El mundo redescubre el internacionalismo de la medicina cubana

El mundo redescubre el internacionalismo de la medicina cubana
Fecha de publicación: 
30 Marzo 2020
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Pocas semanas atrás, a finales de febrero de 2020, el Senador Demócrata Bernie Sanders fue vilipendiado por el “establishment” estadounidense por reconocer los logros de la Cuba revolucionaria en materia de educación y salud.

Ahora, cuando la pandemia del SARS-CoV-2 golpea el mundo, la heroicidad médica de la isla vuelve a estar en el centro de atención. En primer lugar, la Comisión Nacional de Salud de China probó el medicamento antiviral cubano Interferón Alfa-2b como unos de los tratamientos a utilizar en pacientes de Covid-19. Eficiente en enfermedades virales que incluyen la Hepatitis B y C, culebrilla, VIH-SIDA y dengue, el medicamento antiviral cubano ha probado ser una prometedora variante en China. Es por ello que la isla ya ha recibido la solicitud de 45 países para el uso de dicho producto.

En esa línea, el pasado 21 de marzo una brigada médica con 53 especialistas arribó a Lombardía, Italia, en ese entonces epicentro de la pandemia, para ayudar a las autoridades sanitarias locales. Mientras las imágenes se esparcían por las redes sociales, poco o nada se decía en los principales medios de comunicación internacionales. Los médicos eran miembros del Contingente cubano Henry Reeve, que recibió en 2017 el Premio de Salud Pública otorgado por la Organización Mundial de Salud (OMS) en reconocimiento a su ayuda médica gratuita en tiempos de emergencia. Además de Italia, Cuba envió asistencia médica especializada a 37 de los 59 países en los cuales ya laboraban sus trabajadores de salud para tratar casos de Covid-19.

Desesperados por minar las lecciones de Cuba en materia de solidaridad, el 24 de marzo el Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó por la red social Twitter que el motivo cubano “era ingresar el dinero que había perdido cuando los países cancelaron su participación en el *abusivo programa*. ¿El motivo de su ira? Los programas médicos según los cuales el personal cubano es contratado por países que así lo requieran para brindar servicios sanitarios gratuitos en estos momentos en poblaciones pobres y sin asistencia médica en el extranjero.

Aprovechando los beneficios de las inversiones del estado socialista en el sector de la educación y la salud, las exportaciones médicas cubanas han aflorado en medio de un contexto de bloqueo extraterritorial y punitivo estadounidense de 60 años que impide a Cuba un comercio internacional normal. Los contratos proporcionan ingresos al estado cubano, así como mejores salarios a los involucrados.  Por presión de la administración Trump, Brasil, Ecuador y Bolivia terminaron sus contratos con el fin de eliminar fuentes de ingreso para Cuba, pero dejando a millones de personas sin atención médica. La estrategia de sabotear las exportaciones de los servicios médicos cubanos tuvo su origen en la era Bush con el “Programa de Admisión Condicional”, el cual fomentaba el abandono de misiones médicas a cambio de la ciudadanía estadounidense, y no tuvo fin hasta los últimos días de la administración Obama en enero de 2017.

No es la primera vez que el liderazgo cubano en la esfera de salud toma al mundo por sorpresa. En 2014, durante el brote de Ébola en África Occidental, cuando la OMS requirió la “compasión de doctores y enfermeras, que deberán aprender a consolar a pacientes a pesar de las barreras del EPP (Equipo de Protección Personal) y trabajar bajo condiciones muy exigentes”, Cuba fue la primera en responder y enviar al contingente médico más grande de todos. Jorge Pérez Ávila, director del IPK (Instituto de Medicina Tropical), me confirmó que alrededor de 10,000 médicos cubanos se ofrecieron para ir voluntarios a la misión. De ellos, un grupo de 256 fueron seleccionados; todos se habían enfrentado  previamente a desastres naturales y brotes de enfermedades en países en vías de desarrollo. Fueron a Guinea, Sierra Leona y Liberia, países donde ya existía cooperación médica cubana. Rápidamente se redujo la mortalidad de la enfermedad de 50% a un 20% y se inició un programa educativo sobre cómo evitar la propagación de la enfermedad.

