Los sin techo: Incongruencia norteamericana

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Los sin techo: Incongruencia norteamericana
Fecha de publicación: 
6 Julio 2024
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Campamentos de homeless en Miami, Florida. Foto EFE

Ahora lo que llaman justicia norteamericana acaba de dictar una resolución que multa o pone en prisión a aquellas personas que duerman en las calles, aunque no tengan un techo donde cobijarse, rechazando el argumento de que es una pena cruel.

Ello afecta a una cifra que se calcula en dos millones de personas sin hogar, aunque sólo se reconoció oficialmente a 653 200 en enero del 2023, 70 650 más que un año antes, equivalente a un 12%.

Y esto pudiera parecer propio, realmente lo es, a este sistema salvaje capitalista del neoliberalismo que trata de tapar propagandísticamente sus hendiduras.

Y ello lo corroboró una muy reciente conversación que sostuve con un veterano matrimonio vecino de Alamar que décadas atrás visitaron emocionados en Estados Unidos el lugar exacto -marcado por una estrella- donde cayó asesinado John F. Kennedy en la ciudad texana de Dallas, el 22 de noviembre de 1963, y de paso quedaron impactados en Miami, la ciudad representativa del denominado Estado del Sol, no por sus evidentes bellezas, sino por los centenares, miles, de personas que vivían bajo los puentes, cerca de los túneles, con permiso de una ley federal.

Pero Miami crecía más y más, se expandían hoteles, restaurantes y otros lugares de lujo, cuyos residentes se sentían molestos por la presencia de esos miles de seres sin hogar, por lo que las autoridades se encargaron de desconocer la ley que los protegía y los hicieron desaparecer de la visión de los opulentos.

En fin, estos desafortunados tuvieron una buena presencia en la época donde Estados Unidos fue presidido por Donald Trump y ahora alcanza cifra oficial récord en el mandato de Joe Biden, quien ha hecho alardes de haber atendido socialmente a grupos vulnerables, pero en este caso no ha sido así.

UN PROBLEMA GRAVE

Sí, sin dudas es un problema grave para un país que como Estados Unidos, a pesar de ser una potencia, tiene enormes contrastes económicos y sociales.

De hecho, se está convirtiendo en un tema de la campaña presidencial, en la que los republicanos suelen acusar a sus rivales demócratas de aplicar políticas que favorecen áreas de pobreza en las zonas urbanas.

Los afronorteamericanos constituyen el 37% de los sin techo, a pesar de representar sólo el 13% de la población estadounidense total.

La situación se ha agravado por la crisis sanitaria provocada por el consumo de opioides y la escasez de viviendas asequibles.

California es el estado con más personas sin hogar    (181 399), seguido de Nueva York (103 200) y Florida    (30 756), según las cifras oficiales, apunta AFP.

NECESIDAD BIOLÓGICA

"Dormir es una necesidad biológica, no un delito. Para algunas personas, dormir al aire libre es su única opción", dijo la jueza Sonia Sotomayor, de la minoría progresista, de la mayoritariamente conservadora Corte Suprema de Justicia, electa en tiempos de Trump y admitida por Biden.

Hay muchos municipios que carecen de refugios públicos para personas sin hogar.

Economistas sostienen que Estados Unidos – que dedica miles de millones de dólares a las guerras fuera de su territorio- no dispone de un stock de viviendas suficiente para satisfacer la demanda, lo que impulsa los precios al alza, afectando fundamentalmente a los sectores más pobres y favoreciendo la expansión del mal.

CUESTIONAMIENTO

Maximiliano Sardi, de Bloomberg, explica que este drama cuestiona las estadísticas oficiales y las políticas de ayudas sociales en la era Biden. 

Cientos de campamentos copan los espacios públicos de Seattle a Washington, y de Chicago a Los Ángeles. “Es un espacio donde sobrevivimos”, explica Michelle, que vive en las afueras de Seattle en un predio ocupado por gente que perdió sus hogares tras la crisis post pandemia.

Montones de basura y lonas rasgadas rodeaban los remolques y las casas rodantes estacionadas cerca de las vías del tren al sur de la ciudad costera del oeste de los Estados Unidos. “Estoy enfermo, NO me despierten”, “Tengo spray de pimienta”, y “¡No remolquen mi casa!”, son algunos de los letreros escritos a mano para evitar el desalojo. El ayuntamiento de Seattle les advirtió que antes de que finalice julio deben retirar todos los bienes personales. 

Muchos duermen en autos abandonados o en  tráilers. “No tenemos hogar. Lo odiamos”, reconoce John, de 32 años. El gobierno federal no incluye en sus estadísticas de personas sin hogar a los “tirados” que viven en carpas y tráilers, una metodología que académicos y legisladores apuntan como defectuosa.

Y obtener la cifra correcta ha cobrado una nueva urgencia, ya que el aumento de los costos de vida y vivienda empujan a decenas de miles a vivir en las calles e improvisados refugios. 

Las carpas ahora se extienden por las veredas y espacios verdes en muchas de las principales ciudades estadounidenses, y los enfrentamientos violentos entre los desalojados y el gobierno han aumentado.

“Las estadísticas actuales le dan al Congreso una imagen falsa de la verdadera magnitud del problema”, asevera Donald Whitehead, director ejecutivo de la Coalición Nacional para los Desamparados. 

Durante años, varias ONG han presionado al gobierno para que mejore sus estadísticas y amplíe los refugios. “Es una tarea monumental, es probable que las comunidades no encuentren a todas las personas sin hogar, pero debemos hacer un esfuerzo de conteo constante para evaluar si la falta de vivienda está subiendo en todo el país”, apunta Shantae Goodloe, portavoz de la Coalición.

Ampliar la definición de personas sin hogar no resuelve el problema, pero cuantifica la cantidad de personas que viven en situaciones de vivienda precaria, aunque para esos seres abandonados la brecha entre la política y la realidad ha significado elecciones dolorosas.

 

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