El gran reto para Lula: Sacar del abismo a Brasil
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Mucho, mucho se ha escrito sobre el significado de la victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y los enormes retos que debe enfrentar para sacar al mayor país suramericano del abismo en que lo sumió el régimen de Jair Bolsonaro. «digno» representante del conservadurismo, el fascismo y la ultraderecha que crece en el mundo.
Encuentra un país dividido en dos partes, con una fuerte corriente ultranacionalista alimentada por una ultraderecha que se mantiene fuerte y tratará de hacer imposible su mandato, incluso antes de empezar el próximo primero de enero, con su costumbre de sembrar odio y división frente a la política de Lula de decir siempre la verdad.
Así contrarresta el veneno dado por Bolsonaro y los grupos terroristas que lo siguen apoyando y están dispuestos a boicotear las políticas oficiales del nuevo presidente.
Ello es una prueba más de lo que ha representado Bolsonaro con su comportamiento homofóbico, misógino, racista, enemigo de los negros y de los indígenas, que ha producido intolerancia, violencia y desprecio vergonzoso hacia los pobres, que son la mayoría de la sociedad.
Lula, en su vida de líder sindical, aprendió a dialogar con los patrones y, como presidente en dos ocasiones, reveló una gran capacidad de conversación con las distintas corrientes políticas, logrando consensos en temas fundamentales como la erradicación del hambre y la inclusión social de 36 millones de personas.
Ahora se encuentra con un país desgarrado en todos los ámbitos.
Considera el teólogo Leonardo Boff que «hay consenso incluso entre sus opositores de que Lula es la figura carismática con mayor capacidad de diálogo y convivencia con las diferencias, para unir al país».
¿PEOR QUE EL PERUANO?
Quizás el Congreso brasileño no esté a la «altura» del peruano en lo que se refiere a odio y maldad, pero tiene bastante de ello, cuestión que tuvo su momento más cruel durante el golpe legislativo a Dilma Rousseff, contra quien levantaron todo tipo de injurias, y no la emparedaron con alguna acusación de fraude, porque la ex mandataria solo devengaba su sueldo de presidenta.
El Parlamento brasileño es muy cambiacasaca, carece de una ideología rectora y le gusta estar cerca del poder. Por eso, un día después de la elección de Lula, varios políticos oportunistas lo apoyaron y probablemente querrán actuar como base de sustento del gobierno.
Ignoran que Lula no pretende hacer un gobierno de coalición de partidos solamente, porque eso implica intercambio de favores y corrupción. Tendrá que llegar a acuerdos en el parlamento, pero sobre todo quiere la participación de los movimientos sociales y discutir con la sociedad el presupuesto y las prioridades del pueblo. Quiere crear redes de debate y elaboración de proyectos promovidos desde abajo, o sea gestar una democracia participativa y cotidiana.
En fin, el parlamento está fragmentado, con una fuerte presencia de la derecha, por lo cual la relación con Lula no será fácil.
Esto, por supuesto, es un obstáculo a salvar para que fluya la política oficial hacia la solución a los problemas más graves de la nación, de lo que se ha mencionado y escrito mucho y cuyo recordatorio se hace extenso, pero imprescindible tratar.
IMPORTANCIA
Brasil es importante por su tamaño, por su población y por ser una potencia de bienes y servicios naturales, fundamentales para la supervivencia de la vida humana en el planeta. Especialmente importante es la Amazonia, que regula los climas de gran parte de la Tierra y contiene la mayor biodiversidad, decisiva para perpetuar la naturaleza, sin la cual el ser humano no puede asegurar su futuro.
Sin embargo, su preservación no es el reto más importante, porque, en el gigante sudamericano habitan unos 213 millones de personas y la tercera parte de su población vive en condiciones de pobreza.
Brasil ha vuelto a entrar en el mapa del hambre de la ONU del que salió en el 2014 y, como indicamos antes, hay que asegurar que los 33 millones de personas que pasan hambre puedan comer al menos tres veces al día; luego, proporcionar empleo y trabajo a más de 10 millones de desempleados y a unos 20 millones de trabajadores informales y, posteriormente, resucitar las políticas sociales que incluyen Mi Casa Mi Vida, Luz para Todos y el acceso de los pobres a la universidad.
Así, limita la voracidad de la economía al servicio de los ricos y a costa de los pobres, para lo cual tiene un lema: «Incluir a los ricos en el impuesto sobre la renta y a los pobres en el presupuesto oficial del gobierno».
Además, entre otros muchos problemas, se trata de salvar el abandonado sistema sanitario y educativo y, lo indicado con anterioridad: garantizar que la Amazonia sea preservada sin deforestación.
Mucha falta por decir y abordar aún más profundamente, pero basta decir que, a partir del primero de enero del 2023, Brasil tendrá un presidente que tratará de gobernar para todos los brasileños, simpatizantes o no.
Un reto necesario a vencer para que Brasil logre salir del abismo.
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Javier Hernández Fernández
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