El esfuerzo fue muy valorado por la administración Obama y al anunciar el acercamiento con Cuba el 17 de diciembre de 2014, el Presidente Obama dijo: “los trabajadores del sector de la salud de Cuba y Estados Unidos deberían trabajar juntos para detener la propagación de esta mortal enfermedad”. Por aquellos días y al ser entrevistado en Liberia, el doctor cubano Leonardo Fernández  evitó halagos especiales sobre la misión de alto perfil al corroborar que los médicos cubanos que combatían el Ébola no eran diferentes a aquellos que lo hacían en las junglas del Brasil, que trabajaban por meses solos en las comunidades indígenas, o de aquellos que servían en los pueblos remotos africanos en medio de temperaturas que alcanzaban los 48 grados Celsius. En realidad, los cubanos combatiendo el Ébola no eran más que una gota del océano de 400,000 profesionales de la salud cubanos que habían trabajado en el extranjero en 164 naciones desde 1960, a quienes políticos y principales medios de comunicación apenas mencionaban.

Por tanto, desde la primera misión, cuando un fuerte terremoto golpeó Chile en el año 1960, millones de vidas han sido salvadas y cientos de millones de vidas mejoradas. Para el 2014, los profesionales de la salud cubana han realizado 1,200 millones de consultas en el exterior, se han atendido 2.2 millones de partos y realizado más de ocho millones de cirugías. Alrededor de 76,000 médicos han trabajo en 39 países africanos desde principios de los años sesenta del pasado siglo. Cuba ha mantenido a más de 20,000 trabajadores de la salud en Venezuela en los últimos diez años, y miles más en naciones vecinas.

Otro aspecto del internacionalismo médico cubano ha sido el llevar extranjeros hacia Cuba, como pacientes o estudiantes. En el programa “niños de Chernobyl”, que tuvo lugar desde 1989 hasta 2013, alrededor de 22,000 niños y 4,000 adultos víctimas del desastre de Chernobyl han recibido atención médica, alojamiento,  alimentación y terapia gratuita en Tarará. A pesar de la severa crisis económica que siguió al colapso del bloque soviético, los cubanos asumieron los gastos — una impresionante expresión de solidaridad de la que casi nadie habla.

A finales de 1998, los médicos cubanos fueron a Centroamérica luego del paso del huracán Mitch que cobró la vida de 30,000 personas y dejó sin hogar a otros 2.5 millones. Más allá de la inmediata devastación, se asombraron de encontrar comunidades enteras sin ningún tipo de instalaciones sanitarias o personal de salud. Como consecuencia de ello, en noviembre de 1999, Fidel Castro inauguró una nueva Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en La Habana para proporcionar capacitación médica gratuita a estudiantes de la región. Los doctores que se graduaran ahí, dijo, salvarían más vidas cada año de las que se perdieron durante el huracán: “Veinte años podrían pasar sin un Mitch y un millón de personas morirían silenciosamente en Centroamérica sin que nadie lo notara.”

Pronto la ELAM matricularía a estudiantes de distintas partes del mundo, incluyendo los Estados Unidos. Para 2019, 29,000 doctores de 105 países ya se habían graduado. La mitad de ellos eran jóvenes doctoras, el 75% eran hijos de campesinos, que representaban a 100 grupos étnicos. En 2009, la entonces directora de la OMS, Dr. Chan declaraba: “Por primera vez, si eres pobre, mujer, o provienes de una familia de indígenas, tú tienes una ventaja diferente (a la hora de matricular). Ésta es una ética institucional que hace única esta escuela”.

A finales de agosto de 2005, el huracán Katrina azotó Luisiana, Mississippi, y Alabama. En cuestión de horas, Cuba ofreció enviar tres hospitales de campaña y personal médico. Para el 4 de septiembre ya había 1,586 médicos cubanos voluntarios listo para partir a la zona de desastre. Fue en ese momento que la brigada tomó el nombre de Contingente Henry Reeve, en honor a un ciudadano estadounidense que luchó con las fuerzas de independencias cubanas contra España (1868-1878). La administración del Presidente Bush ignoró la oferta y pasó por alto a Cuba en la lista de países que se ofrecieron para ayudar.

Al existir tanta demanda de ayuda, pronto el Contingente Henry Reeve sería enviado a Guatemala luego de azote del huracán Stan en octubre de 2005, y diez días después, tuvieron que enfrentar el terremoto en Paquistán que cobró la vida de 80,000 personas y dejó sin hogar otras 3.3 millones. En los siguientes siete meses, los trabajadores de la salud cubanos atendieron 1.7 millones de pacientes en 32 hospitales de campaña que luego donaron a ese país a pesar de no tener relaciones diplomáticas con dicha nación. En el lapso de una década, 900 estudiantes de medicina se han graduado de la ELAM.

