Vargas Llosa fujimorista: No será fácil para Keiko
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El neoliberalismo primero. Mario Vargas Llosa, rival del expresidente Alberto Fujimori en los 90's insta a votar por Keiko Fujimori. Foto: Getty Images.
Luego de conocer el proceso ecuatoriano, donde una derecha unida llevó a la presidencia a Gustavo Lasso, era lógico pensar que la avezada Keiko Fujimori, en similares circunstancias, debería vencer a un desconocido izquierdista, Pedro Castillo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 6 de junio venidero en Perú.
Ambos obtuvieron pobrísimos por cientos de votos, unos 19 Castillo por 13 Keiko, pero la experiencia apunta que el que consiga más apoyo de los partidos de los otros 16 candidatos no clasificados, la mayoría de derecha, debería vencer en la etapa concluyente, y todo apuntaba que la hija del exdictador Alberto Fujimori sería la vencedora.
No obstante, llama la atención que figuras de derecha, algunas que traicionaron principios revolucionarios, enemigos del fujimorismo, ahora respaldan a Keiko, temiendo una victoria de Castillo, quien es apoyado por disímiles fuerzas de izquierda que nunca se ponen de acuerdo y están, generalmente, ausentes de las votaciones.
Lo de Vargas Llosa es el caso más notable, porque ha sido enemigo del fujimorismo durante 30 años, e incluso rompió lanzas por Pedro Pablo Kuzcisnki para evitar que Keiko lograra la victoria en las anteriores elecciones presidenciales.
Ahora muestra su respeto por la candidata de Fuerza Popular, porque dice que no gobernará por encima de los poderes del Estado y hará mejor trabajo presidencial que su padre.
No dudamos que en cualquier otro momento surjan voces de apoyo a Keiko, procedentes de Miami y Madrid, de las “rancias estirpes” gusaneriles, y más cuando la descendiente de japonés se ha declarado enemiga del Gobierno Bolivariano de Venezuela.
Pobres en un país rico
En cuanto a Castillo, de pura extracción rural, hombre de campo que es maestro, ya tiene el apoyo del 48% de los encuestados, por 31 Keiko, y mantiene un lema que expresa que no se concibe que haya un pobre en un país tan rico como Perú.
Asimismo, aprovecha el desencanto de millones de personas que están hartas de continuados gobiernos corruptos, en una nación colapsada por la pandemia de la COVID-19, enfrentada tardíamente.
La COVID-19 ha disparado aún más la pobreza, que ya era dura y palpable con el 60% de la población en esa condición. El trabajo informal abarca el 80% de la población, las ciudades se llenan de villas miseria y el problema es aún mayor en las zonas mineras, donde incluso elementos explotadores privados se aprovechan de los recursos estatales para aumentar sus inversiones.
O sea, en Perú, aunque existía anteriormente un crecimiento económico estable, a la par de ello se encuentran la miseria y el abandono, como consecuencias de la explotación.
En vez de ofrecer información sobre estos importantes problemas, los medios hablan de los presuntos esfuerzos oficiales por llevar los corruptos a las cárceles, en el curso de los cuales emergen diferencias interpartidistas, que incluso llevaron a encerrar a Keiko, por supuestamente obstruir proyectos de Vizcarra acerca de enmendar la justicia, castigar a jueces venales, impedir la reelección legislativa y reducir sus mandatos.
Hay muchas cosas más importantes para combatir, como la explotación humana, con ejemplos terribles por esclavizante en el trabajo infantil y adolescente, la trata de mujeres, la venta de órganos, etcétera, principalmente, subrayo, en las zonas donde más recursos se invierten, cuyas ganancias van a parar a manos de los usurpadores de siempre, esos que defienden la libre empresa, el neoliberalismo y la sumisión al imperialismo norteamericano.
Quien sea presidente encontrará este panorama desolador, además del caos sanitario agravado por una epidemia mal atendida.
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Carlos de New York City
Santiago Ramos Díaz
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