Moscú y La Habana no creen en lágrimas

En este artículo: 
Moscú y La Habana no creen en lágrimas
Fecha de publicación: 
25 Abril 2023
0
Imagen: 

La muy reciente visita a Cuba del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguei Lavrov, fue por unas horas noticia de primera plana, tanto en los medios como en las redes sociales. No faltaron como siempre las especulaciones. También desde muy “serias tribunas” llovieron los regaños, la rasgadura de vestidos, y la prepotencia de quienes no quieren entender la realidad de estos tiempos.

El canciller del país euroasiático llegó a La Habana la noche del pasado miércoles 19 de abril, para cumplir al día siguiente un amplio programa en suelo cubano. Fue la última etapa de su gira latinoamericana, que lo llevó también a Brasil, Venezuela y Nicaragua.

El viaje relámpago de menos de una semana de “uno de los hombres más influyentes en la política internacional”, como lo calificó el presidente Nicolás Maduro a raíz de su encuentro con Lavrov en Caracas, provocó gran escozor sobre todo en los llamados países “occidentales”. 

El viaje del jefe de la diplomacia rusa a la isla, por octava vez desde su nombramiento en el cargo en el 2004, tuvo el componente adicional de “coincidir” con la celebración en Cuba del 62 aniversario de la que es considerada como la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, en las arenas de Playa Girón.

Ese mismo día 19, la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) ratificó al presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez para un nuevo periodo de cinco años frente a los destinos del país. 

Unas horas después, el estrechón de manos entre Lavrov y el líder histórico de la Revolución Cubana, el general de Ejército Raúl Castro Ruz, quien acompañó al presidente Díaz-Canel al encuentro con el visitante, lanzó al mundo un claro mensaje de continuidad en las estrechas relaciones entre ambos países.

Es bien conocido que durante años el Comandante del segundo frente oriental de la Sierra Maestra, y posteriormente Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, mantuvo muy estrechas relaciones de amistad y confianza con los militares soviéticos. Las reiteradas visitas de Raúl Castro a Moscú, y su presencia en el cosmódromo de Baikonur durante el despegue del primer cosmonauta cubano, Arnaldo Tamayo Méndez, en 1980, son muestra de ello.

Cierta prensa comentó con alguna ironía que “no se supo nada sobre el contenido de las conversaciones” entre Castro y Lavrov. Una manera de sembrar la matriz de que algo peligroso se cocinó tras bambalinas. 

Pero no hay que ser suspicaces. El canciller Rodríguez Parrilla, coincidió con su homólogo de la Federación en calificar como excelente el estado de las relaciones bilaterales, e insistió en que era parte de los frecuentes intercambios que se realizan entre los dos países, “un reflejo de la madurez, el carácter histórico de nuestras relaciones (…), y la alta prioridad que otorga Cuba a estos vínculos, basados en la fraternidad y la solidaridad.”

Un antiguo proverbio ruso recuerda que es mejor un viejo amigo que dos nuevos. Parece confirmarse ahora en los momentos cuando Rusia es sancionada y se pretende aislarla y rodearla por la OTAN. 

No es un secreto que se trata de un empeño encabezado por Estados Unidos, y secundado por otras fuerzas retrógradas, que han puesto desde hace varios años en el congelador lo ya aceptado como Guerra Fría 2.0, con su variante de guerra híbrida (ciberataques) y otros proyectiles de la era digital.

Nada nuevo para la isla revolucionaria, que sufrió desde el 1ro de enero de 1959 hasta hoy todo tipo de guerras, ataques, amenazas e intentos de aislamiento, provenientes del poderoso vecino del Norte y sus acólitos más frenéticos. 

El intercambio del canciller del país euroasiático con las más altas autoridades cubanas confirmó lo expresado por el mandatario de la isla durante su reunión con el presidente Vladimir Putin el pasado noviembre en el Kremlin, cuando Díaz-Canel calificó al imperio yanqui como el enemigo común.

