Geopolítica: Desbalances, desvaríos y acechanzas del debate presidencial

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Geopolítica: Desbalances, desvaríos y acechanzas del debate presidencial
Fecha de publicación: 
18 Septiembre 2024
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El debate presidencial por las elecciones en los Estados Unidos nos arroja varias matrices. En una primera instancia, el mundo estaba expectante ante el cambio de candidato de los demócratas y el impacto que ello iba a tener en la conformación de la plataforma y de las bases; pero han primado otros fenómenos relacionados con la política posmoderna actual y sus lógicas de exposición y mercadeo. Kamala Harris no es una persona tan conocida en el panorama de los medios como su contrincante Donald Trump y ello significa que la pelea se está dando de manera desigual. Mientras todos saben qué esperar del republicano, pocos o nadie conocen exactamente el programa de la Harris. En realidad, lo que está funcionando en las elecciones de los Estados Unidos es el tema de la polarización y de los extremos para justificar el voto por una u otra banda del espectro político. Nadie está ofreciendo una solución real a los asuntos del Estado, sino que basa su campaña en decir que el otro es peor y que resultará disfuncional para el pueblo. Y así se hace difícil hacer predicciones sobre quién ganará, pero más aún se dificulta establecer una matriz de análisis sobre el destino político de los propios Estados Unidos. De hecho, ahora mismo se está estableciendo un paralelismo en algunos puntos del análisis entre las elecciones de 2016 y las del 2024 a partir de que los debates solo sirvieron para impulsar un punto de vista extremista en una u otra porción de los votantes, pero no para esclarecer las plataformas ni las ofertas que los aspirantes en teoría tendrían que estar ofreciendo. 

Vayamos al caso del expresidente Trump, un hombre que alega haber recibido persecución judicial por parte de poder lo cual, si bien no es descartable ya que la judicialización de la política es parte del fenómeno de la posmodernidad irracional de hoy, pudiera ser una carta de ventaja para dicho candidato. Presentarse como un hombre que batalla contra todo, que vence todos los obstáculos, un antisistema que tiene en contra a la prensa, a la Casa Blanca, a los poderes fácticos, a los globalistas y al estado profundo; es algo que sin dudas vende ante un electorado que está harto de las fórmulas sistémicas basadas en las consabidas promesas que no llegan a nada en las tortuosas cámaras de eco de los poderes del gobierno, en los cuales mandan más los lobbies y el sector corporativo. Trump pareciera que se acerca a esa mitología popular del Capitán América que encarna los viejos valores nacionales en decadencia y juega con la percepción de los públicos. Pero su gran debilidad es también su gran fortaleza: su ego. De ser un hombre que parece demasiado seguro en sí mismo pasa a ser un sujeto inestable que solo se escucha y se ve a sí mismo en el escenario político y eso no es agradable ni a los poderes fácticos ni a los votantes. El peso de lo que sucedió en el Capitolio lo persigue y ni aún los más proclives a su campaña pueden justificar o eludir su papel en aquellos sucesos que entorpecieron la transición de poder y por ende pusieron en entredicho la imagen de un sistema estable y democrático. Trump es como un ser que posee a la vez su carta de victoria y de derrota en los mismos ingredientes: prepotente, agresivo, provocador, impredecible, pero –ante los ojos de cierto electorado de derechas– firme, claro en sus propuestas extremistas e inamovible en su discurso. Por eso, hay que ser pragmáticos en el análisis y tener en cuenta que se está hablando de una campaña electoral en la cual los votantes se deciden dentro de un marco de cuestiones simples y perceptibles a través de los medios. 

