuba por órdenes de EEUU, confiesa diplomático
Fecha de publicación: 
17 Octubre 2012
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En un capítulo poco conocido de la Guerra Fría, los diplomáticos canadienses espiaron para la Agencia de Inteligencia Central de EE.UU en Cuba, a raíz de la crisis de los misiles de 1962 – y durante años después, según revela hoy el diario canadiense The Globe and Mail..

Una parte importante de esta historia es contada en un libro de memorias de próxima publicación por el diplomático retirado John Graham. El Sr. Graham fue uno, de una serie de diplomáticos canadienses contratados para espiar para la CIA en La Habana. Las misiones se prolongaron durante al menos siete años, durante la década de 1960.

“No teníamos un agregado militar en la embajada de Canadá”, explicó el Sr. Graham, quien trabajó bajo la cobertura de Oficial Político. “Y enviar uno hubiera levantado sospechas. Por lo tanto, se decidió realizar nuestro trabajo de manera menos visible. ”

Mr. Graham dijo que trabajó como espía durante dos años, entre 1962 y 1964. Su mandato consistía en visitar las bases soviéticas, identificar las armas y equipos electrónicos y vigilar los movimientos de tropas.

Las misiones de espionaje comenzaron después de que el presidente John F. Kennedy pidió al primer ministro Lester Pearson – en la cumbre en Hyannis Port, Massachusetts,  en mayo de 1963 – si Canadá pudiera apoyar los esfuerzos estadounidenses en materia de inteligencia en Cuba.

Como consecuencia de la crisisde Octubre, que provocó que las superpotencias estuvieran al borde de la guerra nuclear, los soviéticos se habían comprometido a retirar los misiles nucleares del territorio cubano, a cambio de la promesa de Washington de retirar sus propias baterías de misiles de Turquía e Italia.

Los Estados Unidos necesitan vigilar a los rusos, para complementar los datos recogidos por los vuelos de reconocimiento U-2 casi a diario. Sus redes de agentes cubanos habían sido destruidas por el eficiente servicio de contraespionaje cubano.

De haber roto las relaciones diplomáticas con Cuba en 1961, Canadá no hubiera tenido  embajada propia por la cual infiltrar espías estadounidenses.

Poco después de la cumbre, Ottawa envió al diplomático George Cowley a La Habana.

Ahora fallecido, el Sr. Cowley, que había servido en la embajada canadiense en Japón y vendido enciclopedias en África, pasó dos meses en La Habana en la primavera de 1963. Fue apoyado en su puesto por el encargado de negocios en la República Dominicana.

Su entrenamiento formal, según lo que contó a The Globe and Mail, fue mínimo – unos días en la sede de la CIA en Langley, Virginia.  Al final del mismo, un oficial de la agencia le ofreció un regalo de despedida – una cámara sofisticada, con un surtido de teleobjetivos.

Rechazó el presente, con el argumento de que si era capturado alguna vez con ella, seguramente sería arrestado.

“Pero, ¿cómo vamos a saber lo que los convoyes militares soviéticos están llevando?” pregunto el entrenador. “Necesitamos precisión. La configuración es esencial para el reconocimiento. ”

“Te voy a sacar fotos”, dijo Graham. “Fue un poco como el personaje de Graham Greene “Nuestro hombre en La Habana”, pero eso es lo que hice.”

En la novela de Greene, un vendedor inepto, reclutado para espiar para el Reino Unido, envía ilustraciones de piezas del aspirador a su entrenador, llamándolos dibujos de una instalación militar.

Para que sus dibujos llegaran a Canadá, viajó a Ciudad de México – la sola conexión erea regional – y entrego los dibujos a la embajada de Candadá que las envió por correo diplomático a Ottawa. Las copias se enviaron posteriormente a la CIA y de ahí a a la Casa Blanca de Kennedy.

Sus informes escritos, enviados por telegrama cifrado a la embajada de Canadá en Washington y luego a Ottawa, contenían detalles de los medios electrónicos que se utilizaban en las bases soviéticas. “Esa información”, dijo, “podía indicar  a un experto que sistemas de armas tenían.”

Aunque Moscú había quitado su arsenal nuclear cuando el Sr. Graham llegó, mantuvo una presencia militar significativa. Los soldados rusos típicamente vestidos de civil, por lo general en  camisas sport a cuadros, pantalones caqui y zapatillas deportivas.

Para encajar, el Sr. Graham adoptó el mismo conjunto – comprado en una tienda Zellers en Ottawa. Aunque muchas misiones de vigilancia implicaban acercarse temprano en la mañana a las instalaciones navales, nunca se le siguió. Fue detenido una sola vez por la policía, en la sección segura de un edificio de comunicaciones. Él se hizo pasar por un turista torpe y se le dejó ir.

En varias ocasiones, el Sr. Graham realizó operaciones con un agente de otro país occidental que se niega a identificar. “Era brillante y  y notable por completo. En las fiestas, tocaba Monty-Python, acompañándose con el piano. ”

Para aliviar el estrés de sus misiones, se detendrían para ir de picnic junto al mar en el camino a casa. “Mr. X sacaba dos copas de cristal y un termo de martinis premezclados. Me proporcionó las aceitunas “.

Las autoridades canadienses, dijo, fueron a extremos extraordinarios para proteger su identidad como agente. Marcaba sus dibujos con las palabras “”Para  ojos canadienses solamente”, pero en Ottawa se les dio la advertencia: “Secreto, Proteger Fuente”- una clasificación que nunca había visto.

En 1964, el Sr. Graham fue promovido dentro de la embajada y sustituido en su labor de espionaje por Alan McLaine. De hecho, dijo, el papel de Canadá como sustituto de la CIA en Cuba continuó durante varios años, incluso bajo el gobierno de Pierre Trudeau, que había desarrollado una amistad personal con el líder cubano Fidel Castro.

Mr. Graham, de 78 años, más tarde sirvió en Londres, se convirtió en embajador de Canadá en Venezuela y se dirigió hacia la unidad de promoción de la democracia de la Organización de los Estados Americanos.

Él relata sus hazañas en Whose Man in Havana? Adventures from the Far Side of Diplomacy, que será publicado por Penumbra Press.

Uno sólo puede especular sobre lo que la Casa Blanca de Kennedy habría hecho si el conservador John Diefenbaker había ganado el 8 de abril de 1963, las elecciones federales canadienses. Los dos líderes se habían enfrentado en repetidas ocasiones, sobre todo en el tema de estacionamiento de ojivas nucleares en suelo canadiense.

“Afortunadamente para Washington, el Sr. Pearson ganó un gobierno minoritario y rápidamente accedió a la petición de espionaje de Mr. Kennedy”, comenta el Globe and Mail.

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