La «paz» de Otárola: Dina lamenta, pero no renuncia

Siempre que la entrevistaban, Dina Boluarte afirmaba que era una mujer de izquierda, y por eso apoyó en su momento a Pedro Castillo, hasta que, como vicepresidenta, ocupara su puesto y formara filas en abierta complicidad con quienes hoy enlutan a Perú.

El cierre del Congreso, nuevas elecciones, la libertad de Castillo y su dimisión son las principales demandas de miles de manifestantes que protestan y enfrentan a la represión oficial en la mayoría de los departamentos del país.

Hoy, la mandataria asegura que su única misión es que se celebren las elecciones anticipadas para abril del 2024, mira para otro lado cuando le recuerdan que suman más de 50 los muertos a manos del ejército y la policía, confía su espalda a un premier de mentalidad fascista y se deja llevar por un Congreso que permite su jefatura por su sumisión a la mayoría derechista.

En plena pose democrática, el primer ministro Otárola se mostró “indignado” ante las declaraciones del presidente de México, Andrés Manuel López, de condena al golpe contra Castillo y haber brindado asilo a la familia del hoy ex mandatario a quien nunca el Congreso le dejó gobernar, pendiente de que no tuviera un logro que pudiera afianzarlo en el poder.

Las muertes a causa de la represión oficial han obligado a la nada confiable Fiscalía a abrir causas a la mandataria y su gabinete, y no sé si la salda será la de sacrificar a Boluarte para cubrir las formas, en dependencia de lo que decidan quienes defenestraron a Castillo, con el fin de eliminar a quienes pudieran hacerle sombra al poder de la derecha.

MUERTA POLÍTICAMENTE

Dina Boluarte “ya está muerta políticamente” y no podrá gobernar, pues en 33 días ha matado a unas 50 personas, considera el analista Isaac Vigió.

“De las 70 presidentas que hay en el mundo o que ha habido en el mundo, Dina Boluarte es la más sanguinaria. Tiene un récord de más o menos un asesinato cada 16 o 17 horas. Entonces, es una persona que no tiene bancada, no tiene partido, no tiene apoyo popular y que se dedica a disparar a todos sus oponentes”, ha dicho Vigió.

Para Vigió, lo único que le queda a Boluarte es dimitir, “llamar una asamblea constituyente” y “liberar al profesor Castillo”, porque es injusto ver que el presidente de la República, siendo el presidente constitucional, lo detenga la Policía cuando aún era mandatario. Este movimiento no va a parar hasta que Dina renuncie, concluyó.

A su vez, el colaborador de teleSUR en Perú, Jaime Herrera, indicó que las protestas se han radicalizado y que es probable que la cifra de víctimas aumente al no haber un balance completo sobre la situación.

"La gente ha manifestado que va a permanecer protestando, reclamando, demandando, mientras no se cumpla con aquellos pedidos que tienen y que van a devenir en una huelga indefinida”, comentó.

A su vez, el encarcelado Castillo compartió un mensaje al pueblo peruano en el que reitera que "soy incondicionalmente fiel al mandato popular y constitucional que ostento como presidente, y no renunciaré ni abandonaré mis altas y sagradas funciones".

"Lo dicho recientemente por una usurpadora no es más que los mismos mocos y babas de la derecha golpista", enfatizó.

AMENAZA Y NO ESPERANZA

El 2023, más que esperanza, suena a amenaza en Perú, cuando una presidenta interina ha optado por buscar respaldo para su gestión en las élites que antes la despreciaban.

Esos grupos que hoy la respaldan también la cuestionaron y hasta buscaron inhabilitarla en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC) del Congreso.

Las primeras semanas de Dina Boluarte como presidenta de la República ha sido una amenaza para la población en general, por la forma en que ha enfrentado las protestas sociales.

En este contexto, la expremier Mirtha Vázquez Chiquilín subrayó el grave error de Boluarte al buscar aliados en quienes antes lideraron una marcada oposición ante su antecesor Pedro Castillo, y le espetó que no debe buscar protección de “esas comprobadamente arteras élites que antes la despreciaban, pero que hoy la hacen sentir parte de ellos, dejándola ocupar el sillón presidencial a cambio de confiarles la conducción del gobierno”.

En esta línea, le recuerda que los grupos que hoy son su mayor soporte tendrían en mente recuperar sus privilegios: 

“El gran peligro es que quienes ahora tienen el poder y que para ello han optado autodenominarse patriotas y demócratas moralizadores buscando esconder su real identidad, parecen no solo haber regresado dispuestos a recuperar sus privilegios sino a actuar bajo la consigna del disciplinamiento de un pueblo que no solo osó en elegir a un presidente cuya sola imagen desafiaba estas élites racistas y clasistas, sino de escarmentarlos por haberlos expuesto las últimas dos décadas respecto a las graves violaciones a los derechos humanos que cometieron en los noventa”.

Finalmente, Vázquez Chiquilín advirtió que Dina Boluarte, con apoyo de los grupos de derecha presentes en el Parlamento, representaría una amenaza para la ciudadanía que esté dispuesta a movilizarse en las calles: 

“Reagrupado este sector, el 2023, más que esperanza, nos suena a amenaza; el pueblo se prepara para la resistencia consciente ahora de lo que puede recibir como respuesta”.