Musk no es ejemplo: Rusiagate, Cubagate, algo para no olvidar
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Desde hace rato es muy divulgado el nombre de Elon Musk, magnate sudafricano radicado en Estados Unidos y que es considerado el hombre más rico del mundo.
Se dice que es un récord que haya perdido 200 000 millones de dólares en un negocio, como también destinar más de 7 400 millones en obras benéficas, siempre en pos de la caridad cristiana y no de ayuda social.
Pero su peripecia actual resurge más ampliamente cuando, como nuevo dueño de la plataforma Twitter, tras cesar a todo el ejecutivo y a sus más cercanos asesores, abrió a la publicidad los archivos secretos de la entidad para dar a conocer la trama inventada por la inteligencia estadounidense en beneficio del Partido Demócrata, con el fin de inventar vínculos del entonces candidato presidencial Donald Trump con Moscú —conocida como Rusiagate— en el 2016, beneficiar a Hillary Clinton y mantener ocultas las relaciones fraudulentas de un hijo del actual mandatario y autoridades ucranianas.
Los detalles al respecto han sido publicados ampliamente, incluso por este portal, aunque luego siguen surgiendo otros que hacen más curiosa la trama.
Los verdaderos motivos de Musk al dar a conocer este tipo de hechos —no muy comunes en el mundo del negocio— tienen que ver con la confesión del hipermillonario de que se arrepentía de haber votado por Joe Biden, y aunque ahora tampoco lo haría por Trump, se muestra favorable a la candidatura presidencial republicana del reelecto gobernador de Florida, DeSantis, para los comicios del 2024. (Ver en CubaSí: DeSantis, ¿peor que Trump?)
Pero Musk no ha abierto los existentes archivos de la trama montada por Twitter contra la Revolución Cubana y que ahora agotan elementos legislativos de lamentable origen cubano contra la Isla, con el fin de envolver a nuestra nación en sus mensajes de odio y facilitar el deterioro de la vida de la nación caribeña, aherrojada por un criminal bloqueo ejercido por la mayor potencia del mundo desde hace más de seis décadas.
El caso de Cuba
En este contexto, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, exigió respuestas al gobierno de EE.UU. y aprovechó para recordar los millones que destina el presupuesto federal para programas subversivos contra Cuba.
Bruno denunció este martes 3 de enero que entes del gobierno norteamericano mantienen vínculos con la red social Twitter para realizar acciones contra nuestro país.
«Los Twitter Files, documentos filtrados a periodistas, demuestran que las agencias de inteligencia de EE.UU., el Pentágono y el Departamento de Estado coordinaban con Twitter acciones de guerra psicológica. A la par, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, siglas en inglés) pagaba a la empresa para que respondiera a sus solicitudes», dijo el funcionario cubano.
El Ministro añadió que las dianas de estos ataques son usuarios cubanos, y reveló que el editor de Sutach, Mata Tibi, mostró listas de cuentas contra las que Twitter aplicó la censura por indicaciones de las entidades mencionadas.
Asimismo, Rodríguez explicó que Tibi develó que Washington no solo tiene el control sobre acciones de este tipo en Twitter, sino en Facebook, Microsoft, Ferison, Redita, e incluso Pinterest.
El Ministro cubano aprovechó las nuevas evidencias para reiterar la denuncia que hiciera ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 3 de noviembre pasado, y demandó respuestas sobre el particular.
Entonces Rodríguez refirió que el gobierno estadounidense destina decenas de millones de dólares del presupuesto federal y fondos encubiertos, y recluta a instituciones gubernamentales y empresas privadas para financiar a los operadores políticos que ejecutan campañas de desinformación, odio y desestabilización en las redes digitales contra Cuba.
En tal sentido, recordó que el 24 de octubre último Twitter y Meta (Facebook), que ahora tiene entre sus principales directivos a quien fuera jefe de campaña de un senador republicano anticubano, desplegaron, en simultáneo, acciones de censura contra medios públicos y usuarios cubanos.
Como parte de esas acciones, etiquetaron a varias publicaciones como vinculadas al gobierno cubano, de manera que limitaron sus alcances en las redes y eliminaron cuentas críticas de las operaciones desestabilizadoras contra la nación caribeña.
«Fue una acción selectiva, coordinada, que viola el derecho a la libre expresión de los cubanos y que expresa la subordinación de estas empresas a los arbitrios de los políticos estadounidenses», subrayó.
Conclusión
Por todo lo anterior, Elon Musk no es el eje, pero muy probablemente siga en ese camino, a pesar de sus ayudas caritativas a una ínfima parte de la población a la que ayuda a explotar. Ni tiene aún absolución por dar a conocer una parte de secretos de su flamante propiedad de Twitter para tratar de fastidiar a sus opositores.
Ni Elon Musk es el futuro de la humanidad, sino reminiscencias del pasado que han contribuido a hacer el mundo menos habitable, menos justo y más propicio al control global y total por la minoría más voraz, cínica y desalmada.
Su figura y modo de hacer más inteligente puede llevar a confusión, aunque uno quiere a veces equivocarse. Pero no caigamos en la ingenuidad, por lo cual, se hace necesario poner en lo más bajo de la escala humana a quienes acaparan riquezas, y en lo más alto, a quienes hablan de solidaridad, fraternidad y justicia, y predican con el ejemplo.
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