La visita de Lavrov fue aprovechada –de eso no hay dudas- para intercambiar experiencias sobre cómo enfrentar y actuar de conjunto con el objetivo de salvaguardar las soberanías rusa y cubana. 

Desde el inicio de la Operación Especial militar en Ucrania, el 24 de febrero del año pasado, el gobierno del archipiélago siempre ha abogado por una salida negociada a la crisis bélica. Pero, en la medida que se han intensificado las acciones y las reacciones rusofóbicas, sumadas a la vendetta política y militar contra la gran potencia nuclear, Cuba ha denunciado cada vez con mayor fuerza estas peligrosas jugarretas, que amenazan con un desenlace final para la especie humana.

El cerco a la Federación de Rusia incluye silenciar a toda costa sus reiterados llamados a regresar a la mesa de negociaciones, y hacer valer los acuerdos de Minsk del 2014. El mismo modus operandi que se ha usado por más de seis décadas contra el país caribeño, para evitar que su voz sea escuchada y tenida en cuenta por la opinión pública internacional.

Al iniciar su gira latinoamericana el 17 de abril, el ministro Lavrov reiteró claramente en Brasilia: "Estamos interesados en poner fin al conflicto de Ucrania lo antes posible. Ya hemos explicado a detalle en varias ocasiones las razones de lo que está sucediendo y los objetivos que perseguimos al respecto (…) "Nuestros colegas occidentales están librando una dura lucha para mantener su postura dominante en los asuntos internacionales (...) y esto ha dado impulso a la situación actual de las relaciones entre Rusia y la OTAN, la Unión Europea, e incluso, sobre el proceso en Ucrania”.

Ya en La Habana, el diplomático agradeció la "plena comprensión" de las autoridades cubanas acerca del conflicto”. Y agregó: "Apreciamos que (…) hayan manifestado claramente su posición y expresado su plena comprensión en sus valoraciones de las razones que condujeron a la situación actual".

Por su parte, el canciller Rodríguez Parrilla enfatizó a la prensa: “Continuaremos abogando por una solución diplomática, seria, constructiva y realista de la actual crisis en Europa por medios pacíficos”.

Está claro que durante la visita –y así lo afirmaron una y otra vez ambas partes- se pasó revista a temas de interés común como el energético, la cooperación comercial y económica, el turismo; los intercambios en educación y cultura, entre otros.

Sin embargo, algunos periodistas no quisieron dejar pasar por alto la oportunidad para esclarecer a sus públicos sobre la cooperación militar entre ambos países, unos para aplacar cualquier conjetura mal intencionada; y los del otro bando con el consabido objetivo de exacerbar los ánimos y la animadversión de los enemigos de La Habana y Moscú.

Lavrov fue lacónico pero muy preciso al respecto: “Los acuerdos (militares) conseguidos convienen a ambas partes” (…) hay contacto entre militares y agencias de mantenimiento del orden público, que ayudan a garantizar la seguridad”.

Y de nuevo vinieron los chillidos en Miami, y los tragos en seco desde Washington, así como en ciertas ilustres capitales del viejo continente. 

No por esperada, resultó igualmente lamentable la prepotencia de la embajada yanqui a orillas del malecón, que durante la noche de la visita volvió a “engalanarse” con iluminación amarilla y azul de la bandera ucraniana. 

Y uno recuerda aquel letrero-caricatura que durante años estuvo frente a la nada diplomática sede yanqui en La Habana, donde se veía a un miliciano que, desde su isla con palmas, le exclamaba al Tío Sam: SEÑORES IMPERIALISTAS ¡NO LES TENEMOS ABSOLUTAMENTE NINGÚN MIEDO!

Claro que no lo hay. Como no lo ha habido nunca, ni lo habrá; ni a las orillas del Caribe, ni en las márgenes del majestuoso río Moskvá.  
 

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.