Kamala ha levantado un revuelo grande, quizás no esperado, en tiempo récord. Ha llegado a liderar encuestas, posee un vínculo con determinado sector bipartidista que puede ser la clave del apoyo del estado profundo, pero sin dudas también tiene debilidades de cara a las elecciones. Harris ha compartido gobierno con Biden y ha tenido un papel pobre en cuanto a iniciativas reales de cambio de los problemas que ahora mismo ella está llevando a la mesa de discusiones. Y es que criticar la situación de país puede jugarle una mala pasada, al no ser ella una candidata de la oposición, sino del oficialismo. Eso Trump, que es un maestro de la manipulación ya lo está capitalizando a su favor y fue de los elementos evidentes que salieron del debate. Kamala viene de unas elecciones primarias de 2020 en las cuales se tuvo que retirar por la inconsistencia y por enfrentarse a Biden; pero además ha tenido un camino en el cual la maduración como política está por verse frente a temas como la guerra, la política exterior, la crisis del fentanilo, la frontera y el peligro de la división nacional. En todos esos aspectos se plantea una crisis existencial para los Estados Unidos como potencia y como república. Trump posee una respuesta clara fulminante: el radicalismo. Harris tiene que vertebrar con coherencia su discurso para ser la contrapartida. Pero en lugar de eso, la candidata se centró en todo el debate en evidenciar las mentiras del republicano, que son evidentes y que tienen más una intencionalidad de show y de captación de la atención de las masas que de propuesta política seria. Si ambos candidatos caen en la antipolítica como se ha estado viendo, el electorado no verá en ellos alternativas y el efecto es un alto índice de abstencionismo que por una parte crea más polarización y coloca en un rincón inoperante al sistema electoral y político. De hecho, una de las líneas claras que se vieron en las palabras de Harris fue la de volver a fortalecer las instituciones, aunque lo de la economía de oportunidades no tuvo mayor explicación y quedó en el aire. No se sabe si se trata de una organización para producir aperturas para sector privado o de lo contrario para favorecer lo doméstico y los pequeños emprendimientos. Ese balance entre lo empresarial y lo público es una asignatura pendiente en la cuestión económica y social de los Estados Unidos, pero al menos sabemos que Trump va a bajar los impuestos a los dueños de grandes negocios, para así generar una ventana de capitales que retornen al país y por ende una supuesta creación de empleos. Esa fórmula, más o menos la misma que la de su anterior mandato, pudiera ser que a corto plazo muestre resultados; pero estructuralmente no ofrece una respuesta a las deformaciones creadas por la deuda pública. De hecho, las pérdidas para aquellos empresarios que creen empleos en los Estados Unidos serán cubiertas por la Reserva Federal en forma de entrega de bonificaciones en dólares, lo cual equivale a darle más aún a la máquina de la inflación. La complejidad de la economía no es abordada por ninguno de los dos candidatos con seriedad y pareciera que todo se dirime en un eterno combate moral, donde ambos se satanizan. 

Y es que con las redes sociales lo privado se ha vuelto público y es un arma para destruir la propuesta del otro. Harris echó mano a las acusaciones de violencia que enfrenta Trump en el orden personal y político, mientras que el republicano hizo hincapié en el hecho de que la demócrata pudiera ser una izquierdista radical que convierta el país en “otra Venezuela”. La exageración, la hipérbole, el oportunismo, campean de parte y parte y son capitalizados de manera que no quede espacio para el debate real. Para Trump lo peor de que estén entrando miles de emigrantes es que se están comiendo hasta las mascotas. La imagen, si bien es dantesca y hasta surreal, se inscribe en el estilo retórico del expresidente que de forma constante distorsiona la realidad y privilegia el impacto emocional en los públicos. La solución que propone, la deportación masiva, pudiera ser la más polémica de su campaña y la que ahora mismo le esté costando la caída de su voto en importantes estados y comunidades donde predomina la mano de obra emigrada y latina. Kamala, sin embargo, habló del intento del acuerdo migratorio bipartidista que no llegó a buen puerto y que es un arma de doble filo para su campaña pues, si bien ella alude a que ello demuestra su voluntad por hallar una solución; el hecho de que en su gobierno no se tomara ninguna medida y que fallaran tantos controles de fronteras hace que el discurso se caiga. Y si algo sabe explotar bien Trump es la inconsistencia de los rivales. A su favor, Kamala tiene que la prensa, el sistema publicitario mayormente demócrata están hartos de Trump y su retórica de mentiras y que el electorado norteamericano si bien dividido, posee una masa cada vez mayor de trabajadores precarizados y de desempleo que de ser captada por ideas concretas no votarían por la propuesta conservadora. Pero la tibieza, los vínculos con el estado profundo, el miedo a ir más allá en las promesas que luego no se van a cumplir, hacen que Kamala no profundice en su discurso y que frente a la radicalidad de Trump ella parezca otra demócrata más que no viene a cambiar absolutamente nada, como pasó con su antecesor Biden. 

