Más de lo mismo: Macron seguirá como Presidente de Francia

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Más de lo mismo: Macron seguirá como Presidente de Francia
Fecha de publicación: 
25 Abril 2022
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Emmanuel Macron celebra su reelección como presidente de Francia

Con una campaña mediática que exploto el miedo a la ultraderecha, el presidente saliente francés, Emmanuel Macron, seguirá otros cinco años en el cargo, al vencer en las elecciones efectuadas este domingo en Francia, cuyos resultados fueron reconocidos por su rival, la líder ultraderechista Marine Le Pen, de Agrupación Nacional.

Macron obtuvo el 58,5% de los votos, por 41,5% Le Pen, con una abstención récord del 45%, todo en medio de manifestaciones contra el mandatario en numerosas ciudades del país.

En este contexto descuella la derrota en la primera vuelta de la izquierdista Francia Insumisa, cuyos miembros fueron llamados a no dar ni un voto a Le Pen, aunque, al parecer, tampoco apoyaron a Macron, como demuestra la alta abstención.

Los 'insumisos' se lamentan y reprochan a las otras formaciones de izquierda que la falta de unidad con el candidato más viable, el suyo, les haya privado de la oportunidad de una segunda vuelta.

Además, Macron aprovechó la operación militar rusa en Ucrania para reafirmar su apoyo a Kiev, que recibe armas y mercenarios franceses, en tanto desbarra contra Le Pen, porque censura a la Unión Europea, quiere a Francia fuera de la OTAN, apoyó el regreso de Crimea a la Federación Rusa y llamó a resolver pacíficamente los problemas con Moscú, todo lo cual fue un manjar para los medios occidentales y la propaganda contra la ahora candidata derrotada por segunda vez por Macron –aunque ahora más estrechamente- en sus aspiraciones presidenciales.

“Ha vuelto la guerra a nuestro continente. Rusia ha decidido que volvamos a la guerra. El papel de Francia y de Europa, como hemos hecho desde el principio, es apoyar a Ucrania con armas defensivas y para luchar.
Hemos de evitar que Kiev caiga. Hemos de reforzar la tenaza con Europa y los aliados, y también hablar con China y los países del Golfo. Por eso Europa es tan importante. Hemos de hacer que Rusia entre en razón y detenga el fuego”, ha dicho el presidente, siguiendo la línea trazada por Estados Unidos y la OTAN, en tanto fustigaba a Le Pen:

“Usted depende del poder ruso y de Putin. No puede defender los intereses de Francia. Sus intereses están muy vinculados a los de Rusia”.

El temor a que la campaña populista de Le Pen hiciera mella a la reelección, hizo que Macron -siempre acusado de arrogante- se dirigiera por vez primera a sectores de la emigración y demás marginados económicamente para recabar el voto a su favor.

EL NO PAGADOR DE PROMESAS

Un sempiterno incumplidor de promesas, aseguró que enriquecerá su programa con las ideas de otros partidos, prometió subir en el verano las pensiones un 4% para compensar el incremento de la inflación, que en marzo se situó en el 4,5%, así como a revalorizar el sueldo de los funcionarios, cuando el poder adquisitivo fue uno de los asuntos centrales de esta campaña.

Sus declaraciones coincidieron con el anuncio del gobierno de que el salario mínimo en Francia aumentará un 2,65% en mayo por efecto del dispositivo de revalorización automática en relación con la inflación, mecanismo que había permitido subirlo ya un 0,9% en enero.

En un gesto para atraerse a los votantes de izquierda, prometió poner en marcha una individualización del subsidio para adultos discapacitados, medida que su gobierno rechazó en el pasado.

Macrón había alertado de que si Le Pen ganaba podría haber “una guerra civil” en Francia, porque había defendido una ley para prohibir el velo islámico en los espacios públicos como los transportes o las calles (su uso ya está restringido en las escuelas u otros espacios oficiales), reprochándole cómo vincula inmigración con seguridad, islamismo y fundamentalismo, y de ahí al terrorismo. “La patria de la luz no puede ser el primer país que prohíba el velo en lugares públicos”, remarcó.

Tras presumir de haberlo mejorado en los últimos cinco años gracias a las bajadas de impuestos, persigue compensar el aumento de la inflación con ayudas puntuales, como una prima exenta de cotizaciones que las empresas pueden dar a sus trabajadores. También aboga por acabar con la tasa audiovisual que pagan la mayor parte de los franceses.

