OPINIÓN: El Comité Olímpico Internacional mantiene su abrazo con las injusticias

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OPINIÓN: El Comité Olímpico Internacional mantiene su abrazo con las injusticias
Fecha de publicación: 
6 Abril 2024
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Continuamos el viaje por la historia olímpica. A veces uno se enca...brita, hasta ruge, ante tanta suciedad. Está bien, me voy a sosegar, aunque las frases me saldrán duras. Hoy dejaré opiniones mías acerca de una perversidad actual, con raíces en las que herían en el pasado y no se han ido del todo. A partir de estas líneas y las investigaciones que debes hacer, crea tus opiniones. Debes estar claro: aunque te escogí como acompañante, eso no me da derecho a imponerte mis reflexiones. Escucha y piensa.

Abrazado a una falsa posición anti política, a una neutralidad mentirosa, el Comité Olímpico Internacional (COI) vuelve a manchar la gran fiesta rescatada por el galo Pierre de  Coubertin, pero ahora con una decisión política, enlazada a la derecha, -esas sí las esgrime- al prohibir que los deportistas rusos y bielorrusos participen en el desfile inaugural de París 2024, certamen donde la capital de Francia va al desquite de su gran fracaso como sede de los Segundos Juegos(1900)y también de la segunda ocasión en que albergó el clásico, en 1924, donde la improvisación en demasía y otras aristas poco satisfactorias no le permitieron sobresalir como escenario.
 
Con anterioridad el COI sancionó a los atletas rusos y apoyó “la travesura” de lo más reaccionario del movimiento deportivo y más allá: medida disfrazada con la pureza de la lucha contra el dopaje, solo permite la participación neutral de competidores escogidos de esa nación, sin la bandera ni el himno de su país presentes.

No es de extrañar. La historia de los Juegos está herida por grandes máculas desde el inicio al permitir el racismo, apoyar el robo de músculos, privilegiar a las potencias imperiales, golpear a los países del llamado tercer mundo, burlar el espíritu del clásico al comercializarlo cada vez más, con loas a un funcionario pro nazi como Brundage o a Samaranch, quien abrió la puerta y hasta las ventanas a los negocios, sin que el primero escapara de ser también un negociante. He llegado a pedir la furia con la que Jesús expulsó a los mercaderes del templo para desalojar a los mercaderes del templo deportivo. Y en la esencia de la política en lo social, vibra, estremece, manda lo económico.

Lacera el olvido a un hombre decente como Coubertin: siempre se opuso a los principales baldones y la amenaza de su futuro agigantamiento. En 1894 se dolía del “espíritu mercantilista que amenaza con invadir los círculos deportivos al haberse desarrollado los deportes en el seno de una sociedad que amenaza con pudrirse hasta la médula a causa de la pasión por el dinero”. Cuando aquello, los monopolios estaban en pañales. ¿Qué esfera de este mundo náufrago se ha salvado de los latigazos corruptores que impulsa esa pasión incrementada al máximo?

Diversos golpes antideportivos y antiolímpicos, ante todo, inhumanos, castigaron los Juegos desde el principio. Para existir debió luchar contra conceptos como el convertido en reglamento del Amateur Athletic Club de Londres: “Es amateur todo aquel caballero que no haya participado nunca en una prueba abierta, accesible a todos o por el dinero procedente de las entradas al terreno o ventajas similares, que no haya sido nunca en ningún momento de su vida profesor o monitor de ejercicios de este género como medio se vida y que no sea obrero, artesano, ni jornalero”.

Esa visión fue vencida a medias: se mantuvo vigente en la mente aristocrática de muchos de los dirigentes nacionales e internacionales del movimiento deportivo, sin que los del COI permanecieran ilesos de tal barbarie contra la participación de los de abajo, ya obstaculizados por la debilidad de sus bolsillos. Te lo dejo claro. Muchos de los planteamientos y obras del genial pedagogo insatisfacían a muchos de sus compañeros de la aventura olímpica. Propuso efectuar un congreso relativo a los deportes populares donde estuvieran presentes delegados de los principales sindicatos obreros; eso fue en la decimonovena sesión del COI realizada en Amberes en 1920. La inmensa mayoría votó en contra. Tampoco les agradaban sus ideas del "deporte para todos", llevarlo "… al alcance de los más humildes...", hacerlo "accesible al adolescente proletario". Ni sus reflexiones vertidas en Ámsterdam 1928 sobre el olimpismo que "ha de sobrevivir a las revoluciones sociales. En todo caso nada hay a rechazar en las tendencias corporativas actuales. He visto con alegría a las organizaciones obreras instruirse en el ideal olímpico".

Más cercano: muy rápido expulsaron a los participantes del motín de los campeones, los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, quienes protestaron durante la premiación de los 200 lisos de Ciudad de México de 1968 contra el racismo existente en su patria. Mientras, solo recibió una leve crítica, a puertas cerradas, el esgrimista italiano Orestes Pulili, por interpretar el himno fascista e instar a hacer lo mismo a sus compañeros para celebrar la victoria en París 1924. El colmo: entregar a Berlín en 1936 la sede de los XI Juegos. Permitieron anteriormente la sustitución de Lee Jahncke en la presidencia del Comité Nacional de Estados Unidos, debido a su posición y la campaña en contra de aquella determinación porque sabía que los hitlerianos iban a usar el certamen para fortalecer su poder y divulgar su ideología. En esa nación colocaron en ese cargo a Avery Brundage, un elemento reaccionario que tenía relaciones económicas con los hitlerianos.

Por desgracia, el señorón Brundage llegó a ser por muchos años presidente del COI, donde mantuvo una posición negativa. A Jahncke lo expulsaron del máximo organismo del olimpismo por mezclar el deporte con la política. Te advierto, a Berlín 1936 te llevaré para que observes toda la verdad de un estigma antihumano y antiolímpico alimentador del fascismo. Aunque no debe asombrarte la existencia de aquella decisión quebrantadora de los ideales de la magna cita, amén de favorecer a lo peor de los germanos. Hay bastantes muestras de fallas de este tipo anteriores y posteriores. Entre las primeras: los atletas sudafricanos, solo los de la población blanca, contendieron desde temprano en las magnas citas. Los desmanes discriminatorios de ese país estuvieron en la esencia del primer boicot olímpico.
 
Nueva Zelanda había enviado un equipo de rugby a competir a la nación del apartheid en los días de los asesinatos de Soweto, merecedora esta de una fuerte sanción desde hacía mucho tiempo. A las protestas y la petición de un castigo contra los dirigentes neozelandeses, oídos sordos; más bien el alma sorda. Tuvo respuesta el desatino: la retirada de 27 países, la inmensa mayoría de África, de Montreal 1976. Tengo para ti, antes de retornar al recorrido por la historia del olimpismo moderno sin que lo cronológico nos limite. ¿El Coi y la sede de los Juegos del presente año, dejarán participar en el desfile inaugural a la delegación de Israel? Ah, si la invitaron a la justa...

 

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