Estados Unidos tiene por delante un reto que es existencial. Si deja de ser potencia que rige los destinos de la economía del mundo y el dólar pasa a un segundo plano; no podrá sostener el nivel de vida de la población y con ello el decrecimiento será inevitable y creará zonas de precarización extrema en determinados estados de la Unión. Texas y California, por sí mismos, pueden ser independientes y convertirse en actores trascendentes a nivel global; pero no estarán dispuestos a pagar impuestos para garantizar los precios de la vida o la seguridad social y médica de otros territorios sin recursos y con menos oportunidades que engrosarán un novísimo tercer mundo. En otras palabras, la ideología republicana de los Estados Unidos se basa en el bienestar y las oportunidades de crecimiento; sin el dólar como divisa para comprar bienes, ese mercado se desploma y sobreviene una desintegración que en ocasiones puede tener el rostro de un caos. La excesiva polarización que existe y que se expresa en el tema migratorio, le ha hecho pensar a sectores extremistas de estados fronterizos fuertes la posibilidad de desligarse de la Casa Blanca, que los obliga a aceptar las caravanas, pero que no garantiza las condiciones legales mínimas para atender esa masa de humanos. Y ese es el reto de los demócratas, que, al ser los impulsores de esas políticas, no tuvieron una articulación real como partido para hacerlas coherentes antes los votantes norteamericanos. Tanto la guerra civil como la tercera guerra mundial son dos sombras que sobrevuelan la crisis del dólar y que se vinculan con el desbarajuste que ello crearía en el panorama global y local.
 
¿Qué se puede esperar en un tiempo cercano en cuanto a las elecciones? El mundo está convulso y hay dos grandes guerras en curso en Ucrania y en Israel que pudieran tener un vuelco en cualquier instante, por lo cual existe tiempo para que cambien las tornas. Ni Kamala ni Trump tienen seguro nada y hasta el momento hay que hablar de una paridad en cuanto a oportunidades de acceso al poder. Ninguno de los dos ofrece salidas coherentes a determinados dramas de la sociedad y responden a estamentos empresariales y lobbies que usarán el ejecutivo para conseguir sus objetivos. Hay que hacer mención a la figura de Elon Musk que con su influencia puede marcar la diferencia en una de las redes más vistas y de mayor impacto y ello de cara a los votantes y de un punto a favor de Trump. Pero prima un clima de inseguridad en el cual nada está al alcance de un análisis exacto ni predecible. Falta por ver cuáles serán los procesos que en uno y otro caso se van a dar también en los panoramas post electorales, ya que tanto uno como otro aseguran que el acceso al poder de su contrincante significa el fin del orden y de la Constitución y ello en términos de estabilidad de las instituciones es negativo. Ya se vio una transición marcada por la violencia política en el anterior mandato. Toda cosa que se lance al ruedo, deberá contar con el carácter provisional de la política posmoderna, que se rige por las emociones, por las percepciones y por el manejo de las masas. 

 

Comentarios

Kamala Harris será la primera mujer presidenta.
javierhdez2.capri171@gmail.com
Kamala Harris será la primera mujer presidenta de los EE.UU,según el historiador y vidente el mil llamado Nostradamus moderno,Allan Lichtman.
javierhdez2.capri171@gmail.com

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