Nada fácil para Biden

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Nada fácil para Biden
Fecha de publicación: 
14 Enero 2021
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Virtualmente resuelta la desaparición de Donald Trump de la Casa Blanca, queda por ver cómo asumirá Joe Biden los retos que le acarreará la presidencia de la nación, luego del agravamiento de la política doméstica dejada por su antecesor, que ha demostrado cuán dañada y falsa es la denominada democracia representativa, lo cual hace desaparecer lo poco que le quedaba de credibilidad a Estados Unidos.

Ahora Biden tiene que hacer borrar la herencia de una política completamente disparatada que adoptó Trump para polarizar y dividir al país, con el fin de lograr su reelección a toda costa, así como descuidar la atención de la pandemia del nuevo coronavirus, al no hacer casi nada o hacerlo disparatadamente, de forma tal que convirtió a Estados Unidos en el centro mundial de la infección y muerte del mal que ha asolado a la humanidad.

Al quebrantamiento del crecimiento económico, negativo en un 5%, y la pérdida de unos 30 millones de empleos, se agregan las diferentes e inconsecuentes formas en que se aborda, en algunas regiones, el grave problema de la COVID-19, que requiere medidas de aislamiento que Biden se muestra esquivo en aceptar, aunque comprende la necesidad de una vacunación que llegue a todas las capas de la población.
 
Gobernará con un Congreso más asequible a sus propuestas para la integración de un gabinete a su gusto, por lo cual podría tener la ayuda económica necesaria para las masas desposeídas, que incluyen a millones de blancos pobres, muchos de los cuales, tercos e ignorantes, víctimas de la manipulación e incitación al odio, convirtieron a Trump en su ídolo.

No por gusto, a pesar del récord de aceptación a Biden (80 millones) de los demócratas y de movimientos sociales que antes llamaban a la abstención, Trump logró obtener unos 74 millones de votos.

El derrotado mandatario utilizó una política racista a ultranza y empoderó a grupos supremacistas blancos, algunos de los cuales estaban al borde de la extinción, lo cual desbordó la política de contención del establishment gobernante, que se sintió amenazado.

Debemos recordar que este poderoso ente fue el que aceptó que hace unos 13 años un afronorteamericano llegara a la presidencia, con el fin de eludir situaciones de extremo racismo, pero el resultado fue el mayor crecimiento de esa otra terrible pandemia y una defectuosa política de promesas incumplidas, como las del mejor tratamiento a la masa inmigrante, que tuvo un resultado récord de expulsiones.

Barack Obama, con Biden como vicepresidente, no aprovechó la mayoría congresional de su primera etapa, y la perdió en la segunda, en la que fue vapuleado totalmente, lo que trajo como consecuencia la mayor injerencia militar en el exterior, para aprovecharse de los recursos energéticos de países débiles.

Quizás uno de los logros fue el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y el gesto de abstenerse en la votación en la ONU sobre la condena al bloqueo de su país contra la Isla, aunque indicando un cambio de procedimiento para lograr subvertir a la Revolución.

Entre los múltiples fracasos está el de tratar de limitar la venta y porte de armas, con una ley en la que el actual presidente electo tuvo mucho que ver.

Precisamente, el enfrentamiento a la mafia que hace que EE.UU. sea la nación más violenta, con una población armada hasta los dientes, hace que Biden prometa abordar tal situación junto a los problemas antes enumerados, cuando pueda poner en práctica un extenso y ambicioso plan que abordaremos con posterioridad.

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