Serbia: Intento de golpe “blando” prooccidental
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Protestas en Serbia. Foto tomada de PL
En el Occidente colectivo, todo se trata de lo mismo: la famosa unidad del bloque solo se obtiene mediante sanciones económicas, amenazas y chantajes, con gran dosis de retórica para -como dice la jerga chuchera- “embarajar”.
Así se ha intentado iniciar un golpe “blando” en Serbia, utilizando a las fuerzas derrotadas en las recientes elecciones legislativas y métodos al estilo “trumpista” con asaltos a sedes oficiales y destrozos de inmuebles.
Y como en las denominadas “primaveras de color”, medios occidentales de propaganda -no de comunicación- dicen que son amantes de la libertad y de la democracia manifestándose contra el totalitarismo.
Pero esta vez, como pasó en Belarús, todo indica que fallará el mecanismo ensayado exitosamente en Yugoslavia, Georgia, Ucrania y Kirguizia.
¿CÓMO FUE?
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, comentó este domingo 24 de diciembre en un mensaje a la nación los intentos de partidarios de la oposición de irrumpir en la administración municipal de Belgrado. El mandatario señaló que "no se trata de una revolución" y pidió a los ciudadanos del país que "no se preocupen”.
Las protestas fueron convocadas por los líderes de la paradójicamente llamada Alianza Serbia Contra la Violencia, Marinika Tepic y Miroslav Aleksic, quienes alegan irregularidades electorales y exigen la anulación de las elecciones locales, en el marco de los comicios parlamentarios, donde ganó la coalición del presidente Serbia No Debe Detenerse, que obtuvo el 47% de los votos, los “no violentos “el 23,4% y el Partido Socialista el 6,6%.
Los líderes de la oposición pidieron a los ciudadanos congregados que rodearan la asamblea municipal con un anillo, y a los dirigentes de la alianza Serbia Contra la Violencia que entraran en el edificio, y "hablaran desde el balcón como vencedores". Varias personas reunidas frente a la entrada de la administración empezaron a romper cristales de puertas y ventanas, mientras agentes policiales bloquearon la entrada desde el interior.
"Estoy a 80 metros de los manifestantes y de algunos matones que siguen intentando ocupar la asamblea municipal de la ciudad de Belgrado", señaló Vucic. "No se preocupen, ciudadanos de Serbia. Aunque las escenas son dramáticas, amamos nuestro país y nuestra ciudad, no estamos acostumbrados a que alguien rompa nuestras ventanas, a que alguien derribe nuestra casa. No hay ninguna revolución en marcha, nada de eso tendrá éxito", aseguró.
Además, Vucic pidió a los ciudadanos que no acudieran al lugar de los hechos con la intención de "defender las instituciones del país". "Han llegado miles de llamadas de toda Serbia de personas que quieren venir a defender nuestras instituciones. Les pedimos que no lo hagan. El país es lo bastante fuerte para defender a Serbia, Belgrado", instó.
"Los alborotadores, los matones, serán llevados ante la Justicia, detenidos, y después las autoridades estatales competentes reaccionarán de acuerdo con la Constitución y la ley", prometió Vucic, y afirmó que su gobierno había sido advertido de los planes de la oposición. "Gracias a los servicios exteriores que dejaron claro que sabían lo que se estaba preparando, e informaron y facilitaron toda la información, y a nuestros servicios de inteligencia que reaccionaron a tiempo", expresó el mandatario. En otro mensaje a la nación, Vucic reveló que ocho policías sufrieron heridas graves en las protestas y 38 manifestantes fueron detenidos.
Por su parte, la primera ministra del país, Ana Brnabic, informó que Moscú advirtió a las autoridades serbias de posibles disturbios. "Teníamos información de los servicios que alertaban sobre esto. En primer lugar, el servicio de seguridad ruso también nos proporcionó esa información", dijo, calificando los disturbios de "un intento de Maidán", comparando el clima político en su país con el golpe de Estado perpetrado en Ucrania en el 2014".
"Información irrefutable" de que Occidente respalda las protestas en Serbia.
En este contexto, el presidente también indicó que la situación en el país es "consecuencia de circunstancias geopolíticas mucho más graves con las que se intenta destruir la soberanía y la independencia de Serbia". "De vez en cuando me parece que no solo nuestros adversarios políticos, sino también sus mentores del exterior, piensan que todo el mundo en este país es idiota. Que nadie tiene ojos, orejas y que nadie entiende lo que pasó anoche. Todo el mundo vio que, durante casi tres horas, los agentes de policía y los bienes de los ciudadanos serbios fueron brutalmente atacados por quienes están decididos a destruir la democracia en Serbia y la voluntad electoral de nuestro pueblo", manifestó.
Según Russia Today, y de acuerdo con el embajador ruso en Belgrado, Alexánder Botsan-Járchenko, quien se reunió este lunes con Vucic, este tiene "información irrefutable" de que Occidente respalda las protestas que sacudieron el país. "Al darse cuenta de que en Belgrado los planes no son realizables de forma tranquila y pacífica, la oposición inició inmediatamente protestas, que son alentadas y apoyadas desde el exterior. [...] Es cierto, y Vucic ha hablado de ello. [...] Él tiene datos irrefutables de que hay incitación y apoyo de Occidente", dijo, subrayando que el presidente serbio "no permitirá la escalada de tensiones" en el país.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, también acusó a los países occidentales de intentar influir en la situación política de Serbia, utilizando técnicas que se usaron durante el Maidán.
Por su parte, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, también declaró que se observan los intentos de otras fuerzas de provocar disturbios en el país. "Son evidentes los procesos y los intentos de las terceras fuerzas, incluso desde el extranjero, de provocar tales disturbios en Belgrado", declaró, destacando que Moscú está convencido de que las autoridades serbias podrán garantizar la seguridad y la legitimidad en el país.
SIGUIENDO LA PISTA
En más de una ocasión se ha tratado de hacer lo mismo en Belarús, con el fin de eliminar al presidente Lukashenko -un consecuente aliado de Rusia-, quien eliminó el peligro -y es lo más importante- mediante acciones correctas, tanto de las autoridades como de los organismos de la ley.
Y es que hay que enfrentar ese tipo de acciones que aparentan la existencia de un gran descontento popular, al tiempo que algunos que se dicen avezados en materia internacional no comprenden bien el fenómeno de las “revoluciones de color”, que barrieron con gran facilidad gobiernos en el espacio postsoviético y Europa del Este.
No todos son capaces de percibir en efecto como revolución ese espectáculo que a primera vista está decorado a manera de carnaval, con bufandas anaranjadas, bailes, conciertos de rock callejeros y gritos de “¡fuera!” en una plaza. En pocas palabras, la mayoría no entiende con que está tratando.
La esencia de este movimiento, aunque incluye la toma del poder, desencadenando el factor de la calle, no se reduce solo a eso. Su objetivo de fondo entraña otra cosa: establecer en Europa del Este y las exrepúblicas soviéticas un poder y un sistema sociopolítico basado en los calores de la cultura del Occidente moderno e impuesto y legitimado con la ayuda directa de éste.
Aparte de los demás métodos de manipulación de la conciencia social, un factor importante del éxito de ese movimiento es el de explotar el nacionalismo espontáneo, cosa que hacen a veces de forma agresiva, fabricándose la imagen de un enemigo real- como fue en la Plaza Maydan, de Kiev, utilizando a Rusia- y azuzándose la histeria colectiva.
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