Más aliento al genocidio israelí
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu pidió al nuevo presidente estadounidense "reforzar la alianza" entre los dos países para enfrentar "desafíos comunes" como la "amenaza" iraní. Israel, que acaba de pasar 4 años de excepcional apoyo de parte de la administración Trump, teme que ahora las relaciones puedan cambiar.
El aniquilamiento del pueblo y la sociedad palestina se está llevando a cabo de manera racional y planificada, y, lamentablemente, nada hace pensar que surja algo que impida tal acción del Estado de Israel con el apoyo que le brinda Estados Unidos.
No recuerdo si alguno de los presidentes norteamericanos haya desalentado en algún momento el genocidio israelí contra los palestinos.
No sé si el entrante mandatario Joe Biden lo hará, teniendo en cuenta la influencia sionista en la vida estadounidense y el control norteamericano sobre el quehacer económico israelí.
Por ello no puede ser tomado en serio un fenecido Donald Trump con su plan para llevar presuntamente la paz al Medio Oriente, basándose en la total ocupación israelí de Palestina y el control militar sionista sobre el territorio donde debía concentrar a la perseguida población.
Para Trump los dirigentes israelíes son “hombres de paz”, que no se deben atacar, aún cuando emplean tácticas genocidas, y sólo se debe hacer a los que llama “terroristas malos”.
Mientras proseguía una hipócrita campaña contra el terrorismo, incluyendo a Cuba en una lista de países patrocinadores del mal, Trump refrendó su apoyo al asesinato selectivo de los dirigentes palestinos y el uso indiscriminado de la fuerza armada contra la población civil.
Israel ha sido un peón fundamental del imperialismo en la estrategia norteamericana aplicada en el Medio Oriente, y es por ello que apoya el expansionismo territorial sionista para utilizarlo como base de agresión y contención.
Añádase que la mayora de las empresas financieras, industriales y comerciales de Israel están controladas por el capital estadounidense y éste es el principal receptor de ayuda exterior estadounidense.
Y es que los gobiernos norteamericanos conciben a la zona del Medio Oriente como una geografía de esencialismos intereses estratégicos, por sus inmensas reservas de petróleo y su proximidad al flanco sur de la ex Unión Soviética, el canal el Canal de Suez y a las más cortas rutas marítimas, terrestres y aéreas que enlazan a Europa, Asia y África, así como a las cuencas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.
Todo es alentador para que el régimen israelí de turno se convierta en un gobierno totalitario cada vez más peligroso, cometiendo genocidio en nombre de la civilización, la paz, la democracia y la libertad.
Mata sin ningún cargo de conciencia y justicia, tanto masiva como selectivamente. Todo lo tiene dispuesto para operar en el campo de batalla, en este caso las áreas pobladas de civiles palestinos. Aunque surgen en las reservas militares voces de descontento, lo cierto es que la inmensa mayoría de lo soldados israelíes están preparados sicológicamente como los de cualquier nación agresora: indiferentes y deshumanizados ante el enemigo, en este caso los palestinos, a quienes debe aplicar la violencia como medida disuasoria.
Ello se corresponde con la particular concepción sionista sobre el holocausto sufrido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial ejecutado por el Tercer Reich.
Hoy se sufren las consecuencias de esa interpretación del genocidio. Hay potencias occidentales que justifican los bombardeos realizados por Israel contra los palestinos, si estos mantienen una “intensidad moderada”, y dicen estar molestos cuando al premier sionista de turno “se le pasa la mano”, en el colmo de la hipocresía.
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Carlos de New York City
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