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Lo peor del reggaetón son los reggatoneros cubanos. Si no fueran de tan mal gusto, hasta serían un chiste. Uno que nunca ha cantado ni cantará, se autotitula "la voz", otro que casi no sabe hablar se llama "el mejor bolígrafo de la república". En fin, que de la modestia que siempre ha caracterizado a nuestros grandes músicos, a estos muchachos no les tocó ni un poquito. Que estos videos "caseros" proliferen entre los jóvenes es un fenómeno bastante difícil de detener, pero que se destinen recursos a promover creaciones como el Chupi chupi, es casi absurdo. No quisiera restarle méritos artísticos al video que se presentó en TV, porque no soy experta, pero discrepo con el que diga que esa letra es de doble sentido, porque ese nunca oyó al Guayabero. La letra de El Chupi es muy explícita y para el que le queden dudas, está el video que inicialmente se trasmitió por vías extraoficiales, en el que aparecen unas muchachas bastante creciditas como para no saber comer helado sin derramárselo encima. Yo soy mujer, cubana de esta época, abogada, considero que mis gustos musicales son bien amplios y no daba crédito cuando vi ese video. Con tanto que han enseñado Mario Rodríguez Alemán, Enrique Colina, Rufo Caballero, la EICTV y la Universidad para todos. Aparentemente esa es la moda del reggaetón cubano porque los videos de los temas La Corrupción y Ellas son locas, son aún peores. Desconozco el origen, pero los jóvenes se los pasan en memorias y celulares y luego toman como paradigmas de éxito a esos cantantes. La crisis de valores en nuestro país es cada vez peor, cuando semejantes ejemplares han logrado imponerse y triunfar, trasmitiendo patrones y valores que se oponen a todo lo que las madres queremos para nuestros hijos. Yo no soy detractora de ningún género y bailo hasta con Radio Reloj, pero creo que nuestros medios de difusión y los recursos que se pongan a disposición de los mismos deben cuidar y promover valores como hablar correctamente. Para plantear problemas no hay que decir groserías, aunque a veces es inevitable y hasta queda bien la mala palabra, como demuestran las canciones de Calle 13.