Propone retrasar la edad mínima de jubilación de 62 a 65 años de forma paulatina, aunque con excepciones para los oficios más duros, al tiempo que apuesta por aumentar la pensión mínima hasta los 1 100 euros mensuales e indexar todas las pensiones con la inflación. Últimamente dice estar dispuesto a que se evalúe la necesidad de subir la edad hasta 65 ó 64 años.

Endurecerá la concesión de visados para estancias de larga duración, que condicionaría a la superación de un examen de francés y a demostrar una inserción profesional.

El mandatario propone desarrollar energías renovables en paralelo a la nuclear, introducir un impuesto al carbono a nivel europeo, fomentar el coche eléctrico y financiar la renovación de 700 000 viviendas al año para que consuman menos energía.

Asimismo, pasar de una Europa de la cooperación a una convertida en potencia internacional, más soberana (sin dependencia energética o militar del exterior) y capaz de competir con Estados Unidos y China en todos los niveles.

Es favorable a convocar referendos, pero no a dar al pueblo la posibilidad de pedir la destitución de cargos públicos a través de la recogida de firmas. Apuesta por reformar la Constitución para incrementar la proporcionalidad en la Asamblea Nacional y para que el mandato del presidente vuelva a ser de siete años.

Macron ha reconocido que Francia ha abordado un periodo de crisis sin precedentes, primero una pandemia y luego una guerra. “He dirigido nuestro país tomando decisiones y así seguiré haciéndolo. Lo que podemos hacer es que nuestro país sea más fuerte y más independiente… Hemos de mejorar la vida diaria, la escuela, la sanidad… Y nuestra Francia será más fuerte si nos convertimos en una gran potencia ecológica, ha dicho el presidente, que ha sacado en los últimos días de campaña electoral su vena más verde para seducir a los izquierdistas más preocupados por el medio ambiente.

EL PORQUÉ DE LA COLERA OPOSITORA

La pregunta es entonces: ¿qué revela la inmensa cólera suscitada por Macron? ¿Qué tipo de síntoma es la negativa de los votantes de izquierda a apoyarle, incluso a riesgo de ver ganar a Le Pen?

La declaración del diputado Ugo Bernalicis ofrece una respuesta: apoyar a Macron para la segunda vuelta estaría en contradicción con la experiencia de su presidencia. Y es que el primer mandato de Macron no ha sido una continuación lineal de las políticas llevadas a cabo antes, como una presidencia neoliberal “ordinaria” más. Más bien, ha superado umbrales cualitativos en el proceso de construcción de un régimen neoliberal autoritario. El término esencial para entenderlos es violencia social, física y simbólica.

La represión del movimiento de los Chalecos Amarillos fue el punto de inflexión de la presidencia de Macron, que resume el cruce de este umbral cualitativo. Se derramó sangre –literalmente– y la magnitud de la represión desatada en ese momento provocó una ruptura en la conciencia colectiva. 

La forma en que se organizó y justificó este estallido de brutalidad reveló la magnitud del odio que se apoderó de las clases dirigentes y sus representantes, y su determinación de recurrir a una violencia potencialmente ilimitada para reprimir un movimiento popular.

Más que figuras siniestras como el entonces ministro del Interior, Christophe Castaner, o el jefe de la policía de París, Didier Lallement, fue Luc Ferry, filósofo y antiguo ministro de Educación, quien mejor expresó la sed de sangre de la burguesía francesa, al declarar: “Que (la policía) use sus armas de una vez por todas. ¡Ya es suficiente! …. Tenemos el cuarto ejército del mundo y es capaz de acabar con esta escoria”. 

A partir de entonces, la idea de estar de alguna manera “del mismo lado” con esta gente se volvió simplemente impensable para amplios sectores de la sociedad, sobre todo –pero no sólo– entre la clase obrera.

La “abstención activa” defendida por los portavoces de los Chalecos Amarillos, radicalmente opuestos a la ultraderecha, como Priscillia Ludosky o Jérôme Rodríguez, atestiguan la popularidad de esta posición en amplias capas sociales. Al igual que estas palabras de un joven activista de Francia Insumisa, recogidas por Le Monde:
“Está descartado que vote a Le Pen. Pero también lo está apoyar a Macron”.

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