REDES: Ansiedad

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REDES: Ansiedad
Fecha de publicación: 
1 Noviembre 2025
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Imagen tomada de https://www.tabascohoy.com

La ansiedad digital es un fenómeno complejo y multifacético que llegó con el desarrollo de la comunicación de nuevo tipo vía Internet, un panorama muy amplio que continúa en estudio porque es demasiado novedoso aún y cambiante.

No se trata de un malestar vago, un asunto menor o sobredimensionado, sino de una respuesta específica desencadenada por dinámicas de diseño, normas sociales y sesgos psicológicos exacerbados por la tecnología.

Muchos son los factores que la provocan. Uno de ellos, el más común, es el miedo a perderse lo que sucede, la necesidad de enterarse de todo en tiempo real porque sienta fatal sentirse ausente de las experiencias de la comunidad en la que se encuentre insertado.

Ese presentimiento de exclusión trae consecuencias diversas como el deseo compulsivo de chequear las redes sociales, un impulso constante que a su vez provoca la pérdida de lo que ocurre alrededor, en la vida real. Además del agotamiento por la falta de descanso, también fomenta la baja autoestima porque se compara con los demás, con lo que se imagina de las publicaciones que ve.

Para rematar y hacer más intensa la angustia, en muchas personas este comportamiento viene asociado con el consumo de información negativa. Y para que el tema sea más nefasto, gracias a la inteligencia artificial los algoritmos de redes sociales y buscadores son capaces de aprender cuáles son los intereses de cada quien y con qué contenidos interactúa más.

De modo que este es un círculo vicioso muy bien estructurado que atrapa y del cual es difícil salir, mas no imposible. Ese diseño adictivo que de igual manera procura el scroll infinito facilita el consumo pasivo y sin pausa. Y como no encuentra fin, al usuario le cuesta abandonar por el mismo temor de perderse lo que viene después, más abajo. Esa ansiedad estará entonces acompañada de sentimientos de impotencia, fatalismo y agotamiento mental.

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Otras veces la ansiedad llega por la necesidad de ofrecer o tener respuesta inmediata, como si la vida fuera urgente, como si un mensaje no pudiera esperar. En este caso las personas se estresan con cada segundo que pasa e interpretan el silencio con todo el dramatismo del mundo.

Antes, off line, todo fluía con naturalidad sin presión. Era normal esperar el ritmo natural de casa asunto tipo una llamada cuando se podía o una carta que dependía de muchas manos. Ahora cambiamos porque las redes nos enseñaron que se puede estar disponible constantemente. Además, existen otras señas como el “visto” para saber con exactitud cuándo llegó y fue leído el mensaje. Esto, lejos de facilitar la comunicación impone intranquilidad, las personas se desesperan hasta con el “escribiendo” y las expectativas y la decepción se echan a volar.

No es nuevo, vivimos intoxicados, presos de nuestros aparatos móviles. No son solo las redes sociales, es todo lo que a su alrededor genera sobrecarga de información y la cantidad abrumadora de estímulos asociados. Esta ansiedad de nuevo tipo está determinada por el flujo continuo de datos a través de notificaciones para todo: correos electrónicos, mensajes de texto y de otras aplicaciones de mensajerías, los canales de noticias, de compras, el reloj, los juegos.

Es constante y el cerebro no puede procesar tanto de manera simultánea por eso fomenta la indecisión y a veces tiene consecuencias como dificultad para concentrarse, incluso la fatiga mental o sentirse abrumado.

Son muchos los tipos de ansiedad porque cada persona es un mundo mental distinto con sus propias vulnerabilidades e intereses. No obstante, comparten un similar hilo conductor determinado por los diseños de ecosistemas digitales que suelen terminar en la explotación de los sesgos psicológicos: comparación, negatividad, validación, miedo a estar desconectado, y  mucho más.

Puede ocurrirle a cualquiera y llegar a niveles patológicos, por eso lo mejor es hacer uso consciente de los recursos teniendo en cuenta cómo obran los algoritmos y qué tan efectivo es el efecto de manada tanto en la vida real como la digital. La abstinencia sería estar de espaldas a la actualidad, y eso tampoco. Lo mejor es tomar el control de la relación que queramos tener con la tecnología porque sin dudas llegó para transformar la dinámica de nuestras comunicaciones, exhortamos asumirla con el ritmo normal de la vida: pausas, distracciones y prioridades.

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