¿Quién puede sorprenderse con este huracán de amor?
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En medio de esta situación muy dura que la patria vive y enfrenta siendo más fuerte que aquella, el huracán Oscar azotó y dejó grandes heridas en la región oriental, especialmente en Guantánamo, con zonas de Baracoa de víctimas principales. Como siempre, el dolor se multiplica al sentirlo toda persona decente de nuestro país. No son meras palabras.
Solidaridad durante el fenómeno y a posterior en las lógicas acciones del Partido, el estado, un gobierno, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior que, en esencia, al ser el pueblo mismo impiden la crueldad del abandono. Estremece, aunque ya es hermosa costumbre, la labor de los trabajadores eléctricos, con sus brigadas reconstructoras en la primera fila. No se rezagan los envíos de ropa, alimento, medicina, dinero desde todas las provincias, muchos gestos por parte de gente muy lejos de la abundancia.
Enaltece la creación de brigadas de ciudadanos y ciudadanas para batirse en los sitios más afectados, impulsadas por las organizaciones de masas y la Unión de Jóvenes Comunistas. No faltan los artistas, los comunicadores, en este huracán apasionado. Está el apoyo material de centros estatales y cooperativos. Solidaridad radicalmente distinta a la llamada caridad, que me trae al recuerdo a no pocas de las muchachas, entre ellas algunas de mis condiscípulas, quienes salían con una latica con un letrero de la lucha contra el cáncer pidiendo donativos, y hasta en la mira tenían salir publicadas con fotos incluso en las publicaciones. Mientras, muchas de sus familias, mantenían explotados a los de abajo, y les robaban el disfrute de la salud plena; más allá, de vivir como merece un ser humano.
Solidaridad es amor por los demás sin pedir nada a cambio, excepto la felicidad del beneficiado, no solo por lo material, y del benefactor; en este caso, por el deber cumplido. Líderes y héroes de nuestra nación la realizaron como algo natural en diversas épocas, sin demagogia ni politiquería ni limitarse al terreno propio. Hemos heredado esa actitud. Es vocación del cubano verdadero.
Solidaridad convertida en internacionalismo. Es el pago de nuestras deudas por la solidaridad recibida en nuestras luchas por la libertad. Desde aquel diez de octubre se contó con la combativa presencia de quienes habían sido esclavizados, jamás impuesta por Céspedes, empezando por los liberados por él. Está en Máximo Gómez, en el Inglesito Reeve, ese norteamericano humanísimo, en el Che y muchos más de una larga lista de, seres humanos de tanta pasión concretada en contra del imperio hispano y el imperialismo yanqui.
Debemos conseguir actuar cotidianamente así, sin esperar a que una gran misión o un cataclismo aparezcan, ¿acaso no es misión fundamental batallar con coraje e inteligencia por Cuba y un mundo mejores dentro de un planeta muy golpeado por la maldad?
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