Sotomayor: El Rey de las alturas

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Sotomayor: El Rey de las alturas
Fecha de publicación: 
13 Octubre 2012
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Apenas con 15 años de edad logró sobrepasar el listón sobre los dos metros. Había nacido para el salto alto y esas facultades las descubrió el activista Carmelo Benítez allá en el poblado matancero de Limonar, donde vio la luz el 13 de octubre de 1967.

 

Su ascenso fue meteórico, hasta el punto que se ganó el sobrenombre de Príncipe de las Alturas, pero preferimos llamarlo Rey, porque nadie se le acercó. De ello se encargaron su primer entrenador oficial, José Godoy, y posteriormente Guillermo de la Torre.

 

Sus aptitudes para esta modalidad le permitieron, gracias a una beca, estudiar en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Deportivo de La Habana. Debido a circunstancias políticas no pudo participar en los Juegos Olímpicos de Seúl-1988; sin embargo, esta situación no le impidió superar en ese año el récord del mundo con un salto de 2.43 metros.

 

Con 1.94 metros de talla y 81 kilogramos de peso, hizo sus pininos a los 13 años y solo llegó hasta 1.65 metros, pero con 10 centímetros menos de estatura en ese entonces. Comenzó a asombrar en grande cuando a los 19 años fijó el tope mundial juvenil en 2.36. Poco después llegó su primer récord del planeta, con apenas 21 años.

 

Una lesión al comienzo de la década de los 90 le obligó a abandonar temporalmente este deporte. Esto le permitió proseguir con sus estudios de Cultura Física. En esta época se produjo además la muerte de Godoy, su entrenador, quien fue sustituido por De la Torre.

 

En 1992, durante la celebración de las Olimpiadas de Barcelona, consiguió la medalla de oro con un registro 2.34 metros, discreto para su nivel, pero inalcanzable para el resto de los competidores.

 

Ganó todas los premios otorgados por la Federación Internacional de Atletismo: olímpicos, siete mundiales (cuatro bajo techo y dos al aire libre), tres Panamericanos e igual cifra de patrones para los Juegos Centroamericanos y del Caribe, además del Premio Príncipe de Asturias de los deportes, en 1993, y cinco veces el de la Agencia de noticias Prensa Latina.

 

En certámenes del orbe al aire libre triunfó en las ediciones de Stuttgart-1993 (2.40 metros) y Atenas-1997 (2.37) y consiguió plata en Tokio-1991 (2.36) y Gotemburgo-1995 (2.37), mientras que en citas techadas se llevó el máximo premio en Budapest-1989 (2.43), Toronto-1993 (2.41), Barcelona-1995 (2.38) y Maebashi-1999 (2.36) y concluyó segundo en París-1985 (2.30) y tercero en Sevilla-1991 (2.31).

 

Los Juegos Panamericanos lo vieron subir a lo más alto del podio en Indianápolis-1987 (2.32), La Habana-1991 (2.35) y Mar del Plata-1995(2.40), este último salto récord continental, y los encuentros centrocaribeños en México-1990 (2.34), Ponce-1993 (2.35) y Maracaibo-1998 (2.37), también marca del área en la última ocasión.

 

Desde que el estadounidense George Horine burló el listón en 2.00 metros exactos, en el Stanford Stadium de Palo Alto, Estados Unidos, el 18 de mayo de 1912, hasta que el soviético Rudolf Povarnitsin devino primer humano en conquistar el mítico muro de los 2.40 metros en la ciudad ucraniana de Donestk, otrora Unión Soviética, el 18 de agosto de 1985, transcurrieron 73 años.

 

Sin embargo, en las tres temporadas subsiguientes esa barrera creció igual cantidad de centímetros en las piernas de tres talentosos atletas: el ruso Igor Paklin (2.41), el sueco Patrick Sjoberg (2.42) y Javier Sotomayor, pero este último fue el único capaz de superarla en reiteradas ocasiones.

 

Sus registros planetarios llegaron en el siguiente orden: 2.43 metros el 4 de marzo de 1989 en Budapest, Hungría (vigente bajo techo), 2.43 el 8 de septiembre de 1988 en Salamanca, España, 2.44 el 25 de julio de 1989 en San Juan, Puerto Rico, y 2.45 el 27 de julio de 1993 en Salamanca, España (vigente al aire libre).

 

Durante los últimos 15 años, ningún otro saltarín, salvo Sotomayor, fue capaz de pasar el cuerpo por encima de los 2.42 metros. Únicamente el cubano lo hizo en ocho ocasiones. En ese lapso -sin dudas el mejor momento vivido por la prueba en el planeta- nueve candidatos rebasaron los 2.40 metros; aunque distaban a cinco centímetros del patrón universal. Sotomayor, en cambio, los burló en más de 20 oportunidades.

 

Tras ser injustamente sancionado a dos años sin competir tras los Juegos Panamericanos de Winnipeg-1999, la IAAF le condonó la sanción y con apenas tres meses de entrenamiento se adjudicó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney-2000.

 

Allí consiguió un salto de 2.29 metros en prueba ganada por el ruso Serguei Kliugin (2.31), y con la cual cerró para él su ciclo competitivo, pues al año siguiente apenas tomó parte en algunas citas atléticas hasta abandonar definitivamente las pistas que lo llenaron de gloria por más de una década.

 

Posteriormente compartió su tiempo entre el patrocinio del grupo musical Salsa Mayor y el asesoramiento a las nuevas figuras del salto alto en la Isla, hasta que ocupó el cargo de delegado de la Comisión nacional de atletismo, y desde hace unos años es el gerente del equipo nacional.

 

 

 

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