En enero de 2010, un terremoto catastrófico golpea Haití, matando 230,000 personas y dejando al 15% de toda su población sin hogar. En 24 horas el Contingente Henry Reeve estaba ahí y se unió al grupo de 344 profesionales de la salud que ya prestaban servicio en ese país, así como cientos de médicos haitianos que se habían graduado en Cuba. La cooperación médica entre Cuba y Haití se había iniciado once años antes luego del paso del huracán George en 1998. Para el 1 de abril de 2010, otros 748 cubanos llegaron, junto a 481 haitianos graduados en la ELAM y 278 graduados de otras 28 naciones. Para colmo de males, en octubre del año 2010 comenzó un brote de cólera, que fue introducido por los Cascos Azules de la ONU y la propagaron por las condiciones de insalubridad en los campamentos temporales al no tener agua potable segura ni sistemas de aguas residuales. Cuba estableció centros para el tratamiento del cólera y puestos para la hidratación oral, llevó a cabo pesquisajes local por local y lanzó una campaña pública de salud.

¿Por qué Cuba lo hace? Las explicaciones cínicas y superficiales se centran en ganancias financieras y geopolíticas para Cuba: el gobierno busca aliados y ventajas en foros mundiales — poder blando; obliga a los trabajadores de la salud a buscar contratos en el exterior para contribuir a los ingresos por concepto de exportación para el país; o que simplemente los trabajadores de la salud en Cuba están motivados por los altos salarios que reciben si trabajan en el extranjero. Otros analistas mucho más serios observan que la “diplomacia médica” cubana ha sido piedra angular de su política exterior desde la década de los sesenta del pasado siglo, antes de la realpolitik y los imperativos económicos de la era post-soviética. Otros investigadores indican que las misiones cubanas son completamente diferentes a las respuestas de seguridad sanitaria en el mundo, que están determinadas por programas con presencia militar y de defensa y buscan proteger a sus poblaciones de amenazas reales de contagio provenientes del exterior. Reconocen que el internacionalismo médico cubano tiene su raíz en el “principio de solidaridad” con la población mundial, pero no en las nociones de responsabilidad, caridad y altruismo comunes en los marcos de ayuda.

La revolución de 1959, que formó la visión cubana de solidaridad, fusiona los valores del Héroe Nacional en su independencia José Martí con el análisis marxista del capitalismo. Al grito de batalla de Martí (“Patria es Humanidad”) y de Marx (“¡Trabajadores del Mundo, Uníos! ¡No tienen nada que perder que no sean las cadenas!”), los líderes de la Revolución Cubana buscaron la manera de promover el lucha mundial contra las diversas formas de subdesarrollo, imperialismo, colonialismo y neocolonialismo.  Cuba ve en la pobreza y la carencia de salud mundiales el resultado de las condiciones estructurales de explotación. El sistema de salud pública después de 1959 se construyó sobre esos valores; gratuita, la prestación universal estatal fue refrendada como un derecho humano y constitucional. El internacionalismo médico cubano es una extensión de aquellos principios allende a mares.

“Yo considero que la atención a la salud es un derecho humano, no un privilegio”, dijo Bernie Sanders en un acto masivo en Chicago el pasado 7 de marzo, justo antes de que el Covid-19 comenzara a hacer estragos en la población de los EE.UU., a la cual se le ha denegado sistemáticamente el acceso a la salud pública universal en nombre de la libertad. Es un principio por el cual Cuba también ha sido vilipendiada. Ningún país del mundo lo tendrá fácil en la lucha contra la pandemia SARS-CoV-2. Pero este momento exige de cooperación y solidaridad internacionales y en ese frente, Cuba nos da una lección a cada uno de nosotros. Podemos empezar por reclamar el fin de las sanciones que privan a Cuba de tener acceso a los recursos que necesita para luchar contra esta enfermedad mortal, ya sea su propia población o todos aquellos en el mundo que se benefician del internacionalismo médico cubano.

Traducido por Sergio A. Paneque Díaz / Equipo de Traducción de CubaSí

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